miércoles, 31 de julio de 2013

Capitulo dieciocho.






•Capitulo dieciocho – Bella ragazza.

Por la mañana nos mostraron la casa, sobretodo nuestras respectivas habitaciones. La mía quedaba al lado de la de Justin, estas estabas decoradas con muebles de madera blanca, las camas todas eran de matrimonio y realmente parecían de princesa.

La casa era cuidada por algunos mayordomos, jardineros y demás trabajadores. Al parecer supe que Jeremy la mayoría del tiempo lo pasaba fuera de casa al igual que Kim, ella siempre estaba en la oficina u viajando para eventos importantes, pero este verano como es obvio está de vacaciones así que por ello trabaja poco. En cambio Erin, pasa bastante tiempo en la casa, pero no mucho, ya que ella tiene masaje continuamente cada día y asiste a un centro de tratamiento, después marcha con sus amigas a no sé dónde.

Son concretamente las tres de la tarde de un viernes y aún no sé nada de Justin, siquiera hemos comido aún y la verdad tengo bastante hambre. Sólo recuerdo el que él marchara con su padre a hablar.

{Justin.}

El despacho de Jeremy es muy grande, apuesto a que aquí hace una de esas reuniones en las que las mafias asisten y charlan sobre negocios.

Dejo resbalar mi espalda por el butacón color café en el que estoy sentado. Él mira su móvil para después dejarlo sobre el escritorio y mirarme a la vez que cruza sus brazos.
— ¿Qué te ha parecido la casa? —Intenta iniciar una conversación.
— Bonita. —Digo sin más intentando escapar de lo que él pretende. Aún que sea mi padre por genética no significa que lo sea porque yo lo ame como tal.
— Me alegro, pasarás un muy largo tiempo aquí hasta que todo se calme al menos. —Sonrío entre dientes, quiero que diga lo que quiero escuchar.
— Dime, como es eso de matar a hombres. —Digo sin más.

Él me mira sorprendido, quizás no esperaba que mis primeras palabras fueran esas, o quizás no sé, esperaba que fuera un chico más calmado sin ánimos de dañar a nadie.

Después de supongo que asimilar lo que acabo de decir sonríe entre dientes negando con la cabeza. Yo sonrío de lado, una sonrisa un tanto delatadora; me gustaría probar lo que él hace.

— Bueno, depende de la persona, a mi me gusta, pero no sé a ti. —Arquea una de sus cejas mientras abre uno de los cajones del escritorio de oscura madera sacando una pistola.

La miro fijamente, como si esta pidiera a gritos que la agarre, que sea mía. Y así hago, la cojo delicadamente mientras la acaricio con las yemas de mis dedos mientras sonrío.

— Me gustaría saber cómo se siente al apretar el gatillo.
— ¿Te gustaría probarlo? —Dice algo dudoso.
— Sí.
— Pronto lo harás, solo necesitas algo de práctica antes de enfrentarte a alguien. —Hace una pausa. — ¿Sabes? Siempre quise conocerte, me alegra de tenerte aquí, un varón. Siempre me gustó la idea de pensar que mi hijo sería tan fuerte como yo.
— Pues no me gusta parecer alguien agradable, pero deseo concedido. Adoro el peligro, no lo sabe nadie de mi familia, excepto tú claro. Siempre tuve esa curiosidad por las armas, la muerte y bueno, las drogas. —Acaricio el arma.
— Sólo dime, ¿te drogaste alguna vez Justin?
— Sí, a los 17, pero con suerte pude dejarlo, no quería ser un drogadicto ni nada por el estilo, solo experimentar. El tabaco me ayudó a salir de esa mierda.
— Buen chico, no me gustaría tener un hijo drogadicto.

Sonrío orgulloso de que Jeremy, mi padre diga algo así, él está orgulloso de mí, y quizás no lo haga notar, pero me gusta saber que a la gente le gusta como soy, hasta en mi más mala faceta.

— ¿Sabes italiano cierto?
— Sí, se hablarlo tan bien como el inglés.
— Me alegra oír eso, y me gustaría que empezaras a hablarlo con gente de la casa, por ejemplo, los mayordomos solo hablan italiano. Con la familia a veces hablo italiano, ya sabes, Kim es 100% italiana, eso quiere decir que para ella su segundo idioma es el inglés pero el italiano es materno.

¿Kim? Pienso hasta lograr acordarme, Kim es la muñeca Barbie que me saludó antes. Está buena, pero me parecería asqueroso follármela siendo hija de mi padre. Seré un mujeriego, pero sobretodo sé lo que está o no bien, y eso entra en la lista de cosas malas, más bien asquerosas y patéticas.
— Ah ya, oye. —Miro el arma para después dejarla en el escritorio, pero él no deja que lo haga, me la vuelve a entregar.
— No, es tuya. —Sonríe, yo también lo hago, eso me entusiasma yo ya llevaba un arma encima pero era mucho menos que esto y nunca la he utilizado.
— Gracias.
— ¿Qué querías decirme hijo?
— ¿Cuándo irá Ashley a la agencia con tu hija? —Digo algo serio mientras me dirijo hacia la puerta.
— No lo sé, eso lo tendrá que hablar ella con Kim. —Hace una pausa. — ¿Pensáis comer aquí o saldréis por Florencia?
— Pues no lo había pensado, quizás la lleve a comer a algún restaurante de por aquí cerca, y puede que mañana vayamos a dar una vuelta por Florencia. —Sonrío al saber que eso le hará mucha ilusión.
— Venecia. —Murmura mirando su móvil.
— ¿Venecia?
— Sí, es muy bonito, Florencia también lo es, pero Venecia es muy romántico. —Deja de mirar su móvil para dedicarme una miradita que no me gusta nada.
— Que más da, Florencia está bien. —Intento esquivar el tema.
— Pues hacéis una bonita pareja. —Sonríe sin mirarme, yo lo fulmino con la mirada, después salgo de la habitación.

Miro la pistola, el seguro está puesto, la guardo entre los pantalones y mi camiseta, se marca algo, pero no importa hace algo de viento fuera, con la chaqueta no creo que se note mucho.

+

Su cabello se despeina con el viento, ella ríe molesta algunos mechones le dificultan la visión y no deja de apartarlos de su rostro recogiéndolos tras su pequeña oreja.

A pesar de que llevo gafas oscuras miro su mano disimuladamente, esta está agarrando mi brazo. La maldita chaqueta hace que su suave piel no tenga contacto con la mía y eso me fastidia, porque que ella te toque es como algo divino, se siente genial.

Acaricio su mano, ella me mira sorprendida, sonríe tímida a la vez que desvía su mirada de nuestras manos que ahora están unidas y se ven condenadamente bien así.

Ella es tan dulce, no sé cómo está sola sin nadie con quien pueda serlo aún más, sin pareja. En realidad me gusta que sea así, no me gustaría la idea de soportar a un tío poniendo sus manos sobre ella, me pone nervioso y me asquea el pensar eso, porque no quiero que nadie le haga daño, solo por eso no me gusta esa idea de verla con pareja.

Al llegar al restaurante al parecer “Gusto squisito” retiro una de las sillas para que ella se siente. Y vuelve a hacerlo, me mira sorprendida como si no creyera que puedo ser caballeroso con una chica. Yo río ante el gesto que hace ella, entre mueca y risa.

Después me siento yo frente a ella.

{Ashley}

¿Por qué es así conmigo? Se me hace raro verlo tan… Amable, caballeroso y tierno conmigo cuando hace nada solo discutíamos o intentábamos dejarnos el uno al otro mal.

Río al intentar leer las cartas, no hay nada que logre entender, solo palabrejas como “spaghetti” ya ves tú que descubrimiento más grande.

Él nota mi confusión y agarra mi carta, lee algunas cosas y sonríe al ver mi rostro, totalmente avergonzada, porque parezco tonta.

— ¿Qué quieres tomar? —Sonríe tierno mientras arquea una de sus cejas.
— Hm… Esas pastas que van rellenas. —Dije intentando explicarle, ya que no me salía el nombre.
— Ah, ya sé, yo también comeré eso. —Hace una pausa. — ¿Para beber que quieres? Yo pediré una copa de vino, aquí debe de estar delicioso—Muerde su labio, eso hace que un ligero escalofrío recorra toda mi espalda.
— Zumo de naranja. —Frunzo el ceño.
— ¿Zumo? —Ríe a carcajadas mientras yo lo miro seria. — Está bien, pues zumo para la señorita. —Rueda los ojos y llama al camarero, este viene rápidamente muy sonriente, es un hombre de unos 30 años.
— Benvenuto, ¿si vuole prendere? —Dice el hombre de ojos verdes.

Miro interrogante a Justin, esto es de tontos, no entiendo absolutamente nada, he de ir a una escuela a aprender el italiano en menos que canta un gallo.
— Tortellini —Sonríe mirándome tierno.
— ¿E di bere? —Pregunta de nuevo el moreno.
— Hm… Vino e succo d'arancia.
— D’acorddo. —Me dedica una bonita sonrisa y se va.

Justin solo había pedido lo que queríamos en italiano y ya era condenadamente sexy, realmente era todo un dios sin hablar italiano, ya entonces hablándolo no sé que es, solo sé que le queda jodidamente bien y que por poco muero.

A los pocos minutos el camarero regresa con los platos y las bebidas, miro divertida a Justin al ver el zumo. Él contiene su risa, intenta ser serio, el camarero nota el intento de aguante de risa que acaba en una gran carcajada.

— È una ragazza molto bella. —Sonríe. — ¿ Stanno insieme?

No sé que está diciendo el moreno de ojos verdes, pero noto como Justin se pone serio y mira a la nada, como si estuviera nervioso, y me pregunto por qué.

— Sì, è bella, ma siamo amici. —Sonríe nervioso mientras sus mejillas se tintan de un rosa rojizo.

El camarero sonríe, deja los platos encima de la mesa y se va mientras dice algo como buen provecho, cosa que es lo único que logro entender de todo lo que ha dicho.

Miro a Justin, él aún se ve nervioso, y no me mira. Yo solo tengo curiosidad por saber qué es lo que ha dicho para que él se ponga tan nervioso.

— ¿Qué dijo ese hombre que te tiene tan nervioso?
— Nada, dijo que habíamos elegido bien en el menú. —Carraspea a la vez que mira su plato. — ¿Comemos ya? No podemos dejar que esto se enfríe. —Yo asiento.

Yo había muerto y había resucitado unas dos veces desde que él había abierto la boca para hablar en italiano. Se ve jodidamente sexy y me molesta admitirlo, pero no puedo mentir con eso.

{Justin}

¿Por qué el camarero habrá dicho eso? No creo que llevemos ningún papel pegado en la frente en el cual ponga “somos pareja”. No entiendo porque todos dicen que hacemos buena pareja o preguntan si somos algo. No somos nada ni lo seremos, solo somos buenos amigos, amigos de la infancia. Ella es bonita sí, y yo lo acababa de admitir en la pequeña charla con el camarero, pero simplemente es cierto, cualquier hombre la ve bonita.

Ella mientras come no deja de preguntar sobre que ha dicho realmente ese hombre. Si cree que se lo voy a decir lo lleva muy claro. Realmente no es nada malo lo que el moreno ha dicho, pero simplemente se que si se lo digo ella quedará molesta o simplemente estampará su puño contra mi mejilla sin yo tener la culpa, solo lo sé.

Ella disfruta de la comida como niña pequeña, al igual que yo. Noto como saborea ese zumo que ella misma ha pedido, cosa que me causa risa, porque que una chica de 18 vaya a un restaurante más en Italia y pida un zumo de naranja es algo raro y gracioso a la vez.

Pruebo el vino, realmente sabe muy bien, exquisito. Le doy a probar un poco a Ashley de mi vaso, ella hace una mueca y humedece sus labios llevándose con ellos un último sabor u gota que la bebida había dejado en ellos.

— Más, dame más anda. —Sonríe mientras hace pucheros, yo río y le doy más.
— Te lo vas a acabar todo tú, te dije que pidieras vino, no me hiciste caso. —Frunzo el ceño. — A quien se le ocurre comer tortellini con zumo de naranja.

Ella ríe, su sonrisa es bonita, perfecta diría.

— Ya bueno tienes razón, supongo que aprendí algo hoy. —Ríe.
— Para la próxima vez ya sabes.
— ¿Habrá una próxima vez? —Dice emocionada.
— Sólo si tú quieres.
— Claro, es más me gustaría visitar mas ciudades.
— Mañana recorreremos toda Florencia.
— Eso suena bien. —Sonríe mientras fija su mirada en mis ojos poniéndome nervioso, increíble pero cierto, ella me pone nervioso.
— Jeremy dijo que Venecia era una ciudad muy bonita. —Digo como tonto, ahora ella querrá ir.
— Podríamos ir algún día, sería bonito. —Frunce el ceño al ver mi cara ante la última palabra. — Digo, esa ciudad debe de ser preciosa. —Asegura intentando arreglar lo que ha dicho pero no funciona.
— Ya, bueno, algún día iremos. —Ella sonríe victoriosa.
— Siempre quise subir en una de esas…
— Góndolas. —Me adelanto.
— ¿Tú también quieres? —Abre los ojos.
— Bueno, debe de estar bien. —Encojo mis hombros.

Al acabar de comer aviso al camarero, pago y después marchamos de nuevo a casa. El ir a un restaurante junto a ella había estado muy bien, en realidad su compañía era lo que había hecho que eso estuviera bien.


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Super corto, pero como siempre pedís que suba aun que sea corto para leer algo aquí está jejeje

martes, 30 de julio de 2013

Capitulo diecisiete.








•Capitulo diecisiete – Florencia.

“Ashley” susurra una voz aterciopelada contra mi oreja.

Entreabro los ojos, puedo ver como algunos rayos de sol chocan contra mi piel, giro la cabeza esperando encontrarle.

Ahí está, ahora lleva una camiseta negra de tirantes la cual hace que sus fuertes brazos se vean resaltados en ella junto a una cadena de oro que cae sobre su pecho.

Debe de haber saltado por la ventana una vez más para cambiar su ropa ya que su camiseta ayer era blanca de manga corta.

Lo miro preocupada, ya ha debido de sonar el despertador y ni me he enterado, esto es preocupante, no me extrañaría que sufriera de insomnio pero no de lo opuesto.

Me incorporo quedando sentada, puedo fijarme al completo de cómo va vestido de cintura para abajo. Lleva unos pantalones también negros y unas supra rojas, casual pero sexy.

¿Vas a seguir analizándome por mucho más tiempo? Sonríe mientras que carga sus dos grandes negras maletas hasta el pasillo para dejarlas con las mías.

Oh, mierda esto de disimular no es que sea lo mío, definitivamente no lo es.
— ¿Me he dormido? —Ignoro su pregunta.
— Sí, eres una marmota, no has cambiado para nada. —Ríe sentándose en la silla que está junto al tocador.
— ¿Ya has desayunado?
— Sí, tu abuela no ha tardado en ofrecerme gofres. —Sonríe tierno.
— ¿Mi abuela sabe que estás aquí? Digo, que has pasado la noche conmigo, mierda quiero decir…
— Sí, ya te entendí. —Dice interrumpiéndome a la vez que me salva de ese estúpido atasco con las palabras. — La verdad es que después de despertar salí por la ventana hacia mi habitación, una vez allí me vestí y agarré las maletas para luego llegar a tu casa como una persona normal. —Hace una pausa. — Por la puerta.
— Wow, tú haciendo algo normal… Señoras y señores se acerca el fin del mundo. —Pongo voz del hombre de las noticias, entonces ambos comenzamos a reír.
— Anda, cámbiate de ropa come algo y vamos hacia el aeropuerto, allí nos espera Jeremy.

Empiezo a pensar que él es como una madre o algo así, todo el tiempo ordenando y con prisas.

Cojo algo de ropa http://www.polyvore.com/love_will_remember/set?id=89084119 , seguidamente entro al baño para cambiarme allí ya que obviamente no lo iba a hacer en la presencia del chico.

Al cambiarme cepillo mi cabello, este queda al natural creando algunas ondas.

Salgo del baño y sonrío al ver a Justin frente la puerta con una gran sonrisa.

— ¿Vamos? —Digo intentando romper ese silencio tan incómodo.
— Sí, vamos. —Camina hacia fuera de la habitación, coge sus maletas y baja hacia abajo.

Yo cargo las mías como puedo medio arrastrándolas por las escaleras, él me mira desde abajo intentando contener su risa, pero algo falla y entonces escucho un leve “Jaja” proveniente de su melosa voz.

Lo fulmino con la mirada mientras dejo las maletas al lado de la puerta y camino hacia la cocina para coger una magdalena.

— ¿No vas a querer gofres cariño? —Nanny salta a la escena, al parecer estaba en el salón.
— No, no tengo hambre. —Encojo mis hombros.

Ella sonríe mientras se abalanza a mí con una tierna pero triste sonrisa, yo me hundo en sus brazos y no dejo de susurrarle “estaré bien” mientras algunas lágrimas logran escapar de mis ojos a pesar del esfuerzo que he hecho por contenerlas.

— No llores niña o harás que yo también me ponga sentimental. —Susurra mientras acaricia mi espalda con ánimos de tranquilizarme.
— Te echaré tanto de menos… ¿De veras quieres que me vaya? —Susurro contra su cabello.

De alguna forma noto como ella mira a Justin, después me separa de sus brazos aún mirando al chico de cabellos dorados que espera junto a la puerta mientras sostiene las maletas y mira algo triste.

— Estarás bien con él.

En ese preciso instante miro a Justin, este le sonríe tierno, como agradeciéndole el gesto, después vuelve a fijar su mirada en mi. No sé cómo pero logro entender su mirada y es algo así como “Vamos, no hagas esto más doloroso” y tiene razón. Abrazo y beso la frente de la abuela por última vez, camino hacia donde el rubio está, tomo mis maletas y suspiro.

— Sí, lo estaré. —Murmuro.

Dirijo una última mirada triste hacia la abuela. Hoy se ve radiante, su cabello grisáceo parece algodón cae sobre sus hombros, y es chistoso describirlo así pero creo que nada le queda tan bien como esa palabra “algodón”.

Ella agita su mano de un lado al otro mientras sonríe dulcemente hacia nuestra dirección. Veo como Justin susurra un “adiós señora” mientras sonríe para después mirarme a mí y salir por la puerta.

+

Justin se encuentra dormido a mi lado en el avión, más bien encima de mí, él se ve muy dulce, prácticamente como un ángel.

Su cabello está completamente despeinado, no puedo evitar enredar mis manos en él, siempre tuve esa pequeña debilidad en cuanto a los chicos. No puedo resistirme a hacer eso más cuando su cabello es tan sedoso y salvaje.

Él está descansando con la cabeza en mi regazo, y es como algo bonito pero simple a la vez.

Bonito porque me recuerda a una de esas películas en las cuales el chico es apuesto y encantador, entonces la chica está colada por él y bueno, el chico simplemente lo hace con inocencia, pero a ella le agrada eso porque lo ama. Sí, vaya paranoias más raras me hago, realmente creo que tengo que dejar de ver películas de amor y esas cosas, porque me afectan demasiado. Al fin y al cabo esto es muy simple, él estaba cansado y he accedido a que durmiera cómodo, nada más.

Jeremy parece un buen hombre, cuando llegamos al aeropuerto fue amable y bromista, de seguida trató de entablar una conversación conmigo para saber de mi relación con Justin. El chico de cabellos dorados simplemente no soltaba prenda, era callado y para nada como él es realmente, con su padre era distinto, una persona totalmente diferente.

Jeremy ahora se encuentra mirando su móvil mientras teclea muy concentrado sin prestar atención a nada en cuanto lo rodea. Siquiera ha notado que yo ya he despertado de mi pequeño sueño, así que concentrado creo que es poco para definir como él está.

+

“Despierta señorita, ya hemos llegado” esa melosa voz una vez más interrumpía mis más profundos sueños. Pero realmente me agrada despertar así, con esa aterciopelada voz que deja atontados a mis sentidos.

“Hmmmm…” Me quejo mientras me acurruco para seguir aún durmiendo.

— No Ashley, no puedes seguir durmiendo, acabamos de llegar y hemos de coger el equipaje.

Abro los ojos y veo al chico con la sonrisa más blanca y bonita del mundo; Justin.

Me incorporo, no quiero parecer una vaga, porque realmente no lo soy; Bueno sí, lo soy un poquito, pero qué más da, no quiero parecerlo aún más.

Froto mis ojos haciendo que me visión sea más clara. Cuando me siento con fuerzas levanto del sillón en el que he estado pegada tanto tiempo, prácticamente noto como si aún lo llevara pegado en el culo, que molesta sensación.

Sacamos las maletas y las llevamos a un coche negro con los cristales tintados también que está estacionado frente al avión.

En el trayecto del coche decido iniciar una conversación porque me parece terrible que Justin no lo haga, es realmente incomodo el silencio y por eso soy de esas personas que prefieren romperlo a hundirse en él.
Bromeo sobre cosas que han ocurrido estos días, Justin sonríe de vez en cuando y a veces me regala algún “Si, claro” cosa que no soporto que haga porque parece que lo diga de mala gana, aun que creo que es eso.

Al llegar a la casa situada en Florencia el chofer dice algo que no logro entender, maldito Italiano, tan sexy pero tan difícil.

Justin baja primero y abre mi puerta, lo miro sorprendida ante el caballeroso gesto que este acaba de hacer. Él sonríe de lado, sabe lo mucho que me ha sorprendido el que él haga eso, pero para colmo él carga con mis maletas mientras las suyas las carga el chófer.

Jeremy como siempre teclea rápidamente a través de su móvil muy concentrado. Veo como Justin le dirige miradas pero rápidamente posa su vista en la gigantesca y bella mansión que tenemos frente a nosotros.

Un color marfil tinta la bonita fachada de la casa dándole un toque elegante y distinguido, el gran jardín de un verde vivo adorna el exterior de la casa junto a unos grandes árboles acompañados por unos bancos de robusta madera.

Jeremy deja de lado su fiel amigo digital para sacar las llaves de tal grande casa. Cuando las logra encontrar de entre su chaqueta escoge de entre unas 5 llaves al parecer una dorada que al mismo tiempo la lleva a la puerta de madera blanca. Esta hace un sonoro “clack” y se entre abre dejándonos ver su tan glamouroso interior.

Muebles de madera clara con toques blancos adornan al parecer la casa. Pomos dorados en las grandes puertas de color blanco, suelo de baldosas color marfil al igual que su fachada y paredes claras con algunos destellos “¿Oro?”; pienso.

Miro a Justin, este mira la casa fijándose en cada detalle al parecer como yo, pero con menos admiración, ya que recuerdo que él tiene un lujoso coche y quizás no le impresiona tanto.

— Es preciosa. —Susurro admirando cada rincón de esta.
— ¿Te gusta? Pues me alegro de que sea así, este será tu hogar por un largo tiempo. —Dice Jeremy mientras camina hacia las escaleras. — ¿Chicas? —Grita haciendo que su grave voz retumbe en toda la casa.

Miro a Justin, me acerco a él y acaricio su espalda, dándole apoyo y algo de tranquilidad, ya que seguramente él necesita de eso en estos momentos.

Al cabo de unos pocos minutos unos tacones rosados asoman por lo alto de las escaleras acompañados de otros negros.

Una rubia de ojos azules aparece junto a una mujer de  más o menos la edad de Pattie de cabello color carbón al igual que sus ojos.

Jeremy las mira sonriente mientras se acerca para quedar al lado de estas, Justin las mira analizándolas al igual que yo.

— Justin, hijo, ella es mi mujer, Erin.
— Hola Justin, encantada. Sé que no seré como tu madre, porque madre solo hay una, pero intentaré caerte bien. —Sonríe mientras se acerca para abrazarle, después me mira sorprendida. — ¿Tu novia?

Noto como mis mejillas arden y supongo que ya han adaptado ese color rojizo que tanto odio. Odio con todas mis fuerzas que mi cuerpo reaccione de tal manera porque me delata y con ganas.

— Su amiga. —Sonrío.
— Mejor amiga. —Corrige el chico que hasta ahora había permanecido callado.

Lo miro sorprendida pero alegre. Erin se acerca cuidadosamente hasta que me abraza, seguidamente vuelve a quedar al lado de la rubia, la mira esperando a que esta se presente, pero la muñeca Barbie solo se limita a hacer algún que otro puchero.

— Kim, su hija. —Da un paso hacia adelante, mira a Justin sonriente, después me mira a mí con algo de… ¿Desprecio?
— Justin. —Dice algo tajante.
— Ella es hija de Erin, más o menos es un caso como el tuyo Justin, su padre es otro hombre, pero por cosas de la vida la traté desde que ella era pequeña y bueno, es más mi hija que otra cosa. —Explica Jeremy mirando a su hija. — Erin, ella es Ashley Johnson, y bueno Ashley, ella es Kim Guerini, la diseñadora de la que te hablé.

Vale, la rubia que parece plástica es la diseñadora que supuestamente me va a colocar en el mundo de la moda y parece que sus miradas más bien desde que me ha visto han sido de desagrado y desprecio más que otra cosa. En realidad está mal lo que estoy haciendo, la estoy juzgando sin conocer, quizás la chica no es mala persona, simplemente da una imagen que no es, quizás le cuesta dar charla y no sé. Lo que sea; jamás se debe de juzgar un libro por su portada.

— Encantada Kim, supongo que ya te habrán dicho cual es mi sueño. —Digo sonriente esperando caer bien.

— ¡Sí desde luego! —Exclama amistosamente cosa que me sorprende. — Tenemos que hablar de eso, pero a simple vista encajas con el prototipo. —Sonríe.

lunes, 29 de julio de 2013

Capitulo dieciséis.














•Capitulo dieciséis – Smile.


Justin me convenció, pasemos media mañana bromeando, él decía que querría estar presentes en las sesiones de fotos en las que yo modelaría. Al principio me negué por completo, pero viendo las caritas de cachorrito abandonado que hacía no pude resistirme.
Todo iba bien, hasta que él hace unos minutos propuso ver una película de terror, al parecer “Insideous” yo tenía miedo a esa película desde que la vi en el cine con Torý, de verdad era una de las películas que más miedo me daban.

— No pienso verla. —Digo mientras niego con la cabeza.
— Oh, créeme, si lo harás. —Se pone de pie a la vez que lleva un CD al vídeo.
— No por favor —Susurro. — No tienes ni la menor idea de lo fatal que lo paso.
— Tranquila, estoy aquí contigo, nada te va a pasar. —Susurra sentándose a mi lado en el pequeño granate sofá.

Él rodea mi hombro con su brazo, lo miro de reojo, carraspeo.

Veo como sonríe, en realidad no lo veo con claridad, pero puedo sentirlo, así, sin más.

Apenas empezar la película ya me asusto y como una niña pequeña tonta acabo escondiendo la cabeza en su pecho.

Su camiseta huele a hombre, su perfume dulzón inunda mis fosas nasales haciendo que me estremezca. Su perfume es delicioso, lo observo, quedo anonadada con su belleza, en realidad es como un chico de estos en los que salen en portadas de revistas.

La única luz de la habitación le ilumina haciendo ver sus perfectos lunares dispersados por su dulce rostro brillante. Visualizo uno casi al borde de sus labios, sonrío y como si mi cuerpo hablara por si solo lo acaricio haciendo que él me mire algo desconcertado.

Veo sus blancas perlas asomar de entre sus labios; está sonriendo.

Acaricia mi mejilla, quedo en “shock” pues sus ojos mieles miran mis labios a la vez que humedece los suyos.

Se acerca lentamente, juraría que va camino hacia mis labios, se acerca mucho, estamos a centímetros, nuestras narices rozan. Entonces veo como desvía su cara hasta mi cuello, aspira mi perfume para después seguir con su ruta hasta mi oreja.


— Ashley. —Susurra contra mi oreja provocando que un escalofrío recorra todo mi cuerpo.
— ¿Sí?
— Ahora viene un susto. —Ríe entre dientes a la vez que poco a poco se va alejando.

Frunzo el ceño al ver como este se aleja, miro la televisión para concentrarme en la película cuando “PAM” efectivamente, ahí está el susto.

Justin ríe al notar mi pequeño salto y me aprieta más contra él, yo rodeo su cuerpo con mis brazos, el miedo se apodera de mí al ver una anciana sujetando una vela frente a un espejo.

Tanto es el miedo que vuelvo a enterrar mi cabeza en su pecho, siento su barriga ir hacia arriba y hacia abajo entonces veo como ríe.

— Eres una miedica, encima de que te avisé… —Ríe descontrolado.

Hago una mueca, al acabar la película suspiro pesadamente dejando atrás los brazos de Justin.

— ¿Por qué has hecho eso antes? —Él frunce el ceño mientras lleva sus manos detrás de su cabeza.
— ¿Qué he hecho según tú?
— Sabes muy bien de que estoy hablando. —Él sonríe divertido mientras libera una de sus manos y acaricia mi pierna.—¿Ves a lo que me refiero? No hagas eso. —Digo apartando su mano de mi muslo.
— En el fondo no quieres que pare.
— Y tú que sabes.
— ¿Entonces porqué decías con tus ojos que te besara?

Tragué saliva, ¿Cómo puede él saber eso? En realidad no estaba pensando eso, creía que él me iba a besar, pero no le suplicaba que lo hiciera, realmente no sé que hubiese hecho si él se hubiese lanzado.

— ¿Ahora lees la mirada o algo así? —Río.
— Agh, no cambies de tema.
— No cambio de tema.
— Si lo haces.
— No.
— Oh créeme que si lo haces. —Ríe abalanzándose sobre mí quedando recostado encima a causa de lo pequeño que llega a ser el sofá mientras me hace cosquillas.
— ¡Para… para! —Grito a la vez que intento zafarme de su agarre.

Me es imposible escapar, él lleva mis manos a la altura de mi cabeza agarrándolas fuertemente para que no escape.

Hago movimientos hacia los lados intentando escapar, pero nada, imposible.

La única luz que había ya no ilumina la habitación porqué la película simplemente ha llegado a su fin. Estamos a oscuras solo con la única luz que se filtra por los agujeros de las persianas del salón.

Él mira fijamente a mis ojos, se acerca como la otra vez, lentamente sin dejar de mirar a mis ojos.

Yo tengo una idea para escapar de sus garras.

Le respondo también acercándome como puedo, cuando estamos a escasos milímetros de rozar nuestros labios puedo notar como ha liberado mis brazos, así que antes de que pase nada lo empujo riendo, me levanto corriendo y lo miro sin poder parar de reír.

Su cara es una mezcla entre sorpresa fastidio y algo de confusión. Rasca su nunca, ríe nervioso y se acomoda. Me mira aún a los ojos mientras medio ríe.

— Eso no se hace. —Dice poniendo cara de perrito mojado.
— ¿El qué?
— Eso que has hecho.
— No he hecho nada. —Aclaro.
— No lo niegues.
— Solo me he apartado.
— ¿Tan mal beso?

Lo miro sorprendida, arqueo una ceja, este ríe nervioso, incluso más que antes. Apuesto a que eso no era precisamente lo que quería decir.

— Me voy a preparar las maletas.
— ¿No estás enfadada no?
— ¿Porqué debería de estarlo?
— Porque soy un bocazas.
— Ah… No, no lo estoy, yo también soy bocazas muchas veces por no decir siempre.

Salgo de su casa, camino hacia mi casa, al llegar subo a mi habitación, hago la maletas, la verdad no sé como podré con todo esto.

Miro hacia la ventana, veo a Justin al otro lado, en su habitación. Este me mira, al darse cuenta de que lo he visto sonríe y quita su camiseta.

A pesar de que él está a unos pocos metros puedo ver sus abdominales bien marcados y esa perfecta “V” que volvería loca a cualquier chica.

Lanza su camiseta a un lado de la cama, sonríe divertido, el sabe que lo estoy observando. Humedece sus labios para seguidamente mirarme a la vez que se sienta en su cama.

Río negando con la cabeza. Cojo las maletas como puedo medio arrastrándolas por la habitación hasta dejarlas al lado de las escaleras.

Bajo al salón ignorando que Justin está al otro lado de la ventana, camino rápidamente a la cocina, tengo algo de hambre a pesar de la comilona que Justin y yo nos hemos pegado con las palomitas dulces.

Saco un bol a la vez que me pongo de puntillas para alcanzar a agarrar la caja de los cereales. Echo unos cuantos en el bol mientras abro la nevera, cojo la leche para después verterla en el recipiente.

Camino hacia el sofá y me dejo caer en él, palpo el sofá mientras con la otra mano meto cereales en mi boca, hm, sabrosos.

Logro encontrar lo que buscaba; el mando de la televisión.

La enciendo, entonces busco algún canal en el que echen algo interesante. Hago zapping como por 5 minutos intentando encontrar algo de mi agrado cuando Eureka, están dando ese concurso de baile que tanto me gusta.

“When you ready come and get it na na na na na na na na” Tarareaba al acabar los cereales mientras los dejaba en la mesita para comenzar a danzar.

Intento imitar los pasos de baile que las chicas hacen, pero es muy difícil, soy muy torpe y realmente no sirvo para el baile.

— Vaya, pareces feliz. —Dice esa femenina y dulce voz.

Nanny me mira de reojo riendo mientras deja las bolsas de la compra en una de las sillas. Seguidamente se sienta en el sillón en el que yo antes descansaba mi trasero y observa la televisión.

La miro intentando contener mi risa al ver su cara toda interesante cuando realmente de interesante en ese programa no hay nada, simplemente jóvenes bailando y compitiendo.

— Sí, lo estoy, pero a la vez algo triste. —Me encojo de hombros.
— ¿Porqué cielo?
— Mañana me voy a Italia abuela y no te veré un largo tiempo. —Susurro cotilleando entre las bolsas que ella acaba de traer.
— Pero no importa, yo estaré bien aquí, no volveré a California hasta que tu vengas y decidas marcharte. Aquí con Pattie estoy bien, me hace compañía. —Dice sonriendo a la vez que cambia de canal.
— Me alegra que no te vayas, aquí como tú dices estás acompañada. —Dejo de curiosear para llevar el bol de cereales a la cocina y dejarlo en el fregadero.
— ¿Qué has hecho con Justin? Has estado todo el día fuera.
— Ver una película. —No puedo evitar pensar en lo que ha pasado, sonrío como una auténtica tonta.
— Uyuyuy… Esa sonrisa… —Me mira con acusación yo ruedo los ojos a lo que ella responde riendo. — Cariño me alegro por vosotros, quiero decir me gusta la idea de que te vayas con él. Es un buen chico, te quiere, sea de la forma que sea lo hace y veo como te protege, él quiso que fueses con él a Italia para protegerte de los que le rodean, aparte de que no quería volver a perderte. —Explica mientras mueve sus manos.
— Es un buen chico. —Susurro sonriente.

Camino hacia las escaleras, subo a mi habitación y miro hacia la ventana. Ya no está Justin, está todo bastante oscuro aun que apenas son las 9 de la noche.

Me acuesto en la cama, cierro los ojos y pienso en lo sucedido. Él es un chico un tanto bipolar, pero en cierta forma él todavía es como era cuando era mi mejor amigo.

Noto como la cama se hunde, medio giro intentando saber el porqué entonces veo a ese chico de cabellos dorados con una reluciente sonrisa; Justin.

Él acaricia mi cintura ya que estoy de lado, lo miro extrañada él solo sonríe como sólo lo sabe hacer él. Se acerca y deposita un dulce y cálido beso en mi mejilla haciendo que estas se ruboricen.

— Hola fea. —Susurra. Ahora acaricia mi brazo haciendo que me estremezca.
— ¿Otra vez entrando por la ventana? ¿Tienes complejo de príncipe o algo? Porque te recuerdo que no soy rapunzel ni nada por el estilo. —Sonrío girándome para mirarle a los ojos.
— Que más da, como si lo fueras. —Ríe tumbándose a mi lado.
— ¿Qué haces loco?
— Tumbarme a tu lado.
— Ah no, no me había dado cuenta. —Hago un tono de burla y río. — Ya lo sé.
— Solo quería volver a verte. —Susurra.

“Pum, pum, pum, pum” mi corazón noto que late con aún más fuerza que antes, prácticamente con la suficiente para salirse de mi pecho.

“Sólo quería volver a verte.” ¿Qué hace diciendo eso como si fuera lo más normal del mundo? No me gusta que diga eso porque me hace sentir como uno de sus ligues o novias cuando tan siquiera somos amigos, nada más. Nunca seremos algo más.

« Te encanta» Dice la “yo” de la otra noche. Ya tardaba en volver a aparecer.

— Ah pues ya me has visto. —Suelo sin más con la preocupación de que él se diese cuenta de que estaba en otro lugar, en mi mundo, pero lo hago algo tarde ya que él me mira curioso mientras evita reír, pero no puede sus mejillas se hinchan al intentar contener su risa.
— Quiero proponerte algo. —Susurra acomodándose.
— Adelante.
— ¿Recuerdas cuando dormíamos juntos?
— Sí, claro, como olvidarlo. —Sonrío débil al recordar las largas noches durmiendo en el jardín.
— Me gustaría volver a dormir contigo. —Dice sin más preámbulos.

No puedo, quiero pero no puedo. Porque eso sería raro a estas alturas, a nuestra edad hacer eso no es algo muy normal. Normalmente un chico y una chica duermen juntos en la misma cama cuando tienen algo, no porque son amigos.

Carraspeo intentando librarme del fuerte nudo que tapona mi garganta. Cuando logro librarme sonrío nerviosa mientras me incorporo quedando sentada en la cama. Él me mira expectante, esperando que diga algo.

— Eso sería raro. —Hago una pausa. — Los amigos no duermen en una misma cama.
— No tienes porque pensar mal tonta, simplemente vamos a dormir, no va a pasar nada. —Sonríe divertido. — A menos que tú quieras que pase algo.

Ruedo los ojos, pero una risita escapa de entre mis labios, él se da cuenta. Es muy rápido, percibe rápidamente mis gestos palabras u movimientos, realmente es ágil.

— ¿Porqué eres tan… así?
— ¿Perfecto?
— ¿Ves? A eso me refiero, eres un creído. —Río mirándole.
— Pero te gusta que sea así, admítelo, a las chicas siempre les va este rollo aun que digáis lo contrario.

¿Cómo él podía saber eso? ¿Se había dado cuenta? Agh maldición ya ni sé que digo. No se da cuenta de nada porque simplemente no hay nada de lo que darse cuenta.

— Sí, tienes razón, pero que seas así conmigo no funciona. —Río.
— ¿Entonces aceptas? —Sonríe tierno.
— Está bien, solo vamos a dormir, así que porqué no. —Me encojo de hombros el sonríe victorioso. — Voy a poner el despertador, recuerda que mañana cogemos el vuelo a las siete.
— Ah, se me olvidó decirte que iremos en el avión privado de Jeremy.
— ¿Avión privado? —Digo sorprendida, el asiente.
— Sí, bueno ya sabes, es mafioso, tiene dinero. —Hace una mueca para seguidamente levantarse, yo lo miro interrogante.
— ¿Qué haces Bieber?
— ¿No te importa que duerma en bóxers no? Digo, no me gusta dormir con mucha ropa. —Frunce el ceño mientras rasca su nuca.

Genial, ahora tendré a un chico de bastante buen ver semidesnudo a mi lado durmiendo. Vas progresando Ashley…

— Ah.. N-No, Cla-claro que no. —Logro decir.

Él se deshace de su camiseta tirándola a un lado de la habitación mientras hace lo mismo con sus pantalones dejándome ver una perfecta visión de su torso desnudo.

Sus pectorales bien marcados al igual que sus abdominales y su perfecta e inigualable “V” que sobresale de un poco más arriba de sus bóxers, él los lleva muy bajos y eso me preocupa, me pone nerviosa, me avergüenza.

Nota como analizo su cuerpo y sonríe de lado, alborota aún más su cabello mientras se acuesta a mi lado haciéndolo ver condenadamente sexy.

Trago saliva, tomo el móvil y pongo la alarma, lo dejo en la mesita de noche, apago la luz y me tumbo a pesar de que no vaya a dormirme en un buen rato. Cosa que no agradezco ya que mañana madrugamos, y el que él haya decidido dormir conmigo así no ayuda mucho que digamos.

Noto como él se acomoda en la cama, noto su piel muy cerca de mi camiseta. Pero para colmo ya es que él pase uno de sus brazos por encima de mí haciendo quedar su mano al lado de mi barriga, prácticamente la acaricia con su pulgar poniéndome extremadamente nerviosa.


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Sé que es bastante corto, pero quiero que el próximo sea ya de todo un día completo y eso. 

miércoles, 24 de julio de 2013

Capitulo quince.









•Capitulo quince – Come with me.

{Ashley}

“Brbrbrbrbr…”, el móvil vibra dentro de mis jeans produciendo un cosquilleo en mi muslo.

Deslizo mi mano hasta el interior de los ajustados bolsillos agarrando el móvil y liberándolo del pequeño lugar.

Miro la pantalla de este, desbloqueo el patrón, izquierda, derecha, abajo y arriba, listo. Miro el mensaje, es de Justin, clico sobre el pequeño sobre que se muestra en la pantalla para ver el contenido. “Cuando puedas ven a verme, tengo que hablar contigo, es muy importante y solo tengo un maldito día para convencerte de algo.”

Miro extrañada el mensaje. ¿De qué quiere convencerme?

Miro a Cara y a su amiga Chanel, estas bromean entre ellas, pero al ver mi cara de confusión dejan de sonreír para mirarme serías con aires de preocupación.

— ¿Ocurre algo? —Pregunta Cara.
— No lo sé. —Encojo mis hombros mientras bloqueo y desbloqueo el móvil una y otra vez.
— Pero desde que has mirado tu móvil estás rara, fíjate, no dejas de desbloquear el móvil, pareces nerviosa. —Frunce el ceño.
— Es Justin. —Digo mirándola con algo de preocupación.
— ¿Y?
— Dice que tiene que hablar conmigo, quiere convencerme de algo al parecer.
— ¿Y no piensas contestarle?
— Sí, claro. —Asiento mientras bajo la mirada a mi móvil, vuelvo a desbloquearlo “Izquierda derecha, abajo y arriba” repito en mi cabeza.

Quedo pensativa mirando su mensaje. Algo de lo de “Muy importante” queda en mi cabeza, ronda una y otra vez paseándose por esta.

Pienso en qué responderle simplemente podría teclear “Enseguida voy” pero cuando el miedo se apodera de mi  me es imposible ser aún que sea un poco valiente.

Deslizo mis dedos sobre el pequeño teclado “¿Tan importante es?” pulso el botón enviar hasta que un pequeño mensaje aparece en el centro de la pantalla “Enviado”.

Paso una mano por mi cara, suspiro, miro a Cara al notar mi móvil vibrar  al instante. Trago saliva y miro el mensaje que acabo de recibir obviamente de Justin.

“Sí, maldita sea, ¿dónde estás? Necesito hablar contigo ya, por favor ven a mi casa.”

Muero mi labio inferior, demasiado fuerte diría ya que un escozor recorre todo este provocando en mi rostro una mueca.

Me despido de las chicas mientras camino apresurada hasta la casa de Justin, cuando estoy a unas dos calles suspiro. Me tiene preocupada, quien sabe con qué me va a salir esta vez.

Me encuentro parada en el porche de Justin. Agarro mi móvil y le envío un mensaje. “Estoy afuera”, no sé porqué simplemente no llamo al timbre, en realidad sería lo más normal pero como soy rara y los nervios se apoderan fácilmente de mi lo hago mediante un mensaje.

Noto el “clac” de la puerta al abrirse.

Es Justin, me mira con preocupación y algo de miedo, lo puedo notar en sus ojos miel. Estos me miran fijamente, él lentamente se acerca hasta quedar enfrente de mí, entonces me abraza. Me rodea con sus fuertes brazos haciendo que me preocupe aún más.

— Me estás asustando. —Susurro.
— Yo también estoy asustado.
— ¿Porqué? —Digo con un hilo de voz.

Se sienta en uno de los escalones del porche, palmea a su lado haciendo que vaya hacia él y me siente a su lado. Mira el suelo, yo acaricio su brazo, intentando animarle a que me diga de una vez lo que ocurre.

— Tengo miedo a perderte Ashley. —Susurra haciendo que me estremezca.
— ¿Cómo?
— Sé que vas a mandarme a la mierda en cuando te diga de que debo convencerte. —Suspira, yo trago saliva. —Ven conmigo a Italia.
— ¿Cómo? ¿Italia? —Él asiente.
— Tengo que contarte muchas cosas Ashley, el porqué de todo esto, pero necesito que aceptes, por favor… —Murmura lo último.
— No puedo hacer eso Justin…

Veo como su mirada es dura, como si contuviese sus ganas de romper en llanto. Mira fijamente el suelo, aprieta su mandíbula.

— Por favor. —Susurra.
— ¿Pero porqué?
— La mafia Rusa me busca. —Aclara, entonces su mirada se fija en la mía. — Tampoco dudarán en matar a los que quiero, Jeremy me ha dicho que mi familia y amigos estáis también en peligro y no quiero que te pase nada Ashley. —Humedece sus labios.

La mafia Rusa lo busca, como si fuese un criminal u algo así. Como en las películas de acción que siempre veíamos cuando éramos críos.

Simplemente no se qué está ocurriendo, pero lo abrazo, él se refugia en ellos hundiendo su cabeza entre mi cabello, aspirando el aroma como siempre suele hacer cuando me abraza

— Estaré bien.
— No, Ashley, ven conmigo, no pienso perderte otra vez. Ya lo hice una vez, no quiero que eso vuelva a pasar. —Susurra muy cerca de mi oreja haciendo que me estremezca.
— Justin… Igualmente después del verano volvería a California… —Me separo de él, miro el suelo.
— Joder, no me hagas secuestrarte o algo así.
— Tampoco puedo dejar sola a mi abuela Justin.
— Ella estará bien si sabe que tú lo estás.
— Te prometo que estaré bien. —Acaricio su espalda dándole tranquilidad.
— Parece que no entiendes lo que es una mafia, más la Rusa. —Ríe sarcástico.
— Lo sé perfectamente.
— No lo parece, de lo contrario vendrías conmigo.

Suspiro, paso una de mis manos por mi cabello llevando uno de los mechones caído detrás de la oreja, apartándolo.

— ¿Porqué te buscan?
— Vendo droga, y les llegó mal. —Su mirada ya no está sobre mí.

“Crack”  prácticamente escucho como una parte de mi corazón quiebra.

Siento el miedo correr por mis venas, por mi cuerpo. Haciendo que un escalofrío recorra toda mi columna vertebral.

Acabo de enterarme de que él se esposa al peligro, a ser herido por un ser despreciable, por alguien sin corazón por un simple error, porque él esté lleno de mierda hasta arriba.

Siento ganas de hundir mi puño en su mejilla. No quiero que él esté en semejante cosa, en semejante gilipollez, una gilipollez que puede llevarlo al abismo de la muerte en unos dos segundos.

— Porqué. —Logro decir con un mísero hilo de voz.
— No lo sé, me gusta lo que hago. —Hace una pausa. — El peligro, y si quieres pensar que soy un monstruo adelante, estás en tu derecho.

“Monstruo” mi mente por unos segundos piensa en que él quizás pueda ser algo parecido a eso.

Rápidamente sacudo mi cabeza evitando ese tipo de pensamientos, de pensar que él es un sin corazón, un monstruo. Lo conozco perfectamente y puedo asegurarme de que él no es eso, al menos antes no lo era, en cierta forma no estoy segura de que no lo sea. Él ha cambiado, mucho, y ha habido una etapa en su vida en la que no he estado a su lado para saber lo que realmente es.

“Tampoco es un asesino” pienso para mí.

— Estás jodidamente loco. —Susurro levantado de ese frío escalón dejándolo ahí parado mirándome.
— Ahora ya sabes algo más que no sabias de mí, felicidades, acabas de descubrir que soy un monstruo. —Sonríe amargamente.

Doy unos dos pasos hacia adelante caminando fuera del porche, cuando lo abandono giro, a unos metros sigue él ahí mirándome con dolor. Entonces siento un gran vacío en mí, como si me sintiese la peor persona del mundo, como si ahora yo me sintiese como un horrible monstruo.

— Y no eres un monstruo. —Aclaro mirándolo a distancia.

A pesar de tenerlo a metros veo como sus comisuras se arquean como si intentara sonreír.

Volteo dándole la espalda, al llegar a casa subo a mi habitación, me dejo caer sobre la acolchada cama. Después me desvisto, pongo mi pijama vuelvo a tumbarme y miro el móvil.

“Sólo piénsalo.”

Su mirada triste y su sonrisa amarga vienen a mi cabeza al recordar el momento en el que su mirada se volvió dura y su mandíbula se tensó como nunca antes.

+

Debí de quedarme dormida pensando, el reloj rosa pastel marca las 11:50.

Me levanto algo desganada, camino hacia el armario y busco algo que ponerme. http://www.polyvore.com/flower_love/set?id=71926781

Desenredo mi cabello, lo dejo tal cual, ondulado y bajo abajo.

Mi sorpresa es ver a la abuela preparando Crepes con jarabe de caramelo, el rico olor inunda mis fosas nasales.

— Buenos días. —Digo abrazándola por detrás, ella pega un pequeño brinco por la sorpresa.
— A buenas horas te despiertas. —Ríe mientras coloca las crepes en un plato azulado.

Me dejo caer en una de las sillas, empiezo a desayunar, bebo del zumo de naranja y sigo comiendo crepes.

— Cielo, me ha comentado Pattie algo.

La miro interrogante esperando a que diga algo, ella ojea una de esas revistas de cotilleo que tanto le gustan.

— ¿El qué?
— ¿Qué te parecería la idea de vivir en Italia?

“Justin” pienso.

— ¿Justin verdad? Te ha soltado eso de que estoy en peligro. —Escupo.
— Sí, pero Ashley, tu sueño es ser modelo ¿cierto? —Asiento, ella sonríe. — Pues tendrías esa oportunidad allí, al parecer la hija de Jeremy es diseñadora allí en Italia y bueno, podrías modelar.

Ser modelo. Mi sueño. Sueño con eso desde que era una enana de 5 años. Solía ver los desfiles en la televisión y presumía diciendo que yo de mayor sería mejor que esas chicas y que llevaría la mejor ropa.

O cuando cogía los tacones rojos de mamá y me vestía con su ropa que en ese entonces me iba enorme para hacer un desfile exclusivo para papá.

Río al recordar semejante escena.


— ¿Enserio? —Ella asiente sonriente.
— Y Justin de veras quiere que vayas con él… —Sonríe de lado.
— No sonrías de esa forma. —Río nerviosa.
— No quiere perderte otra vez cariño.
— Lo sé, yo tampoco pero abuela no te quiero dejar aquí… Y… Me da miedo convivir con mafiosos, tampoco sé hablar Italiano y creo que él tampoco. —Frunzo el ceño.
— El idioma no es preocupante, de seguro que lo aprendes en un par de días. —Hace una pausa. — Y sí, él sí sabe hablar Italiano, de pequeño su madre le enseñó a hablarlo.
— Oh, nunca me lo había dicho, es más nunca lo escuché hablar en otro idioma.

Justin hablando Italiano, oh, debe de ser condenadamente sexy hablando ese idioma que ya de por si es sexy cuando lo habla cualquiera, entonces él debe ser como un dios griego o algo así por el estilo.

Él podría ser mi profesor de Italiano entonces sería como de esas películas en la que el profesor es condenadamente sexy, la alumna queda loca por sus huesos y después tienen una noche de sexo desenfrenada para seguidamente vivir una apasionada historia de amor por las calles de Venecia.

Río al ver lo que estoy pensando, niego con la cabeza. Eso sería tan gracioso pero a la vez tan asqueroso…


— Seguro que se ve sexy hablándolo. —Dice como si leyese mis más profundos pensamientos a la vez que ríe.
— ¡Abuela!
— No puedes negar eso Ashley.
— Acaban de venirme unas ganas enormes de vomitar porque acabas de comportarte como una adolescente de 16 años loca. —Afirmo, ella ríe.
— Pero en realidad es cierto, si él tuviese unos 65 años yo estaría loca por él. —Ríe provocando que otro escalofrío recorra mi columna.
— En realidad cualquiera se ve sexy hablando Italiano.
— Bueno, depende, imagina a tu profesor de literatura de unos 56 años hablando Italiano mientras su barriga rechoncha bota al compás de su respiración. —No puedo evitar estallar en carcajadas.

Eso es asquerosamente repugnante, definitivamente no todo el mundo que hable Italiano ha de ser sexy, mi abuela acaba de hacer que eso que pensaba se esfume por completo.


— Voy a ir a ver a Justin.

Digo a la vez que subo por las escaleras, la abuela me mira extrañada como si hiciera algo raro.

— ¿Vas a verlo y subes a la habitación?
— Sí. —Río.

Al llegar a la habitación miro la ventana, si cayese como mucho podría sufrir algún esguince, nada más grave que eso.

Me abalanzo  al árbol agarrándome a una de sus fuertes ramas a la vez que me impulso hacia la ventana de él cayendo dentro de su habitación.

Lo veo tumbado en su gran cama, río al recordar la última vez que estuve aquí.

Me acerco a él, ahora es como un bello durmiente. Río.

Acaricio su cabello dorado, me pongo a cuclillas para estar a su altura, acerco mi cara a su oído y susurro “Dormilón” mientras una leve risilla se escapa de entre mis labios.

{Justin}

“Nunca había sentido algo así” decía la chica de cara distorsionada. “Yo tampoco, sinceramente nunca me había enamorado de esta forma, me siento como un súper héroe cuando se trata de ti.” Susurro acariciando su rostro borroso. Lo hago porque el corazón me lo pide, esa voz envuelve toda mi alma, una voz dulce, una voz que da mucha paz.

Un cosquilleo en mi barriga hace que despierte, pestañeo unas cuantas veces, veo un mechón de un cabello claro caído por mi rostro, sonrío al notar cómo me susurra al oído.

Giro pudiendo tener una visión completa de quien se trata aun que su voz le delate al verla sonrío aun más.

Acaricio sus suaves y rosadas mejillas, sus ojos claros perforan los míos.

— ¿Ashley? —Susurro.

Veo como ella sonríe, la luz cae sobre ella haciendo que parezca un completo ángel.

Creo que he muerto y estoy en el cielo.

— Buenos días princeso. —Ríe.

Lo que daría por despertar todos los días así, de verdad, se siente jodidamente bien

— ¿Princeso? —Río, ella asiente. — ¿Por dónde has entrado? Pattie no está en casa a estas horas.

Me incorporo y acaricio su cabello, es sedoso, brilla y huele genial.

— Por la ventana.

¿Ella por la ventana? Wow, eso era gracioso, no me la imagino saltando de un extremo a otro, más que nada sé lo cagueta que és.

— ¿Tú solita hiciste todo eso? Aww, ya eres toda una mujercita. —Pongo voz de chica pero al momento río.
— Eres idiota. —Ríe también.
— ¿Cómo que has venido?
— Solo quería preguntarte a qué hora nos vamos mañana. —Sonríe dulce.

No, no puede ser cierto. ¿Ella viene conmigo a Italia? Joder, debe de ser un maldito sueño, más que nada porque todo esto es jodidamente irreal. Primero aparece ella como un condenado ángel en mi habitación acariciándome y susurrándome al oído y después me dice que vendrá conmigo.

Me abalanzo sobre ella, la abrazo tan fuerte que hago que caiga encima mío.

Ella sonríe tímida al ver que está encima, que estoy sin camiseta y en el mismo sitio de aquella noche tan… Caliente.

Sus mejillas pasan de ser rosadas a adaptar un color rojo vivo. Las acaricio, siento como arden, ella sonríe. Está muy cerca de mis labios, tanto que siento su respiración entrecortada chocar contra mi boca.

— Adoro cuando haces eso. —Río tierno.
— ¿El qué?
— Tus mejillas.

Ella abre los ojos por unos segundos y cierra los ojos como si estuviese avergonzada, yo aparto un mechón de pelo que cae sobre su rostro, lo llevo tras su oreja, ella solo sonríe como tonta al igual que yo.

Suspira y se levanta poniéndose de pie y acomodando su camiseta ya que esta había quedado algo levantada al caer sobre mí.

La miro y rasco mi nuca buscando alguna excusa para interrumpir ese incomodo silencio.

— ¿Porqué ese cambio de idea?
— No lo sé la verdad.
  Hm… Yo no creo que no lo sepas.
— Bueno, ya sabes que mi sueño siempre ha sido ser modelo. —Hace una pausa. — Tu madre le comentó a mi abuela que podría intentarlo, tu hermanastra al parecer es diseñadora. —Logro notar algo de emoción en su voz. — Tampoco quería no volver a verte. —Susurra.
— Ya… Claro, ahora no intentes arreglarlo. —Sonrío.
— No intento arreglar nada Bieber, solo digo la verdad. —Hace pucheros.
— Está bien… —La miro a los ojos. — Pues el vuelo sale a las 7:30 así que vas a tener que madrugar. —Digo respondiéndole a lo que había venido a preguntar.
— Jo. —Vuelve a hacer pucheros.

Miro sus labios, son rosados, adoro sus labios, son muy besables. Ellos como que de alguna forma te incitan a besarlos.

Ella carraspea haciendo que aparte la mirada de esos rosados y deseables labios. La miro a los ojos y sonríe.

— Bueno…
— ¿Ya te vas?
— Tengo que preparar la maleta.
— ¿Tienes toda la tarde no crees?
— Sí, pero así ya me olvido, además tú también has de hacerlas.
— Ya, pero yo prefiero estar contigo a que te vayas y hacerlas.

Queda callada, mirándome sorprendida por lo que acabo de decir.

En realidad a veces soy demasiado bocazas y suelto lo que pienso sin pensar en las consecuencias.