viernes, 30 de agosto de 2013

Capitulo veintiocho.







• Capitulo veintiocho. – Mall.


{Justin}

Me impulso con los brazos para intentar levantarme, en realidad el dolor es algo muy molesto, pero necesito ir a ver que le ocurre, me preocupa la idea de que esté enfadada conmigo por cualquier cosa estúpida que yo haya podido decir o hacer.

Camino hacia el armario color café, allí saco una camiseta amarilla, unos pantalones de chándal grises y unas supra también amarillas.

Al acabar de arreglarme me miro en el espejo, mi cabello se ve realmente despeinado, nada de gomina, simplemente natural.

Sonrío para mí mismo, realmente estoy muy bueno, no me extraña que Ashley esté enamorada de mi.

Salgo de la habitación, bajo las escaleras y me dirijo a la cocina, Ashley está sentada en una de las sillas, mira asqueada el bol de cereales, yo frunzo el ceño, camino hasta la estantería, allí agarro un bol, seguidamente el paquete de cereales.

— Le dejé el desayuno listo hijo. —Dice la mujer del otro día.

— Um, gracias. —Agarro mi desayuno, me siento al lado de Ashley, esta mira el bol, como si estuviese en otro mundo. — ¿No comes?

— No tengo hambre. —Dice seria removiendo los cereales.

— Tienes que comer. —Deja de mirar el desayuno para fijar su mirada en mí, me mira fulminante.

— Genial, ahora vas a hacer de madre. —Dice tajante.

— Ashley, no comer es malo, ¿no te das cuenta? —Le miro fijamente a los ojos, me preocupa.

— Joder, no tengo hambre, ¿tan difícil de entender es eso? —Suspiro, no hay nada que hacer, es una cabezota bipolar.

— Está bien, sólo me preocupo. —Murmuro.

El desayuno se vuelve todo un muermo sin saber porqué, hace nada ella estaba en mi cama besándome ¿Qué he hecho mal?

Al acabar de desayunar camino hasta una de las encimeras, dejo los platos ahí y camino hacia el jardín, antes de salir la miro, ella me mira, pero de seguida aparta su mirada.

Camino hasta el gimnasio, este queda a un lado totalmente apartado de la mansión, tras unos minutos de caminar por el jardín, allí veo a los chicos.

— Hey, que pasa. —Los saludo mientras acomodo mi cabello, estos me miran curiosos.

¿Tengo monos en la cara? Oh vamos, no me jodas que son gays.

— Hey. —Dice Ryan mientras hacemos nuestro saludo. — Se te ve algo distinto, ¿Qué pasa man?

— ¿Cómo se supone que me veo? —Frunzo el ceño.

— Diferente, sonríes mucho por ejemplo. —Enarca una de sus cejas, oh vamos, ya sé por dónde va.

— ¿No puedo estar feliz? —Río.

— Hmm… ¿Esa felicidad tiene nombre? —Zac interrumpe curioseando mientras mueve sus cejas divertido.

— Oh, vamos. —Muevo mi mano restándole importancia, ellos ríen.

— Lo sabía. —Dice Ryan.

— ¿No puede ser una simple amiga?

— Deberías de haber visto como ayer la protegías al llegar a casa, estabas muy preocupado y protector. —Opina Nelson, el que apenas habla.

— Es una muy buena amiga, nada más. —Una risa de nerviosismo escapa de entre mis labios.

MIERDA,MIERDA,MIERDA.

— Será eso. —Ríe Zac.

— ¿Queréis ir a tomar algo fuera? No vendría mal algo de relax. —Sugiere de nuevo Zac.

— Sí y podrías invitar a tu… —Queda pensativo. — Lo que sea. —Ryan frunce el ceño.

— ¿Ella? No querrá venir.

— ¿Porqué no preguntas? —Murmura Nelson.

— Es que está rara desde esta mañana. —Encojo mis hombros.

— ¿Qué hiciste ya Bieber? —Ryan golpea mi espalda, yo hago una mueca, el dolor es horroroso.

— Agh… Está bien, en 10 min fuera, ¿Qué coche? —Pregunto mientras me alejo para ir a buscar a Ashley.

— Range Rover. —Grita Zac.

Camino hasta el interior de la casa, Ashley ya no está en la silla de antes mirando aquel bol triste, tampoco la sirvienta, hmm…

Escucho una triste voz hablar, es ella, hablando por teléfono.

— Es que… No sé qué pasa, me siento mal con cualquier cosa, me siento débil. —Susurra, al parecer no quiere que la escuchen. — Cara, sé cómo es Justin y realmente admiro lo que hizo por mí, pero tengo miedo de que me haga daño. —Su voz suena débil. — Oh, sí supieses lo que inventó para alejarme de él… Fue espantoso… Llegué a cortarme por ello, bueno en realidad fue uno de los motivos, me sentía sola.

Tragué saliva, sabía que ocurría algo en ella que no iba bien, que tenías problemas o que simplemente se sentía afectada por la muerte de sus padres pero jamás pensé que podría ser yo uno de sus motivos para dañar esas preciosas muñecas, las cuales no sé cuándo pero besaré y evitaré que se vuelvan a dañar.

Carraspeo para hacerme notar, ella muy sorprendida voltea, rápidamente cuelga el teléfono sin decir ni un simple adiós.

— ¿Qué haces aquí? Mejor dicho, ¿Desde cuándo estás aquí? —Suena molesta.

— Acabo de llegar. —Un incomodo silencio invade la sala. — Um… ¿Quieres venir con los chicos a tomar algo? —Sonrío, no intento ni quiero parecer grosero o algo así.

— Uh, eh… —Mira su móvil. — Claro. —Sonríe, pero fingidamente, lo sé.

— Eh, está bien, entonces vamos. —Digo caminando hacia la puerta, oigo sus pasos seguirme.

Salimos al exterior, allí los chicos ríen, al saber que ya estamos ahí me miran divertidos, sabiendo que escondo algo, pero lo que no saben es que no se van a enterar de una mierda.

Ryan posa su vista en Ashley cosa que me pone totalmente enfermo, de seguro la está analizando con rayos X y eso es asquerosamente molesto porque siento que en cualquier momento mi puño adornará su cara.

— ¿Ya? —Digo refiriéndome a Ryan, este me mira sorprendido, enarca una de sus cejas.

— Encantado, soy Ryan. —Sonríe extendiéndole la mano a Ashley, esta lo saluda.

— Ashley. —Sonríe, después me mira, yo endurezco la mandíbula.


{Ashley}


En el trayecto los chicos bromean, excepto Justin, él se muestra algo tenso.

Al parecer llegamos al centro comercial, allí miles de tiendas perfectas con escaparates preciosos captan mi atención; joyas.

Camino hasta uno de ellos sin darle importancia a los demás, apoyo mi mano en el cristal observando cada diamante, realmente las joyas me apasionan.

— ¿Te gusta? —Una voz aterciopelada interrumpe mis pensamientos; Justin.

— Todo esto es perfecto. —Sonrío.

Después de lo de esta mañana no he podido ser yo misma, lo que había pasado en su cama me había hecho pensar mucho y parecer toda una amargada, pero sin más nunca había sentido algo tan fuerte por alguien, me había sentido grande cuando estaba en su habitación, como si todos los problemas si hubiesen esfumado en un cerrar y abrir de ojos, pero me daba miedo, me daba miedo enamorarme aún más y sentirme traicionada.

— ¿Sí? Um… —Queda pensativo observando las joyas, camina junto a los chicos, pero a medio camino voltea. — ¿Ashley?

Reacciono y voy hacia él, caminamos charlando, o al menos los chicos, Justin y yo somos esclavos del silencio, y por alguna razón extraña no hablamos.

— ¿Os ha comido la lengua el gato? —Ríe Zac.

— ¿Qué? —Digo saliendo de mi mundo.

— Estáis muy callados. —Dice Ryan.

— Imaginaciones. —Murmura Justin cabizbajo.

Los chicos marchan a por unos batidos, Justin decide quedarse al igual que yo, no tengo ganas de nada, en realidad sólo de estar con él aun que sea incomodo.

— Ashley, necesito saber qué te pasa porque me estoy volviendo loco intentando saber que he hecho mal. —Suspira pasando una de sus manos por su cabello, desordenándolo aún más.

— Nada.

— No me mientas, desde que te fuiste de mí… Habitación has estado totalmente diferente. —Hace una pausa. — ¿Qué he hecho mal?

¿Por qué se siente culpable? Él no es el que causa mi extrema bipolaridad, maldita sea.

— Agh, nada, sólo soy una estúpida por comerme la maldita cabeza. —Suspiro, cierro los ojos.

— ¿Qué es lo que te tiene mal? —Su voz suena algo preocupada.

— Muchas cosas que siquiera tú sabes y no tienen solución, simplemente soy así de rara. —Encojo mis hombros.

El viene a abrazarme sin más, sin decir nada, se acerca y me rodea con sus fuertes brazos haciéndome sentir en mi coraza, en un sueño.

Hago más intenso el abrazo, realmente necesitaba uno así, verdadero y no uno cualquiera, uno de él.

— Ah. —Se queja, le he apretado demasiado, al parecer le duelen las costillas, ya que toca uno de sus costados.

— Lo siento, no me acordaba. —Susurro, él me mira. — Deberías ir al médico Justin.

— No.

— Vamos, puede ser grave.

— No he ido al médico con cosas peores así que no iré por esta mierda. —Dice tajante.

— Por favor. —Susurro mirándole directamente a los ojos, a esos claros ojos mieles.

— Ashley…

— Te acompañaré. —Suspiro, él hace igual.

— Está bien, pero no creo que sea nada grave. —Mira sus costillas.

— Saldremos de dudas.

sábado, 24 de agosto de 2013

Capitulo veintisiete.












• Capitulo veintisiete. – I love you.

Miro el reloj, las diez en punto, me levanto de la gran acolchada cama, camino hasta uno de los armarios, allí agarro una camiseta blanca con algunos dibujos de calaveras y letras junto a un pantalón tejano algo roto y unas victoria blancas.

Necesito ver a Justin, mi cuerpo está algo dolorido, así que el de Justin no sé cómo debe de estar.

Camino hasta su habitación, toco unas dos veces, nadie abre, decido entrar.

Allí está él, no lleva camiseta, unas finas sabanas de franela lo cubren de cintura para abajo. Sonrío ante el bonito paisaje que está frente mis ojos; Justin.

Me siento en un borde de la cama, acaricio cada moratón que este tiene en su cara, acariciaría los que tiene en su torso pero si despertara y me viese haciendo eso sería algo raro.

No me gusta la idea de que esos morados, cortes y demás sean por mi culpa, por salvarme la maldita vida, por no dejar que esos cerdos me mataran.

Perfilo uno de sus tatuajes con mi dedo índice, el de los números romanos.

Suspira, sus labios están entreabiertos, dan ganas de besarlo, realmente tienta, no tendría ningún problema en hacerlo si no fuera porque no somos nada, aun que nos queramos… No somos nada.

— Ashley. —Murmura entreabriendo los ojos, esos preciosos ojos mieles quedan fijamente mirando los míos.

— Vine a despertarte. —Muerdo mi labio nerviosa, quizás el no quería que lo despertase.

— Me gusta la idea. —Curva sus labios sonriendo, hace un hueco en su cama, lo miro atentamente, no sé con claridad lo que él intenta decir con eso. — Vamos, ven aquí. —Murmura acomodándose, haciendo el hueco más grande para que yo me tumbe con él.

Sonrío, quito mis zapatos y entro en la cama; su cama. Él me rodea con uno de sus brazos, intento que haya algo de distancia entre nosotros pero la poca que hay él la rompe acercándome más aún a él, haciendo que nuestros cuerpos tengan contacto.

Apoyo mi cabeza en su pecho –Realmente él ha hecho que haga eso- él acaricia mi cabello, juguetea con mis ondas.

Aún no puedo creer que esto sea real, que ahora mismo esté tumbada con él en su cama, que sienta lo mismo que yo y que aun que no seamos nada estemos jodidamente bien.

— ¿Estás bien? —Rompo el silencio, odio ese silencio incómodo que se crea a causa de la gente que en vez de hablar piensan y quedan así mediante largos minutos.

— Si pero he de reconocer que ahora que estás aquí estoy aún mejor. —Acaricia mi mano, enredamos nuestros dedos, los miro.

Nos vemos como una jodida pareja.

— ¿No te duele? —Lo miro preocupada, me preocupa que esos golpes puedan ser algo grave.

— No.

— No mientas, sé cuando mientes. —Hago una mueca, él suspira.

— ¿Enserio? —Me mira, yo asiento. — Entonces deberías de haberte dado cuenta de que todo aquello que dije acerca de la apuesta era mentira. —Su mirada es tranquila, está relajado, pero yo en cambio estoy todo lo contrario.

— Y-Y-Yo…

Mierda, seré gilipollas.

— Tranquila. —Susurra acariciando mi brazo. — ¿Podría despertar así todas las mañanas? ¿Sería mucho pedir? —Sus ojos mieles están clavados en mí.

— ¿Enserio? —Enarco una de mis cejas él sonríe.

— Sí, totalmente, pero podría estar mejor.

— ¿Cómo? —Lo miro, su mirada baja a mis labios, humedece los suyos y se acerca lentamente.

Nuestros labios chocan,  un beso muy lento, pero apasionado y dulce, todos los sentimientos perfectos que pueda haber en el mundo añadiendo el sabor tan dulce que estos desprenden.

El pone una de sus manos en mi espalda impulsándome hacia él para que el beso sea más profundo, más delicioso.

Nos separamos por falta de aire, quedo observando algún lugar de la habitación mientras noto que la mirada de Justin está puesta en mí, eso me pone nerviosa.

— Esto es raro. —Dice él incorporándose a la vez que rasca su nuca.

— Sí un poco. —Digo aún estando en algún lugar perdido de mi mente. — ¿Cuándo te diste cuenta? De que me querías digo…

— Um, creo que lo admití el día en el que llegamos a Italia, pero decidí guardármelo, cuando supe que me querías me quedó completamente claro que no debía de decírtelo.

— ¿Porqué? —Frunzo el ceño, lo miro atenta, él mira el techo.

— Era peligroso, bueno, lo es, ya lo has visto. —Suspiro al recordar semejante escena. — Por eso dije todo aquello de la apuesta y de que simplemente fue un beso. —Aclara.

— Oh. —En cierta parte eso me alivia. — ¿Entonces no lo decías enserio?

— Ya te dije que no.

— ¿En qué mierda estás metido Justin? —Frunzo el ceño, él me mira, traga saliva.

— Ni yo lo sé. —Hace una pausa. — En realidad todo esto viene porque yo en cierta forma estafé a la mafia Rusa, pero ni yo lo sabía, fue el cabrón del camello. —Bufa.

— Oh. —Miro el techo.

— ¿No dejarás de decir oh? —Una risita escapa de entre sus labios.

— ¿Huh? —Lo miro, realmente no he prestado mucha atención, él vuelve a reír.

— Johnson, Johnson…

— Tengo que ir a hacer cosas. —Digo sentándome en el borde de la cama para irme.

— Espera. —Me detiene agarrando mi mano.

— ¿Qué? —Lo miro curiosa, él baja su vista a mi muñeca, queda mirando mis cortes, eso me estremece.

— No lo vuelvas a hacer, por favor. —Susurra acariciando los cortes, me mira a los ojos, su mirada es dura.

— Justin… —Me interrumpe.

— No, Ashley, me sentí fatal. —Murmura, su mirada se pierde en algún lugar de la sala.

Ya somos dos.

— ¿Cómo crees que me sentí yo? —Digo tajante.

— Ashley…  Yo no sabía nada, y en teoría tú no tenías que haber visto nada. —Rasca su nuca, parece nervioso.

— Pero lo vi. —Sonrío amargamente.

— No lo volverás a ver.

— Fue tan… —No me deja terminar.

— Shhh.. No volverá a suceder ¿entendido? —Sus brazos me rodean haciéndome sentir protegida como si estos fueran mi escudo.

Aspiro su aroma, dios santo, como amo su perfume, este chico a todas horas huele bien.

Acaricia uno de mis muslos, sus manos son suaves para ser de hombre además de tener ese control sobre mi piel haciendo que  con cada caricia que me dé esta se erice.

Lo miro directamente a los ojos, me pierdo en ellos.

Es como que cuando lo miras sus ojos transmiten paz, te sientes bien mirándolos, olvidas tus problemas, el único problema que tienes en ese momento es intentar no perderte en su mirada.


{Justin}


Es perfecta, creo que no existe mujer más perfecta en el mundo, diría que ya no es sólo su belleza lo que enamora, sino también su forma de ser. Esa forma que ella tiene de acunarte, de hacerte sentir bien, de olvidar los problemas, de sacarte una sonrisa, de hacerte feliz.

Me gustaría darle lo que merece, una vida normal, fuera de problemas, de escorias que intenten usarla para así tenerme bajo sus asquerosas manos. Pero simplemente es imposible, he aceptado este modo de vida, y así será por mucho más tiempo. El peligro es duro en cuanto tienes familia, amigos y alguien más importante, la persona de la que estás totalmente enamorado, ya que para esos cerdos eso es un puto a su favor, saben que tocando a alguien de mi entorno yo reaccionaré e inmediatamente tendrán más acceso a lo que quieren; yo.

La miro, sus ojos son cristalinos, podrías perderte fácilmente en ellos. Reflejan algo de miedo, inseguridad, angustia, pero aún así te hacen sentir bien, como siempre, toda ella haciéndome sentir bien ¿raro eh?

Me acerco a su cuello dejando un húmedo beso en este, noto como su piel se eriza, el tenerme tan cerca le pone nerviosa, y eso es lo que más me gusta de una chica, me gusta ponerlas nerviosas.

— Eres preciosa. —Murmuro contra su cuello, aspiro el dulce aroma que su cabello desprende; frutas.

Dejo una hilera de besos desde su clavícula hasta las comisuras de sus labios, de sus perfectos y rosados labios.

— Ahh… —Deja escapar un leve gemido, sonrío.

— ¿Qué fue eso? —Digo divertido, la miro, se ruboriza, sus mejillas se tiñen de un rojo vivo.

— No hagas eso. —Cruza sus brazos a la vez que muerde su labio inferior, siempre lo hace cuando está nerviosa, pero eso es tan tentador para mí.

— ¿No te gusta? —La miro, enarco una de mis cejas, ella mira sus manos mientras juguetea con ellas nerviosa.

— No es eso.

— ¿Entonces te gusta? —Río entre dientes.

— ¡Justin! —Me empuja, yo río, rodeo su cintura tirando de ella hacia mí haciendo que quede encima, tumbados, ella encima de mí.

— Eres preciosa.

— Ya lo dijiste. —Frunce el ceño, sonríe.

— ¿Ah sí? —Me hago el sorprendido, meto mi mano bajo su camiseta acariciando su suave espalda, ella abre los ojos. — Entonces te diré que eres perfecta. —Susurro aferrándola más a mi cuerpo, sus mejillas vuelven a adaptar un color rojizo.

— Eres tan tonto. —Sonríe negando, mira mis labios, humedece los suyos, rápidamente aparta la mirada.

— ¿Siempre voy a tener que besarte yo? —Frunzo el ceño, seguidamente me acerco a sus labios, antes humedezco los míos.

Rozo mis labios con los suyos tentándola, no pienso volver a besarla yo, ella también va a tener que dar ese paso, no puede vivir con vergüenza toda su vida.

Intenta encontrar mis labios, que los abra para así ya poder besarme, pero se lo pongo difícil, quiero que haga lo que siempre hago yo.

— Hm… —Se queja intentando que le de paso, yo río.

— Te toca a ti esta vez. —Murmuro.

En ese preciso momento ella roza mis labios, pasa su lengua por mi labio inferior pidiendo paso, -ahora si- nuestros labios se unen, bailan a un mismo compás, perfecta sincronización, como si estuvieran destinados a estar por siempre unidos.

Acaricio su espalda nuevamente bajo la tela de su camiseta, mi otra mano acaricia su pierna desnuda, sonrío en medio del beso, ella vuelve a soltar un pequeño gemido en señal de sorpresa.

Acaricia mi torso, pasa sus manos por mis abdominales, haciendo que hasta yo quede sorprendido.

¿Cómo puedes ser tan perfecta? ¿Dime?

Nos separamos por falta de aire, rápidamente ella vuelve a mis labios,  los muerde, juguetea con ellos mientras nuestras lenguas se entrelazan.

Quito su camiseta con la ayuda de sus manos, rápidamente queda sentada sobre mi lo cual no es todo un error, porque mi querido amigo no tarda en darse cuenta y demonios.

Ella nota la presión bajo su trasero y ríe en mitad del beso, yo río también al ver su reacción.

Me incorporo con ella encima, beso el nacimiento de sus pechos, ella lleva un sujetador negro con  encaje rosado, es condenadamente sexy.

Me empuja tirándome de nuevo a la cama, siento un horrible pinchazo en uno de los costados, justo por las costillas, un terrible  dolor.

— Ahh. —Gimo a causa del dolor, ella se aparta, me mira sorprendida pero preocupada, se sienta a mi lado, yo maldigo el dolor.

— ¿Qué ocurre? —Dice alarmada.

— Me duele. —Señalo justo de donde proviene el dolor, en realidad ya me dolía, pero ahora me duele más.

— Lo siento, no quise hacerte daño. —Tapa su boca con una de las manos.

— No, no hiciste nada, tú fuiste perfecta. —La miro, ella aparta su mirada. — Simplemente debería de hacer algo de reposo, Jeremy me dijo eso. —Me encojo de hombros.

— Huh, eh ya, claro, será mejor que me vaya. —Se levanta de la cama llevándose con ella la camiseta, se la pone y camina hacia la puerta apresurada.

— ¡Eh espera! —Digo levantándome de la cama, pero un fuerte dolor me impide seguirla. — Mierda. —Murmuro mirando por donde ella acaba de irse.

Quizás está asustada, seguramente lo que ha pasado es nuevo para ella, en realidad lo sé, me lo dijo en aquella fiesta en la cual ella quería que me la follara.

Sólo tengo que esperar, si hace falta esperaré, sólo por ella.


Raro pero cierto, Bieber conteniendo sus ganas de follar por una chica.

viernes, 23 de agosto de 2013

Capitulo veintiséis.






• Capitulo veintiseis. – Sh*t.

Miro a Justin, este conduce mientras rebusca en la guantera, agarra un paquete de tabaco, lo abre y coloca un cigarrillo entre sus gruesos labios, lo enciende y aspira la substancia.

Muevo mis piernas a un compás algo rápido; nervios.

— ¿Ocurre algo? No has dejado de hacer eso en todo el camino. —Mira mis piernas, yo dejo de moverlas al sentir su mirada en estas.

— ¿Podemos ir a algún Starbucks o algo así? No me apetece cenar, siento que con un batido mi estomago quedará satisfecho. —Le miro, él hace una mueca, vuelve a fijar su vista en la carretera.

— Ashley… Tienes que comer algo.

— No me apetece, un batido estará bien —Hago una pausa, miro mis piernas, ahora están quietas. — Por favor.

— Está bien, pero no volveremos a saltarnos ninguna comida. —Su mirada es de advertencia, como diciendo “Y va a ser lo que yo diga”.

Maldito mandón, empiezo a pensar que él puede hacer de madre.

— ¿Desde cuándo eres mi madre? —Intento contener la risa, maldita sea lo acabo de imaginar con un delantal rosado bordado cruzando sus brazos molesto como las madres suelen hacer –creo-.
— Soy tu guardaespaldas. —Vuelve a llevar el cigarro a su boca.

Sexy de mierda.

— ¿Guardaespaldas? Creía que eras más bien mi amigo. —Lo miro sorprendida, él fija su vista en mi, una sonrisa asoma de entre sus labios, unos hoyuelos adornan su rostro, entonces empieza a reír descontroladamente.

— Deberías de haber visto tu cara Johnson. —Ríe negando.

— Uh, que gracioso. —Pongo una voz algo tonta burlándome de él.

— Llegamos señorita. —Saca las llaves del coche, se dispone a salir. —Vamos anda. —Sale del coche, después camina hasta la puerta del copiloto, la abre y salgo, lo miro agradecida, el sonríe.

Caminamos hasta el interior del Starbucks, unas letras verdes con un símbolo de una sirena adornan su interior al igual que antes el exterior del lugar.


— ¿Que tomarán? —Pregunta la muchacha pelirroja, esta tiene algunas pecas en su rostro, debe de tener unos 17.

— Frapuccino. —Digo, Justin me mira de reojo, veo como sonríe negando, su bañador lleva un bolsillo, de él saca su cartera, le da el dinero a la chica, yo lo miro extrañada. — ¿No vas a tomar nada?

—  No, yo de hecho tomaré cualquier cosa que pille por casa. —Se encoje de hombros. — Voy al baño, espera aquí, enseguida vuelvo. —Sonríe volteando, camina hasta unas puertas color verde oscuro en las cuales pone “Servicios”.

Me apoyo en una de las columnas de ladrillo que hay mientras saboreo el batido, está exquisito.

Miro la pelirroja adolescente, esta mira un bol, al parecer le falta algo, camina hasta dentro de una sala, la pierdo de vista.

Unas manos tapan mi boca a la vez que me levantan del suelo llevándome hasta el exterior, el miedo se apodera de todo mi cuerpo, siento mis piernas temblar, mi corazón acelerarse, intento gritar pero nada es válido, no sólo me alejo de los servicios, sino también de la tienda.

— No hagas fuerzas criaja, eso no te servirá de mucho, simplemente empeorarás la situación y quizás esto —Me enseña un cuchillo, lo pone frente mis ojos para que lo vea. — Tenga que dejar una pequeña marca en tu cuello, quien sabe. —La voz es ronca, es un hombre y aun que no lo he visto puedo saber que es adulto.

Dejo de patalear e intentar zafarme del extraño, un coche negro de cristales tintados estaciona junto frente el Starbucks, de inmediato el señor me tira sobre los asientos traseros del vehículo, rápidamente él entra quedando a mi lado, el otro hombre que va al volante arranca.

El extraño que antes me sujetaba resulta ser un hombre de unos cuarenta años, calvo, ojos verdes, gordo, tiene un acento algo raro, no es italiano.

Habla con el conductor, al parecer en Ruso, no entiendo una jodida mierda, no entiendo que quieren, sólo siento ganas de llorar, una fuerte presión en el pecho. No sé qué demonios quieren de mí, sólo sé que no hice nada para merecer esto, me da miedo que ellos intenten violarme o algo peor, matarme.

— ¡Mierda, el coche que estaba estacionado en aquel lugar nos sigue, va demasiado rápido Sergei! —Grita el conductor, eso hace que algo de esperanza crezca en mi interior; Justin.

— ¿Cómo? Ella estaba sola en el interior. —Espeta el tal Sergei.

— Él me encontrará. —Logro decir con rabia, pero con temor a que haga lo que dijo hacer si no me callaba.

— ¡Cállate zorra! —Amenaza el calvo. —Acelera, maldita sea.
— ¡Voy todo lo rápido que puedo! —El  conductor está muy nervioso.

— Entonces tendré que bajar y acabar con esto. —Escupe de nuevo el hombre calvo.

— No puede morir ya, por eso la secuestramos, ella es alguien importante para él, si la tenemos hará todo en cuanto queramos. —Murmura el moreno mientras mira por el retrovisor.

— Mierda, cállate, no lo mataremos, lo cogeremos también, Jeremy es el punto fuerte, es su hijo él si hará lo que sea. —Sergei mira por la ventana. —Mierda, para, voy a bajar. —El coche para, este baja.

Siento unas enormes ganas de llorar, de correr hacia Justin, no quiero que le hagan daño maldita sea, sé que estoy secuestrada ahora mismo y que no sé si saldré viva de esto, pero mi vida es una mierda no me importa, en cambio la suya si, por dios él no.

Escucho unas voces, logro salir del coche, al fin y al cabo el moreno que conduce está adelante y puedo hacerlo.

Veo a mi perfecto caballero, él pega un puñetazo en la cara del calvo, “Bien hecho, atízalo más, dale bien fuerte” pienso.

El gordo pega una patada en la barriga de Justin haciéndolo caer, este se retuerce a causa del dolor, el tal Sergei no deja de patear su barriga, Justin escupe sangre.

Corro hacia él, veo como mi héroe me mira, sonrío triste, maldita sea. Me monto en la espalda del hombre arañándole la calva, los hombros y demás, este deja ir un fuerte grito de dolor pero rápidamente puede conmigo, me tira en el coche, mientras el  que conducía sale a buscar a Justin, él está inmóvil, así que supongo que el “Se puede escapar” no está en sus cabezas.

Lo tiran a mi lado, este sangra por todas partes, me mira triste, abatido, sólo siento unas inmensas ganas de abrazarle, pero noto como una capa de lagrimas me impide ver, mis ojos escuecen, mucho, empiezo a llorar.

Acaricio el cabello de Justin haciéndole saber que estoy bien aún que él no esté nada bien he de ser fuerte, no puedo dejar que estos cerdos me vean hundida, sabrán que soy débil y entonces dios sabe qué podrían hacerme.

Pasan unos largos minutos, noto como la respiración de Justin es calmada, como si estuviera durmiendo, lo miro, él está en mi regazo, su sangre ya ha manchado mis piernas y parte de mi camiseta, tiene los ojos cerrados.

Lo zarandeo intentando que él despierte, no me gusta estar “sola” frente a estos tipos, me siento desprotegida, Justin es como el escudo que me protege de lo malo, de ellos, y él ahora está débil, inconsciente.

Los tipos ríen algo siniestros, un escalofrío recorre toda la columna vertebral, Sergei, el calvo habla por teléfono muy concentrado, no logro entender una mierda, hablan en Ruso.

El conductor baja del coche rápidamente agarrándome por los brazos mientras me obliga a andar, yo sólo intento no perder de vista a Justin, si le pasa algo entonces prefiero ser yo a él, estar en su lugar y que él esté bien.

Sergei  deja el teléfono para cargar con Justin, lo medio arrastra por todo el suelo embarrándolo.

Al llegar al pequeño escondite los cerdos charlan, parecen estar divirtiéndose cosa que produce un cierto asco en mi interior.

— Dejémoslos aquí, rápido antes de que despierte el fiera, el chaval es un tanto agresivo. —Dice el gordo tirando a Justin en el suelo a la vez que busca unas cuerdas por la sala, después ata sus pies junto a sus manos.

— Y tú no grites o pondré una cinta en esa preciosa boca. —Susurra el moreno muy cerca de mis labios, como puedo lo aparto junto a la ayuda de mis piernas las cuales están libres. — ¿Qué demonios haces zorra? —Escupe acercándose violentamente.

— Toma, ponle esto en las manos y pies —Murmura el tal Sergei enterándole una cuerda regia.

Apuesto a que eso dañará mis muñecas, hijos de put*a.

+

Los dos cerdos parlantes marcharon dejándome ahí con Justin inconsciente mientras ellos parloteaban en algún lugar de la pequeña casa en la que nos encontrábamos, sólo que ellos no se encontraban en un mugroso sótano.

Sentía a Sergei gritar junto a Robert el moreno, a ratos hablaban el inglés y podía entender que decían, al parecer esperaban órdenes de su jefe para poder hacer algo con nosotros.

Miro a Justin al escuchar un ruido, él ha despertado, intenta escapar del agarre de las fuertes cuerdas que presionan sus muñecas y tobillos, pero nada.

— Justin. —Susurro, no quiero que esos locos se enteren de que él ha despertado, si no vete a saber qué hacen.

— Ashley. —Me mira sorprendido como si no supiera que estoy donde él. — ¿E- Estás bien? —Logra decir.

— Bueno las cuerdas me dañan las muñecas. —Hago una mueca, lo miro, él parece preocupado.  — ¿Cómo te sientes? —Murmuro.

— Bien.

— Debiste avisar a alguien y no venir tu solo a buscarme. —Hago una pausa, él me mira serio. — ¿Cómo lo supiste?

— Digamos que vi un vehículo algo sospechoso salir disparado de aquel lugar y tú no estabas… —Susurra. — Al principio creí que me dejaste plantado, pero lo dudé después del día de hoy. —Suspira, roza sus muñecas intentando librarse de nuevo.

Este chico parece tonto, ya lo he intentado durante media hora el escapar de estas cuerdas pero hacen rasguños y no sirve de nada.

— No sirve de nada hacer eso. —Digo refiriéndome a sus muñecas.

— Lo sé pero debemos salir de aquí cuanto antes. —Dice entre dientes.

— ¿Cómo?

— Tengo una arma entre mi bañador, si esos tipos no se dieron cuenta la debería de tener aún. —Resopla haciendo movimientos para notar la pistola.

— ¿Llevas una pistola encima? —Abro los ojos sorprendida.

— No sé de qué te sorprendes, mi padre es un mafioso por si lo has olvidado. —Encoje sus hombros, pero algo falla, gime, le duele un costado.

— ¿Estás bien?

— Sí, y mi novia está a salvo. —Susurra mirándome directamente a los ojos.

“Mi novia” ¿Cómo diablos me ha llamado? Creo que he muerto y estoy en el cielo, digo, este lugar es mugriento y no se parece para nada al paraíso pero por lo que acaba de decir debo de haber muerto.

Sin poder evitarlo hago una mueca de sorpresa, siento que mi corazón va a mil por hora y joder.

— ¿Cómo? —Frunzo el ceño incrédula.

— Ashley, digo que la pistola está a salvo. —Arquea una de sus cejas, yo suspiro.

Lo suponía no podía ser cierto de todos modos sería raro porque sólo somos amigos, por desgracia.

— ¿Puedes alcanzarla? —Muerdo mi labio algo nerviosa, quiero salir de aquí.

— Estos tipos no son muy profesionales, Lavrov no escogió sus mejores hombres, fíjate en mis manos. —Las mueve, los cerdos se olvidaron de ponerlas tras su espalda.

Sonrío aliviada, él con sus dedos intenta sacarla, pero esta no sale.

— Joder. —Bufa.

— Debe de haber alguna forma…

— Ven. —Murmura. —Ayúdame.

— ¿Enserio pretendes que meta mis manos bajo tu bañador? —Río sarcástica, él rueda los ojos.

— Es cuestión de vida o muerte, por favor, en estos momentos no estoy para pensar en eso. —Hace una mueca, como puedo me arrastro por el suelo hasta quedar a su lado, él abre su bañador como puede, yo con mis dedos saco el arma.

Aún que él lleva bóxers bajo su bañador siento como me avergüenzo, como mis mejillas arden.

— Zorra espero que estés preparada junto a tu novio. —Escupe el moreno mientras baja por las escaleras, yo rápidamente me alejo de Justin.

Fijo mi mirada en mi héroe, él guarda la pistola bajo su trasero, se hace el inconsciente.

— No es mi novio, siquiera me gusta. —Miento, el moreno me mira divertido a la vez que se deshace de las terribles cuerdas, yo muevo mis manos al sentirme libre. — ¿A dónde vamos? —Le miro.

— No es de tu incumbencia. —Escupe.

— ¿Y el otro donde está? —Miro a Justin rápidamente.

— Fue afuera, aquí no hay apenas cobertura. —Dice desatando los pies y manos de Justin, yo sonrío.

— Escucha. —Lo distraigo intentando darle tiempo a Justin, él voltea.

— ¿Qué demonios quieres? —Escupe mirándome con el ceño fruncido.

— Mo… ¿Moriré? —Susurro.

En ese preciso momento un fuerte ruido retumba en toda la sala, cubro mi boca con mis dos manos, me cuesta respirar, mis ojos me pinchan, me dejo caer en el suelo.

El moreno tapa su estomago  con sus manos, cae retorciéndose en el suelo mientras un gran charco de liquido rojo se forma a su alrededor; sangre.

Miro a Justin, él esquiva su mirada de la mía, muerdo mi labio, los nervios me traicionan junto al miedo maldita sea, él acaba de matar a un hombre.

Para mí eso es terrible, pero ¿para él? Debe de sentirse como uno de ellos, como un loco u asesino.

Rápidamente el calvo aparece en la escena, otro disparo, esta vez justo en el corazón, Justin sostiene su arma fuertemente, lo miro incrédula, mi cuerpo tiembla no tengo fuerzas para levantarme.

Al ver mi reacción él tira el arma al suelo, rápidamente se acerca a mí, se arrodilla y acaricia mis mejillas.

— ¿Estás bien? —Susurra mirándome directamente a los ojos, su mirada miel taladra los míos azules.

— E-E-Están muertos. —Logro decir entrecortadamente, mi respiración es acelerada, él asiente.

— Iban a matarnos. —Murmura.

— Acabas de matar. —Suspiro, algunas lágrimas logran escapar mientras corren por mi mejilla.

— No… No es la primera vez. —Acepta él mirando el suelo, lo miro aún más sorprendida que antes, aterrorizada.

— ¿Cuándo?

— Apenas al llegar a Italia. —Vuelve a posar su mirada en mí. — Por favor no me tengas miedo. —Logra decir con apenas un hilo de voz, trago saliva.

— No… No… Lo siento. —Murmuro.

— Dime que no me tienes miedo por favor, no sería capaz de hacerte daño Ashley, jamás. —Acaricia una de mis mejillas limpiando mis lágrimas.

— Yo… No sé eso.

— Por favor confía en mí.

— Lo voy a intentar, pero eso no significa que no tenga miedo. —Rompo a llorar, él rápidamente me abraza.

— Shhh… Estás a salvo… —Besa mi cabeza. — Conmigo.

— Sentí unas ganas terribles de ser tú al ver lo que te hacían, no tenías que haber hecho eso por mí. —Sollozo.

— No digas eso. —Hace una pausa, acaricia mi hombro dándome confianza, tranquilidad. — En realidad por primera vez en mi vida tuve miedo. —Susurra, su mirada es algo de preocupación. — Cuando sentía que mis ojos se cerraban… —Hace una pausa. — Tenía miedo de perderte, de no volver a verte.

Trago saliva, mi corazón se acelera, mis ojos se cristalizan, siento unas enormes ganas de volver a llorar, pero de emoción, de saber que le importo.

Lentamente va acercándose, su mirada esta puesta en mis ojos pero rápidamente bajan a mis labios, en un abrir y cerrar de ojos sus labios están pegados a los míos, es un beso dulce, de miedo.

— Dime que esta vez no me dirás que simplemente fue un insignificante beso. —Murmuro, me separo, miro alguna parte de la habitación.

— No pienso hacerlo ¿sabes por qué? —Hace una pausa, agarra mi barbilla haciéndome mirarle. — Te amo.

Vuelve a juntar sus labios con los míos, pero ya no es un beso de miedo, esa sensación se va esfumando a la vez que nuestros labios danzan en una perfecta sincronización.

Pasa su húmeda lengua por mis labios, muerdo su labio inferior, él hace una mueca a la vez que suelta un leve gemido.

— Lo siento. —Digo contra sus labios al darme cuenta de que está herido.

Nuestras lenguas se unen, juegan entre ellas, prácticamente parece que van al mismo compás.

Nos separamos por falta de aire, lo miro aún sin creer lo que acaba de pasar, me quiere.

— Vamos, tenemos que salir de aquí. —Mira hacia los cadáveres.

Me había olvidado de ellos en cuanto él me dijo que tenía miedo de perderme.

Salimos de ahí, agarro la mano de Justin, no dejo de mirarle, algo ha cambiado entre nosotros, cuando entramos a este sitio yo me sentía totalmente esclava por su amor, él lo sabía. Ahora salimos de esta oscura casa con la única diferencia de que él siente lo mismo.



No tengo ninguna duda, él es mi príncipe, mi héroe.