miércoles, 25 de septiembre de 2013

Capitulo veintinueve.





• Capitulo veintinueve. – Nothing like us.

{Ashley}


La barrita de chocolate se fundía entre mis dientes haciendo una explosión única de sabores intensos pero dulces.

Miré a Justin el cual estaba embobado mirándome fijamente, mirando como yo comía, algo totalmente estúpido y de seguro desagradable. ¿Quién estaría bien comiendo chocolate mientras se pringa? Nadie.

“¿Pasa algo?” Enarqué una ceja, resultaba divertido cuando él quedaba atontado mirándome.

“¿Huh? Eh, no.” Carraspeó apartando la vista de mí, una pequeña risita escapó de entre mis labios, no estaba acostumbrada a que chicos tan perfectos me miraran de esa forma.

“Vale.” Fruncí el ceño mientras esbozaba una sonrisa.

“Siempre estás comiendo chocolate, deberías de comer cosas más sanas que no eso.” Decía a la vez que suspiraba para fijar su vista en el reloj de su móvil.

“Odio que hagas eso.”

“¿Preocuparme por ti?” Me miró sorprendido.

“Hacer de madre.” Dije algo molesta, odiaba cuando hacía eso, me sacaba de quicio.

“Ashley eres una maldita cabezota.”

“Cállate, no pasa nada.” Lo fulminé con la mirada, seguidamente acabé el único trozo de chocolate que me quedaba. “¿Vamos al médico? Dijiste que hoy iríamos.”

“No.” Dijo serio mientras jugueteaba con sus dedos.

“No sé si te das cuenta, pero me dices que haga cosas y ni tú haces lo que yo te digo cuando también es por tu bien.” Me molestaba que él fuera así.

“Ashley, basta.” Chasqueó su lengua a la vez que se levantaba del sillón.

“Justin por favor, necesito saber que estás bien.” Mi voz era suplicante, necesitaba saber que él no tenía nada grave, que estaba sano quitando algunas contracturas y demás.

“¿Estás preocupada por mí?” Sonó algo más feliz, su voz algunas veces lo delataba.

Quedemos en silencio, esos silencios que todos odiamos porque son realmente molestos. Esos que se crean cuando no sabes que decir y prefieres escapar contando cualquier tontería.

“Sí.” Logré decir.

“Vaya.” Hizo una pausa, humedeció sus labios. “Entonces ya no soy el único que hace de madre aquí.”

En ese momento lo que menos importaba era lo último que había dicho si no sus labios rosados los cuales envolvían una fina capa de su saliva. La cual horas antes había sido la mía.

“Vamos.” Dijo él caminando hacia la puerta.

Así hice, caminé tras él para seguidamente subirnos al Range Rover el cual nos llevaría al hospital más cercano.

Tras un viaje un tanto incómodo –ninguno hacia el esfuerzo de hablar.- llegamos al hospital Clinic el cual resultaba estar a unos escasos minutos.

Me adelanté al salir del coche ya que Justin como de costumbre iba a abrirme la puerta, todo un caballero, pero simplemente prefería bajarme por mi sola.

Algo me había echado para atrás de todo esto. Me gustaba Justin pero la vida que él tenía, los peligros a los que se exponía, la gente que mataba… Esos pensamientos eran los culpables de mi cambio de humor, de mi bipolaridad. ¿Qué pasaría si un día se le cruzan los cables y me mata? Él dice que no, en cierta parte confío en él. Pero muchas veces el estado de humor traiciona, se adueña de ti por completo hasta controlarte y eso no es bueno. Cuando estábamos en Canadá y subí a su habitación mientras él estaba enfadado me estampó contra un armario gritándome, sentí mucho miedo.

“¿Ocurre algo?” Preguntó él mirándome fijamente.

“No, nada.” Sonreí, él asintió aliviado.

“¿Señor Bieber?” Preguntó una joven enfermera, Justin se puso de pie, seguidamente yo. “Pueden pasar.” Sonrió coqueta, eso hizo que mis ganas de arrancarle esos pelos de escoba aumentaran.

