martes, 20 de agosto de 2013
Capitulo veinticinco.
• Capitulo veinticinco. – You look so sexy girl.
{Ashley}
Justin está con Jeremy al parecer hablando sobre algo bastante importante, deberá de ser mucha la importancia de esa cosa ya que llevan un buen rato en el despacho, me gustaría tener algún instrumento de esos espía para oír que hablan. Sé que sonará raro, algo maleducado, pero la curiosidad suele matar.
Subí las escaleras rápidamente para ir a la habitación, quería coger los cascos y escuchar algo de música mientras me tumbaba en la mullida y verde hierba del jardín. Hacía bastante que mi mente no trabajaba algunas buenas películas mientras la mejor medicina; la música, me atontaba por completo permitiéndome soñar despierta.
Subo los dos últimos escalones mientras empiezo a correr muy decidida, y como en las películas suele pasar un torso algo fuerte me frena por completo haciendo que mis pechos se hundan y diablos, eso duele.
— Agh. —Me quejo a la vez que coloco bien mi camiseta, levanto la mirada para encontrarme con unos bonitos ojos mieles analizando cada gesto que hago.
Tenías que ser tú, mi extraño caballero de armadura brillante.
Un momento, ¿por qué estoy tan poética hoy? Supongo que el estar encerrada me afecta.
— ¿Ashley? —Frunce el ceño mientras me mira con diversión, sabiendo que mis pechos se han topado con su torso.
— Debes de ir con más cuidado Bieber. —Hago una mueca de dolor al recordar el golpe, él enarca una de sus cejas.
Se va tan jodidamente interesante cuando hace eso…
— ¿Enserio? No era yo quien iba corriendo a no sé donde como loco. —Vuelve a mirarme de esa forma tan curiosa.
— Ay si, está bien. —Muevo mi mano con desdén, quitándole importancia al asunto, él sonríe de lado.
— ¿Dónde ibas con tanta prisa? ¿No te enseñaron a no correr por los pasillos? —Ríe, él ahora mismo se ve como un profesor u adulto responsable cosa que claramente ni en pintura es.
— ¿Porqué tantas preguntas? —Él se encoje de hombros, yo hago una mueca, al parecer eso le hace gracia pues una leve risita escapa de entre sus gruesos y rosados labios.
¿Por qué haces eso? Maldición, no puedo apartar mi mirada de él aun que apenas sean uno o dos segundos.
— Ya que tu no me cuentas a donde ibas yo seré amable y te diré que ahora mismo iba a buscarte pero alguien no pudo esperar a verme y bueno… —Humedece sus labios, yo trago saliva, claramente esto empieza a ser peligroso.
— Creído. —Bufo. — Iba a coger los cascos, me apetecía escuchar música en el jardín, es relajante, deberías probarlo. — Él asiente.
— Gracias por el consejo, quizás algún día.
Un silencio incómodo, vaya, ya van dos en el día de hoy.
— ¿Porqué no vas a cambiarte? —Dice él mirando su móvil, al parecer la hora, ya que rápidamente lo vuelve a bloquear.
— ¿A dónde piensas llevarme?
— Ponte Vecchio.
— ¿De nuevo? —Le miro sorprendida, él niega y sonríe.
— Iremos al lago que está bajo el puente, es realmente bonito y esta calor insoportable así que bueno sólo ponte el biquini. —Mira hacia la puerta de mi habitación, yo lo miro curiosa, asiento y camino hacia esta.
Antes de entrar lo miro por última vez recorriendo cada parte de su cuerpo, prácticamente imaginándomelo sin camiseta, la ultima vez no estaba muy cuerda así que sé que hoy lo disfrutaré más que el otro día.
Él de inmediato se da cuenta de mi pequeño –Vale, gran.- Análisis y sonríe negando a la vez que guiña su ojo, cosa que me pone muy nerviosa sin mencionar que antes me dijo mediante una foto que me veía bonita y esto afecta más.
Entro en la habitación, me recargo por unos segundos en la puerta suspirando, maldita sea, no creí nunca que esto fuera a pasar, prácticamente ni lo imaginé, o si alguna vez lo pensé entonces claramente dije “Imposible.” Pero las cosas han hecho que me dé cuenta de que nada es imposible y que no puedes decir “De esta agua no beberé” porque como tonta acabas bebiendo.
Camino hacia la cómoda, allí saco un biquini color azul esmeralda, sonrío al pensar en cómo quedará el tonto mujeriego al verme en él, realmente pude ver cómo me miraba en la sesión que Roxanne nos hizo y me encantó el pensar que él quizás pudo verme sexy.
Río negando, coloco ese bonito bikini en mi cuerpo, queda bien, creo.
El azul esmeralda resalta bastante con mi piel y digamos que hace un contraste bonito, no estoy muy morena pero algo sí, así que digamos que estoy pasable.
Coloco rápidamente la ropa que antes llevaba encima del bikini, agarro mi bolso, en él coloco unas cuantas cosas, la crema solar, las gafas de sol, el móvil y los cascos. Luego salgo algo apresurada de la inmensa habitación, mi sorpresa es encontrarme con el señor perfección saliendo también de su habitación.
Él ahora lleva su bañador color negro con algunos adornos en azul y una camiseta blanca de tirantes, la cual agradezco que haya usado ya que esta deja una perfecta e increíble vista de sus muy trabajados brazos.
— ¿Lista? —Sonríe mostrando sus perfectas y blancas perlas.
— Sí, vamos. —Sonrío, él extiende su mano, pretende que la agarre, así hago.
Dios mío, él si sabe como dejarme sin respiración y sobretodo como provocar mi propia muerte, esto es demasiado para mí.
+
Nos acercamos al lago, de inmediato noto como mis pies se hunden, la hierba es fresca, verde y acolchada, miro a Justin maravillada por lo que ven mis ojos –A parte del perfecto chico que me acompaña, claro.-
— ¿Te gusta? —Pregunta con emoción.
— Es perfecto Justin. —Sonrío descalzándome, deshaciéndome de los zapatos, él hace igual.
Rápidamente la hierba roza contra mis pies produciendo una desagradable sensación, cosquilleo y molestia, río sin poder contenerme, la hierba me hace cosquillas.
— ¿Qué ocurre? —Ríe él contagiado por mi risa y al ver seguramente tal escena; Yo saltando para no rozar el pasto.
— La hierba. —Logro decir entre risas, él ríe.
— Basta Ashley, parece que nunca hayas pisado césped. —Dice él riendo a la vez que me mira extrañado, seguidamente se deshace de su camiseta tirándola por alguna parte.
Jo-der, su cuerpo es condenadamente perfecto, sexy.
Te incita a tocarlo, a pasar tus dedos por cada tatuaje que él lleva sobre su pecho –Sí, él lleva la fecha de su madre en números romanos junto a una corona.- Realmente creo que en mi vida vi algo tan excitante como él, digo, es asqueroso pensar algo así cuando lo conozco desde que era un moco, pero tarde o temprano tenía que admitirlo.
Noté como el sonreía divertido al ver que yo había parado de dar esos ridículos saltos para contemplar con mayor claridad ese perfecto dios griego que tenía ante mis ojos y mierda, no, no.
Tres.
Dos.
Uno.
Sonrojada, MALDITA SEA.
— ¿Por qué maldices? —Pregunta él riendo entre dientes, ahora noto aún más arder mis mejillas, un pequeño fallo; pensar en voz alta.
— Creo que me picó una hormiga. —Hago una mueca a la vez que rasco mi pie simulando que este me pica.
— ¿Enserio? —Camina preocupado hasta quedar a mi lado, observa mi pie intentando detectar la picadura u la hormiga.
Vaya, debería de hacer teatro, lo cierto es que soy muy buena en esto.
— Lo cierto es que aquí no hay hormigas Johnson. —Dice divertido, yo cierro los ojos, no ha ido nada bien, retiro lo dicho.
— Vaya pues juraría que algo me picó. —Entrecierro los ojos, él ríe, camina hasta al agua y justo para en la orilla.
— ¿No vas a esperarme? —Grito, él está a unos metros.
— Si tardas tanto no creo que el agua pueda esperar. —Alza sus brazos, yo río, maldito creído.
Alzo mis brazos para deshacerme de la camiseta rosa palo, seguidamente desabrocho mis shorts lanzándolos con mi pierna un poco lejos, donde los zapatos de Justin.
Noto como su mirada se posa en mí, eso me estremece, me gusta pero a la vez me avergüenza, realmente yo no soy el tipo de chicas con las que él suele ir, esas son todas plásticas pero perfectas.
Giro para toparme con su intensa mirada, sus ojos mieles brillan a causa de la luz del sol, su pecho también lo hace y eso lo vuelve aún más sexy, más deseable, apetecible.
Camino hasta él, aún no deja de mirarme y empieza a ser incomodo.
— Me gusta ese bikini nena. —Humedece sus labios haciendo que por completo me pierda, diablos.
“NENA” esa palabra sonaba tan sexy cuando salía de entre sus labios… Y sé que antes odiaba que él me llamara de esa forma pero ahora no me importa, me gusta aun que resulte algo vergonzoso u incomodo.
— ¿Enserio? Quedaría mejor si estuviera algo bronceada. —Digo observando mi feo color de piel, noto como su mirada aún no ha salido de mi cuerpo, chasquea su lengua.
— Bueno, a mi me gusta incluso así, no sé, te ves bien de todas formas. —Encoje sus hombros mientras por fin aparta su vista de mi volteando, cosa que en cierta parte me gusta y en cierta parte no, porque ahora ya no estoy bajo su atenta mirada miel.
— Gracias. —Logro decir al salir de ese pequeño trance mientras empiezo a caminar adentrándome en el tal inmenso lago, él ya está hundido, es más ya se ha mojado entero, yo simplemente entro despacio; el agua está congelada.
— ¿Siempre eres tan lenta? —Suspira él rodando los ojos, yo enarco una de mis cejas.
¿Desde cuándo él decide con qué rapidez hago las cosas?
— Ay Justin, sólo deja que haga las cosas a mi manera. —Resoplo algo molesta, él es molesto cuando empieza así.
— Vamos, no te lo tomes tan a pecho. —Dice acercándose peligrosamente, yo trago saliva, la respiración empieza a ir algo más rápida de lo normal.
— No estoy molesta. —Miento, él rueda los ojos y sonríe de lado.
— Ya, claro.
— Enserio.
— ¿Sí? —Susurra él acercándose aún más, entonces él se sumerge bajo el agua, lo miro curiosa.
Unas manos me arrastran agarrándome de la cintura hacia adentro del agua siquiera dándome algo de tiempo a coger aire, al salir del agua esas manos todavía siguen puestas en mi cintura, suspiro pesadamente.
Es un capullo, pero no quiero que aleje sus manos, ahora están muy bien donde están, sobre mí, apegándome a su mojado pero caliente cuerpo.
Volteo, me encuentro con su mirada miel, sonríe, podría pegarle una buena cachetada, pero simplemente el amor hace que sonría como cual tonta.
— Te ves muy sexy. —Murmura él apegándome aun más a su cuerpo; un nudo en la garganta, trago saliva.
— ¿Qué comiste hoy Bieber? —Las mejillas comienzan a arder como antes, joder, odio que hagan eso.
— Lo mismo que tú. —Sonríe a la vez que pasa una mano por su cabello despeinándolo aun más, haciéndole ver más sexy que antes, y eso es difícil. — Me gusta la forma en la que te sonrojas. —Susurra, me mira directamente a los ojos.
— Pues yo lo odio. —Hago una mueca, él se aleja, veo como voltea y agarra algo, seguidamente camina algo lejos y mientras impulsa algo se va acercando a mí, lo miro interrogante, fijo la vista en el agua.
Un pez muerto, flotando, mugriento, maloliente.
Hago una mueca ante el desagradable olor, empiezo a corretear como una niña pequeña alejándome de él, el muy idiota lo hace a propósito, quiere joderme.
Capullo.
— No huyas, no pasa nada Ashley, está muerto. —Grita él a unos escasos metros, yo miro el animal con asco, una arcada me viene, volteo para no ver a esa cosa, noto como él ríe.
— Aléjalo Justin, voy a vomitar. —Digo con temor a que me lo lance encima u algo así.
— Ashley, confía en mi. —Escucho su aterciopelada voz acercarse, yo doy unos tres pasos adelante aún dándole la espalda.
— Tira eso.
— Confía en mí tonta. —Su voz está cerca.
— Justin…
— ¿No confías en mi? —Un silencio se hace.
— Está bien… —Susurro cansada esperando a que él haga algo.
Unas manos me voltean, haciéndome estar cerca de él, como antes. Miro alrededor, no hay nada, él sonríe al ver que he confiado en él, señala algo, es el pez, este flota muy lejos de donde estamos, yo suspiro a la vez que sonrío aliviada.
— Gracias. —Murmuro, él encoje de hombros.
— ¿Porqué? —Ríe frunciendo el ceño.
— Por no lanzármelo justo encima. —Hago una mueca de asco, él vuelve a reír, esta vez una carcajada sonora.
— Ashley no soy tan malo, se el asco que te da por eso no te lo iba a tirar encima. —Sonríe negando, yo empiezo a salir hasta el exterior del lago, siento que él me sigue. — ¿Ya te sales?
— Sí, empiezo a tener frío.
Maldita sea, la toalla.
¿Cómo se supone que me voy a secar ahora? ¿Dónde me voy a tumbar? En la hierba estando mojada desde luego que no.
— Justin… —Volteo para verle, él está saliendo del agua, unas cuantas gotas corren por su pecho hasta perder el rumbo y caer.
— ¿Ocurre algo? —La preocupación se refleja en su rostro.
— Olvidé mi toalla. —Hago una mueca, en su cara se nota el alivio, camina hasta sus cosas y saca una toalla color gris, la envuelve por su pecho, se sienta en la orilla. —Ven.
Dime que no vas a hacer eso porque entonces no dudaré en besarte. Maldita sea, ¿Cómo es posible que pases de ser un autentico capullo a un chico adorable en menos de unas horas?
Me siento justo en frente de él, noto como se arrastra, abre su toalla y me abraza haciéndome quedar acurrucada entre sus piernas y brazos.
Jodida perfección.
— Me gusta esta tarde. —Su respiración choca contra mi hombro poniéndome algo nerviosa.
— A mi también… —Murmuro observando el agua la cual es cristalina.
— Podríamos hacer esto más a menudo. —Dice él aferrándome más a él sintiendo más su calor.
— Sí, estaría bien.
— Esto… Ashley…
— ¿Sí?
¿Sí? ¿Solo eso? Maldita tonta.
— ¿Es cierto lo que dijiste hoy ahí arriba? —Susurra, su aliento choca contra mi cuello.
— ¿El qué? —Trago saliva, siento que el corazón saldrá en cualquier momento disparado.
— ¿Te… gusto? —Murmura.
Mierda,Mierda,Mierda.
“Me gustas mucho, eres un chico algo especial, pasas de un punto a otro, a veces me tratas como la mierda en cambio otras me siento como una autentica princesa u reina. Pero en cambio nadie ha hecho que sienta algo tan intenso por alguien, sólo tú has logrado despertar algo en mi que hasta ahora nadie nunca lo había hecho. Me has hecho sentir de muchas maneras en este poco tiempo que llevo a tu lado, haces que cosas simples u tontas se vuelvan increíbles y con un gran valor cuando se trata de ti. Haces que cuando te vea con otra chica que no sea yo me entren ganas de ocultarme en alguna parte lejana del planeta, que mi corazón bombee más sangre de la habitual. Que cuando tu sonríes yo automáticamente también lo haga o simplemente me cueste respirar al sentirte tan cerca cómo es ahora.”
— Sí, lo es. —Susurro con miedo, como amaría poderle decir todo lo que siento, pero simplemente quedaría como tonta.
— Vaya. —Un incomodo silencio se apodera de nosotros, ya van tres silencios en un mismo día pero nunca antes había sido tan incómodo.
— Sí, es raro, antes éramos… Buenos amigos, yo no creía nunca verte de otra forma que no fuera esa, pero me equivoqué. —Suspiro mirando el agua, noto una mano posarse sobre la mía a la vez que me acaricia como si yo fuera un jarrón, frágil.
— Todos creemos pensar cosas que realmente no pensamos, podemos hacer callar a nuestro cerebro, pero no a nuestro corazón. —Dice él, como si fuera un filosófico, lo cierto es que tiene mucha razón, demasiada.
— Sí, será eso. —Encojo mis hombros.
— Es tarde. —Susurra él. — Las siete, debemos volver.
¿Las siete ya? Diablos y yo pensaba que el tiempo se había congelado.
— Si, vamos. —Levanto del suelo, coloco mi ropa, después lo miro a él.
Él muy concentrado recoge las cosas, seguramente lo he dejado pensando y quizás se está torturando la cabeza por mi culpa, pero él decidió preguntar eso así que ahí están las consecuencias.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario