viernes, 30 de agosto de 2013

Capitulo veintiocho.







• Capitulo veintiocho. – Mall.


{Justin}

Me impulso con los brazos para intentar levantarme, en realidad el dolor es algo muy molesto, pero necesito ir a ver que le ocurre, me preocupa la idea de que esté enfadada conmigo por cualquier cosa estúpida que yo haya podido decir o hacer.

Camino hacia el armario color café, allí saco una camiseta amarilla, unos pantalones de chándal grises y unas supra también amarillas.

Al acabar de arreglarme me miro en el espejo, mi cabello se ve realmente despeinado, nada de gomina, simplemente natural.

Sonrío para mí mismo, realmente estoy muy bueno, no me extraña que Ashley esté enamorada de mi.

Salgo de la habitación, bajo las escaleras y me dirijo a la cocina, Ashley está sentada en una de las sillas, mira asqueada el bol de cereales, yo frunzo el ceño, camino hasta la estantería, allí agarro un bol, seguidamente el paquete de cereales.

— Le dejé el desayuno listo hijo. —Dice la mujer del otro día.

— Um, gracias. —Agarro mi desayuno, me siento al lado de Ashley, esta mira el bol, como si estuviese en otro mundo. — ¿No comes?

— No tengo hambre. —Dice seria removiendo los cereales.

— Tienes que comer. —Deja de mirar el desayuno para fijar su mirada en mí, me mira fulminante.

— Genial, ahora vas a hacer de madre. —Dice tajante.

— Ashley, no comer es malo, ¿no te das cuenta? —Le miro fijamente a los ojos, me preocupa.

— Joder, no tengo hambre, ¿tan difícil de entender es eso? —Suspiro, no hay nada que hacer, es una cabezota bipolar.

— Está bien, sólo me preocupo. —Murmuro.

El desayuno se vuelve todo un muermo sin saber porqué, hace nada ella estaba en mi cama besándome ¿Qué he hecho mal?

Al acabar de desayunar camino hasta una de las encimeras, dejo los platos ahí y camino hacia el jardín, antes de salir la miro, ella me mira, pero de seguida aparta su mirada.

Camino hasta el gimnasio, este queda a un lado totalmente apartado de la mansión, tras unos minutos de caminar por el jardín, allí veo a los chicos.

— Hey, que pasa. —Los saludo mientras acomodo mi cabello, estos me miran curiosos.

¿Tengo monos en la cara? Oh vamos, no me jodas que son gays.

— Hey. —Dice Ryan mientras hacemos nuestro saludo. — Se te ve algo distinto, ¿Qué pasa man?

— ¿Cómo se supone que me veo? —Frunzo el ceño.

— Diferente, sonríes mucho por ejemplo. —Enarca una de sus cejas, oh vamos, ya sé por dónde va.

— ¿No puedo estar feliz? —Río.

— Hmm… ¿Esa felicidad tiene nombre? —Zac interrumpe curioseando mientras mueve sus cejas divertido.

— Oh, vamos. —Muevo mi mano restándole importancia, ellos ríen.

— Lo sabía. —Dice Ryan.

— ¿No puede ser una simple amiga?

— Deberías de haber visto como ayer la protegías al llegar a casa, estabas muy preocupado y protector. —Opina Nelson, el que apenas habla.

— Es una muy buena amiga, nada más. —Una risa de nerviosismo escapa de entre mis labios.

MIERDA,MIERDA,MIERDA.

— Será eso. —Ríe Zac.

— ¿Queréis ir a tomar algo fuera? No vendría mal algo de relax. —Sugiere de nuevo Zac.

— Sí y podrías invitar a tu… —Queda pensativo. — Lo que sea. —Ryan frunce el ceño.

— ¿Ella? No querrá venir.

— ¿Porqué no preguntas? —Murmura Nelson.

— Es que está rara desde esta mañana. —Encojo mis hombros.

— ¿Qué hiciste ya Bieber? —Ryan golpea mi espalda, yo hago una mueca, el dolor es horroroso.

— Agh… Está bien, en 10 min fuera, ¿Qué coche? —Pregunto mientras me alejo para ir a buscar a Ashley.

— Range Rover. —Grita Zac.

Camino hasta el interior de la casa, Ashley ya no está en la silla de antes mirando aquel bol triste, tampoco la sirvienta, hmm…

Escucho una triste voz hablar, es ella, hablando por teléfono.

— Es que… No sé qué pasa, me siento mal con cualquier cosa, me siento débil. —Susurra, al parecer no quiere que la escuchen. — Cara, sé cómo es Justin y realmente admiro lo que hizo por mí, pero tengo miedo de que me haga daño. —Su voz suena débil. — Oh, sí supieses lo que inventó para alejarme de él… Fue espantoso… Llegué a cortarme por ello, bueno en realidad fue uno de los motivos, me sentía sola.