Miré a Justin fulminándolo porque el estúpido le devolvió la sonrisa y joder no éramos nada pero simplemente lo que había pasado para mí ya era suficiente como para estar celosa.

“Bien, siéntense.” Propuso el doctor, un hombre de unos sesenta años, canoso y elegante. “¿Qué le pasa?” Dijo refiriéndose a Justin.

“Me duelen las costillas, al caminar sobretodo.” Soltó él.

“¿Un fuerte golpe?” Preguntó el hombre mientras miraba algunas cosas en el gran ordenador color gris.

“Una pelea.” Intervine.

“Vaya.” Miró a Bieber el cual me miraba de reojo. “De todas formas no estarán rotas, si fuera algo grave créame que hubiese venido justo en ese momento. El dolor se hace insoportable, no puedes apenas caminar y bueno, usted no creo que tenga esos síntomas.” Explicó el Doctor.

“Sólo me duele al respirar y caminar, bueno, al hacer movimientos bruscos.” Dijo Justin.

“Tendrá que venir otro día para hacer una radiografía, pero a simple vista por lo que me explica no parece ser nada grabe, de todas formas le pido que descanse.”

“Te lo dije.” Murmuré mirando a Justin él golpeó su rodilla contra la mía a propósito en señal de que me callase.

Nos despedimos de Richard, el doctor, Justin también lo hizo con la enfermera Sally, sólo que con una sonrisa y un seductor adiós que no me hizo ni gracia, él lo notó.

“Estas seria.”

“No.” Murmuré mirando por la ventana.

“Vamos… ¿No será por la enfermera?” Noté su mirada puesta sobre mí.

“Oh no, me parece genial que hagas eso en mis narices.” Dije molesta a la vez que reía falsamente, lo miré, sus labios se curvaron hasta esbozar una bonita pero creída sonrisa.

“Estás celosa.” Dijo mirando la carretera.

“No hables si no sabes.” Escupí.

“Me gusta que estés celosa, eso significa que te importo, bueno, te gusto.” Humedeció sus labios volvió a mirarme, yo sólo suspiré a la vez que apoyaba mi cabeza en el cristal.

“Te odio.” Murmuré a la vez que cerraba los ojos, en ocasiones su voz era taladrante.

“Uh, eso me hizo daño.” Me miró. “Justo aquí.” Señaló su corazón con el dedo índice.

“¿Sabías? Estás mucho más guapo callado.” Lo miré divertida, él hizo una mueca un tanto chistosa, intentaba dar pena u algo así.

“He llegado a pensar que tus “te odio” son más bien un “te amo pero mejor lo oculto” ¿O me equivoco Johnson?” Cambió por completo de tema para golpearme en mis narices con algo que hasta él sabía que era cierto pero ni modo de que yo lo aceptara.

En realidad si lo llegué a aceptar por unos largos y sabrosos minutos en los que digamos estuve con él como supuestamente las parejas suelen estar; seductoras y pasivas.

“Habla.” Insistió él.

“Agh, eres peor que un crío de dos años.”

“Eso no lo decías cuando por poco acabas sin ropa en mi cama.” En un cerrar y abrir de ojos mis mejillas estaban teñidas de un rojo pasión, mis ojos prácticamente fuera de sus cuencas y mi boca abierta en una gran “O”.

“Qué diablos.” Vociferé. “Bieber das asco.” Él dejó escapar una sonora risa la cual al instante se filtró por mis oídos, llegando a mi corazón y volviéndome completamente loca.

“En el fondo me quieres y te encanto pequeña.” Mordí mi labio al sentir esa tierna palabra salir de su boca, después suspiré. “Pero no importa, yo también te quiero y bueno, me encantas.” Fruncí el ceño ante eso.

“¿Qué?” Reí incrédula.

“Es verdad Ashley.”

“Justin.” Lo miré esperando un “es broma” pero nada.

Observé el paisaje correr y perderse en otro a través de la ventana del coche, Justin golpeaba el volante al ritmo de algo que tarareaba.

“¿A dónde vamos?” Dije al no reconocer ninguna de las calles por donde estábamos.

“Ya lo verás.” Susurró con una bonita sonrisa.

“¿Enserio?” Dije medio riendo.

“¿No puedo hacerle una sorpresa a la chica que quiero?”

Y PAM, como un bomba estalló en mi corazón haciéndome sentir miles de sentimientos en unos solos segundos al igual que me los hacía sentir cuando me acariciaba o simplemente me besaba.

“Huh….” Cómo siempre cuando él abría la boca para decir algo bonito yo me quedaba sin habla, como si acabara de ver un fantasma. “Quiero saber a dónde me llevas.” Esquivé lo que antes había dicho.

“No seas tan impaciente, ahora lo verás.”

Tras unos cuantos minutos más el coche estacionó, bajó Justin y abrió mi puerta. –esta vez sí dejé que lo hiciera.- Rápidamente colocó sus manos sobre mis ojos así impidiendo que yo viera dónde me encontraba con claridad.

“Despacio…” Ordenó él caminando aferrado a mí, notaba su torso pegado a mi espalda, su cintura pegada a mi trasero.

“¿A qué viene todo esto?” No creía nada de lo que estaba pasando después de todo.

“Ye te lo he dicho tonta, una sorpresa.” No lo vi, pero supe que él acababa de sonreír.

“El medico dijo que debías reposar.” Insistí.

“Sólo no voy a hacer esfuerzo.” Sentí su risita vibrar contra mi espalda. “Listo.”

Apartó sus manos así pudiendo ver lo que tenía ante mis ojos. Un bonito bosque de césped verde brillante, flores en este y entre ellas una manta típica de picnic color rojo y blanco. A su lado una cesta de mimbre, pude ver copas, supongo que de champan, -sí, a estas horas, él es así-.

“Dios mío.” Miré lo que él había organizado asombrada, después a él mientras fruncía el ceño algo confusa pero sin intención de fastidiar el momento.

“¿Te gusta?” Preguntó entusiasmado.

“¿Bromeas? Es genial.” Sonreí, él hizo igual a la vez que me empujaba cuidadosamente para que yo caminara hasta la manta.

Me senté en la manta la cual protegía nuestros traseros del césped repleto por completo de pequeñas criaturas viviendo en él -cosa que realmente no me gusta, odio los insectos, les tengo pánico-.

Comimos bromeando, me explicó que lo había planeado unos días atrás pero por todo lo que había sucedido no me había comentado nada y prefirió hacer de algo normal una pequeña sorpresa. Me dijo lo mucho que le fastidiaba que los chicos le chincharan con cosas sobre mí, cómo que Ryan iba a coquetear conmigo y demás, eso él no lo toleraba.

“Ashley.”

“¿Huh?” Era tan estúpida algunas veces.

“Cuando fuimos con los chicos al mall, vi que quedaste mirando un escaparate de joyas ¿cierto?” Parecía saber lo que decía, su cara de seriedad me mataba, quería reírme pero no era el momento para hacerlo, quería parecer rudo y sólo se veía adorable con esa expresión.

Asentí, él sonrió y buscó entre los bolsillos de sus jeans, allí sacó una caja de tamaño pequeño, pero no cómo una de un anillo, una algo más grande y de color gris.

Lo miré sorprendida, no podía creer lo que estaba llegando a sorprenderme en un solo día y lo mejor de todo; lo que llegaba a hacer por mí, por una simple sorpresa.

“No.” Sonreí cómo una niña. “No debiste.” Mordí mi labio algo nerviosa.

“No es nada.” Dijo abriendo la caja aterciopelada gris.

Mis ojos se iluminaron al ver un bonito colgante de plata con un diamante blanco azulado, la joya más bonita que jamás había visto en mi vida.

Él con mucho cuidado lo sacó de la caja, me indicó, yo lo entendí a la primera, voltee y aparté mi cabello dándole un total acceso a mi cuello para así poder colocar el colgante.