Tragué saliva, sabía que ocurría algo en ella que no iba bien, que tenías problemas o que simplemente se sentía afectada por la muerte de sus padres pero jamás pensé que podría ser yo uno de sus motivos para dañar esas preciosas muñecas, las cuales no sé cuándo pero besaré y evitaré que se vuelvan a dañar.

Carraspeo para hacerme notar, ella muy sorprendida voltea, rápidamente cuelga el teléfono sin decir ni un simple adiós.

— ¿Qué haces aquí? Mejor dicho, ¿Desde cuándo estás aquí? —Suena molesta.

— Acabo de llegar. —Un incomodo silencio invade la sala. — Um… ¿Quieres venir con los chicos a tomar algo? —Sonrío, no intento ni quiero parecer grosero o algo así.

— Uh, eh… —Mira su móvil. — Claro. —Sonríe, pero fingidamente, lo sé.

— Eh, está bien, entonces vamos. —Digo caminando hacia la puerta, oigo sus pasos seguirme.

Salimos al exterior, allí los chicos ríen, al saber que ya estamos ahí me miran divertidos, sabiendo que escondo algo, pero lo que no saben es que no se van a enterar de una mierda.

Ryan posa su vista en Ashley cosa que me pone totalmente enfermo, de seguro la está analizando con rayos X y eso es asquerosamente molesto porque siento que en cualquier momento mi puño adornará su cara.

— ¿Ya? —Digo refiriéndome a Ryan, este me mira sorprendido, enarca una de sus cejas.

— Encantado, soy Ryan. —Sonríe extendiéndole la mano a Ashley, esta lo saluda.

— Ashley. —Sonríe, después me mira, yo endurezco la mandíbula.


{Ashley}


En el trayecto los chicos bromean, excepto Justin, él se muestra algo tenso.

Al parecer llegamos al centro comercial, allí miles de tiendas perfectas con escaparates preciosos captan mi atención; joyas.

Camino hasta uno de ellos sin darle importancia a los demás, apoyo mi mano en el cristal observando cada diamante, realmente las joyas me apasionan.

— ¿Te gusta? —Una voz aterciopelada interrumpe mis pensamientos; Justin.

— Todo esto es perfecto. —Sonrío.

Después de lo de esta mañana no he podido ser yo misma, lo que había pasado en su cama me había hecho pensar mucho y parecer toda una amargada, pero sin más nunca había sentido algo tan fuerte por alguien, me había sentido grande cuando estaba en su habitación, como si todos los problemas si hubiesen esfumado en un cerrar y abrir de ojos, pero me daba miedo, me daba miedo enamorarme aún más y sentirme traicionada.

— ¿Sí? Um… —Queda pensativo observando las joyas, camina junto a los chicos, pero a medio camino voltea. — ¿Ashley?

Reacciono y voy hacia él, caminamos charlando, o al menos los chicos, Justin y yo somos esclavos del silencio, y por alguna razón extraña no hablamos.

— ¿Os ha comido la lengua el gato? —Ríe Zac.

— ¿Qué? —Digo saliendo de mi mundo.

— Estáis muy callados. —Dice Ryan.

— Imaginaciones. —Murmura Justin cabizbajo.

Los chicos marchan a por unos batidos, Justin decide quedarse al igual que yo, no tengo ganas de nada, en realidad sólo de estar con él aun que sea incomodo.

— Ashley, necesito saber qué te pasa porque me estoy volviendo loco intentando saber que he hecho mal. —Suspira pasando una de sus manos por su cabello, desordenándolo aún más.

— Nada.

— No me mientas, desde que te fuiste de mí… Habitación has estado totalmente diferente. —Hace una pausa. — ¿Qué he hecho mal?

¿Por qué se siente culpable? Él no es el que causa mi extrema bipolaridad, maldita sea.

— Agh, nada, sólo soy una estúpida por comerme la maldita cabeza. —Suspiro, cierro los ojos.

— ¿Qué es lo que te tiene mal? —Su voz suena algo preocupada.

— Muchas cosas que siquiera tú sabes y no tienen solución, simplemente soy así de rara. —Encojo mis hombros.

El viene a abrazarme sin más, sin decir nada, se acerca y me rodea con sus fuertes brazos haciéndome sentir en mi coraza, en un sueño.

Hago más intenso el abrazo, realmente necesitaba uno así, verdadero y no uno cualquiera, uno de él.

— Ah. —Se queja, le he apretado demasiado, al parecer le duelen las costillas, ya que toca uno de sus costados.

— Lo siento, no me acordaba. —Susurro, él me mira. — Deberías ir al médico Justin.

— No.

— Vamos, puede ser grave.

— No he ido al médico con cosas peores así que no iré por esta mierda. —Dice tajante.

— Por favor. —Susurro mirándole directamente a los ojos, a esos claros ojos mieles.

— Ashley…

— Te acompañaré. —Suspiro, él hace igual.

— Está bien, pero no creo que sea nada grave. —Mira sus costillas.

— Saldremos de dudas.

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