“Listo.” Dijo suave.

En ese instante sentí sus acolchados y suaves labios chocar contra mi cuello, un escalofrío recorrió mi columna, necesitaba más pero algo en mí no me dejaba actuar como realmente quería. Mi cerebro parecía estar en contra de todo esto, del que yo me enamorara, del que me hicieran daño y de pensar que él no era un chico normal.

“Justin.” Gruñí apartándome así quedando frente a frente.

“¿Qué pasa?” Frunció su ceño totalmente confundido, lo lógico era confundirse, estaba en todo su derecho

“Esto es tan complicado.” Mordí mi labio a la vez que apartaba un mechón de cabello y lo colocaba justo detrás de mi oreja.

“Ashley, habla ya.”

“Dime exactamente qué diablos es esto, que somos o que pretendes que seamos, porque mi corazón dice una cosa pero mi cabeza otra y eso es un problema, creo que me volveré loca.” Sonreí amargamente, su rostro expresó varios sentimientos antes de borrarlos por completo, dejar su cara lisa, sin ningún tipo de expresión.

“Yo…” Miró el suelo. “No lo sé.” Humedeció sus labios, mis ojos automáticamente se posaron en ellos. “No sé lo que somos, tampoco sé lo que podemos ser, en realidad esto es totalmente nuevo para mí.” Dijo mirando a la nada, yo asentí. “Sólo estoy seguro de una cosa, y es de lo que siento por ti, es una sensación muy diferente de lo que había sentido hasta ahora… Yo también intenté no aceptarlo, ya lo sabes, pero el corazón siempre acaba ganando.” Hizo una pausa, fijó su mirada en mí, eso hizo que mi corazón se acelerara, fue tan raro lo que había sucedido desde que lo volví a ver. “Ashley, te quiero, sólo necesito saber lo que sientes por mí para saber exactamente lo que somos.”

“Sabes, creo que sí, puede que me haya enamorado una vez, pero nunca sentí esto, quiero decir, ¿estaba antes realmente enamorada?... Nunca sentí ese vacío dentro al no poder hacer lo que necesitas hacer realmente, cuando ves mal a la persona a la que quieres y tu corazón se encoje, cuando la ves sonreír y sabes que todo está bien te sientes con más fuerzas que antes… Es raro, diferente, especial… Justin, no te voy a mentir, me da miedo todo el mundo en el que estás metido, me da miedo que algún día me toques cuando estés lleno de ira, cuando no seas tú y entonces pase lo peor, le temo a eso.” Suspiré contiendo mis lágrimas, nunca antes fue tan difícil decir cómo me sentía. “Pero sin embargo, cuando me olvido de la parte mala pienso que soy una completa idiota por ser tan bipolar contigo, digo, eres raro.” Reí negando, él lo hizo a medias. “Pero no puedo vivir engañada y menos dejar escapar a quien quiero, tú.” Mordí mi labio nerviosa.

“No hace falta que digas nada más Johnson.” Rió de lado apartando su vista de mí, después volvió a mirarme. “Somos dos tontos enamorados los cuales no somos suficientemente valientes para decirlo sin más y tenemos que esperar a que pase algo importante para hacerlo, eso somos.” Humedeció sus labios de nuevo.

Justin cada vez se acercaba más y más, pero paró justo cuando estaba a escasos centímetros de mis labios, entonces rompí esa diminuta barrera que él había creado en cuestión de segundos así pudiendo disfrutar de sus suaves y gruesos labios.

Echaba tanto de menos ese sabor inigualable, una mezcla entre miel y algo que no sabré nunca qué diablos es pero que sin duda alguna me vuelve completamente loca.

Mordisquee su labio inferior, él gruñó, me apretó más a su cuerpo así haciendo el beso más intenso, más profundo, más delicioso.

Enredamos nuestras lenguas haciéndolas bailar a un mismo ritmo, parecían estar echas la una para la otra como era el caso de nosotros al parecer, encajaban hasta en el más mínimo detalle, prácticamente cómo dos piezas de un rompecabezas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario