viernes, 23 de agosto de 2013

Capitulo veintiséis.






• Capitulo veintiseis. – Sh*t.

Miro a Justin, este conduce mientras rebusca en la guantera, agarra un paquete de tabaco, lo abre y coloca un cigarrillo entre sus gruesos labios, lo enciende y aspira la substancia.

Muevo mis piernas a un compás algo rápido; nervios.

— ¿Ocurre algo? No has dejado de hacer eso en todo el camino. —Mira mis piernas, yo dejo de moverlas al sentir su mirada en estas.

— ¿Podemos ir a algún Starbucks o algo así? No me apetece cenar, siento que con un batido mi estomago quedará satisfecho. —Le miro, él hace una mueca, vuelve a fijar su vista en la carretera.

— Ashley… Tienes que comer algo.

— No me apetece, un batido estará bien —Hago una pausa, miro mis piernas, ahora están quietas. — Por favor.

— Está bien, pero no volveremos a saltarnos ninguna comida. —Su mirada es de advertencia, como diciendo “Y va a ser lo que yo diga”.

Maldito mandón, empiezo a pensar que él puede hacer de madre.

— ¿Desde cuándo eres mi madre? —Intento contener la risa, maldita sea lo acabo de imaginar con un delantal rosado bordado cruzando sus brazos molesto como las madres suelen hacer –creo-.
— Soy tu guardaespaldas. —Vuelve a llevar el cigarro a su boca.

Sexy de mierda.

— ¿Guardaespaldas? Creía que eras más bien mi amigo. —Lo miro sorprendida, él fija su vista en mi, una sonrisa asoma de entre sus labios, unos hoyuelos adornan su rostro, entonces empieza a reír descontroladamente.

— Deberías de haber visto tu cara Johnson. —Ríe negando.

— Uh, que gracioso. —Pongo una voz algo tonta burlándome de él.

— Llegamos señorita. —Saca las llaves del coche, se dispone a salir. —Vamos anda. —Sale del coche, después camina hasta la puerta del copiloto, la abre y salgo, lo miro agradecida, el sonríe.

Caminamos hasta el interior del Starbucks, unas letras verdes con un símbolo de una sirena adornan su interior al igual que antes el exterior del lugar.


— ¿Que tomarán? —Pregunta la muchacha pelirroja, esta tiene algunas pecas en su rostro, debe de tener unos 17.

— Frapuccino. —Digo, Justin me mira de reojo, veo como sonríe negando, su bañador lleva un bolsillo, de él saca su cartera, le da el dinero a la chica, yo lo miro extrañada. — ¿No vas a tomar nada?

—  No, yo de hecho tomaré cualquier cosa que pille por casa. —Se encoje de hombros. — Voy al baño, espera aquí, enseguida vuelvo. —Sonríe volteando, camina hasta unas puertas color verde oscuro en las cuales pone “Servicios”.

Me apoyo en una de las columnas de ladrillo que hay mientras saboreo el batido, está exquisito.

Miro la pelirroja adolescente, esta mira un bol, al parecer le falta algo, camina hasta dentro de una sala, la pierdo de vista.

Unas manos tapan mi boca a la vez que me levantan del suelo llevándome hasta el exterior, el miedo se apodera de todo mi cuerpo, siento mis piernas temblar, mi corazón acelerarse, intento gritar pero nada es válido, no sólo me alejo de los servicios, sino también de la tienda.

— No hagas fuerzas criaja, eso no te servirá de mucho, simplemente empeorarás la situación y quizás esto —Me enseña un cuchillo, lo pone frente mis ojos para que lo vea. — Tenga que dejar una pequeña marca en tu cuello, quien sabe. —La voz es ronca, es un hombre y aun que no lo he visto puedo saber que es adulto.

Dejo de patalear e intentar zafarme del extraño, un coche negro de cristales tintados estaciona junto frente el Starbucks, de inmediato el señor me tira sobre los asientos traseros del vehículo, rápidamente él entra quedando a mi lado, el otro hombre que va al volante arranca.

El extraño que antes me sujetaba resulta ser un hombre de unos cuarenta años, calvo, ojos verdes, gordo, tiene un acento algo raro, no es italiano.

Habla con el conductor, al parecer en Ruso, no entiendo una jodida mierda, no entiendo que quieren, sólo siento ganas de llorar, una fuerte presión en el pecho. No sé qué demonios quieren de mí, sólo sé que no hice nada para merecer esto, me da miedo que ellos intenten violarme o algo peor, matarme.

— ¡Mierda, el coche que estaba estacionado en aquel lugar nos sigue, va demasiado rápido Sergei! —Grita el conductor, eso hace que algo de esperanza crezca en mi interior; Justin.

— ¿Cómo? Ella estaba sola en el interior. —Espeta el tal Sergei.

— Él me encontrará. —Logro decir con rabia, pero con temor a que haga lo que dijo hacer si no me callaba.

— ¡Cállate zorra! —Amenaza el calvo. —Acelera, maldita sea.
— ¡Voy todo lo rápido que puedo! —El  conductor está muy nervioso.

— Entonces tendré que bajar y acabar con esto. —Escupe de nuevo el hombre calvo.

— No puede morir ya, por eso la secuestramos, ella es alguien importante para él, si la tenemos hará todo en cuanto queramos. —Murmura el moreno mientras mira por el retrovisor.

— Mierda, cállate, no lo mataremos, lo cogeremos también, Jeremy es el punto fuerte, es su hijo él si hará lo que sea. —Sergei mira por la ventana. —Mierda, para, voy a bajar. —El coche para, este baja.

Siento unas enormes ganas de llorar, de correr hacia Justin, no quiero que le hagan daño maldita sea, sé que estoy secuestrada ahora mismo y que no sé si saldré viva de esto, pero mi vida es una mierda no me importa, en cambio la suya si, por dios él no.

Escucho unas voces, logro salir del coche, al fin y al cabo el moreno que conduce está adelante y puedo hacerlo.

Veo a mi perfecto caballero, él pega un puñetazo en la cara del calvo, “Bien hecho, atízalo más, dale bien fuerte” pienso.

El gordo pega una patada en la barriga de Justin haciéndolo caer, este se retuerce a causa del dolor, el tal Sergei no deja de patear su barriga, Justin escupe sangre.

Corro hacia él, veo como mi héroe me mira, sonrío triste, maldita sea. Me monto en la espalda del hombre arañándole la calva, los hombros y demás, este deja ir un fuerte grito de dolor pero rápidamente puede conmigo, me tira en el coche, mientras el  que conducía sale a buscar a Justin, él está inmóvil, así que supongo que el “Se puede escapar” no está en sus cabezas.

Lo tiran a mi lado, este sangra por todas partes, me mira triste, abatido, sólo siento unas inmensas ganas de abrazarle, pero noto como una capa de lagrimas me impide ver, mis ojos escuecen, mucho, empiezo a llorar.

Acaricio el cabello de Justin haciéndole saber que estoy bien aún que él no esté nada bien he de ser fuerte, no puedo dejar que estos cerdos me vean hundida, sabrán que soy débil y entonces dios sabe qué podrían hacerme.

Pasan unos largos minutos, noto como la respiración de Justin es calmada, como si estuviera durmiendo, lo miro, él está en mi regazo, su sangre ya ha manchado mis piernas y parte de mi camiseta, tiene los ojos cerrados.

Lo zarandeo intentando que él despierte, no me gusta estar “sola” frente a estos tipos, me siento desprotegida, Justin es como el escudo que me protege de lo malo, de ellos, y él ahora está débil, inconsciente.

Los tipos ríen algo siniestros, un escalofrío recorre toda la columna vertebral, Sergei, el calvo habla por teléfono muy concentrado, no logro entender una mierda, hablan en Ruso.

El conductor baja del coche rápidamente agarrándome por los brazos mientras me obliga a andar, yo sólo intento no perder de vista a Justin, si le pasa algo entonces prefiero ser yo a él, estar en su lugar y que él esté bien.

Sergei  deja el teléfono para cargar con Justin, lo medio arrastra por todo el suelo embarrándolo.

Al llegar al pequeño escondite los cerdos charlan, parecen estar divirtiéndose cosa que produce un cierto asco en mi interior.

— Dejémoslos aquí, rápido antes de que despierte el fiera, el chaval es un tanto agresivo. —Dice el gordo tirando a Justin en el suelo a la vez que busca unas cuerdas por la sala, después ata sus pies junto a sus manos.

— Y tú no grites o pondré una cinta en esa preciosa boca. —Susurra el moreno muy cerca de mis labios, como puedo lo aparto junto a la ayuda de mis piernas las cuales están libres. — ¿Qué demonios haces zorra? —Escupe acercándose violentamente.

— Toma, ponle esto en las manos y pies —Murmura el tal Sergei enterándole una cuerda regia.

Apuesto a que eso dañará mis muñecas, hijos de put*a.

+

Los dos cerdos parlantes marcharon dejándome ahí con Justin inconsciente mientras ellos parloteaban en algún lugar de la pequeña casa en la que nos encontrábamos, sólo que ellos no se encontraban en un mugroso sótano.

Sentía a Sergei gritar junto a Robert el moreno, a ratos hablaban el inglés y podía entender que decían, al parecer esperaban órdenes de su jefe para poder hacer algo con nosotros.

Miro a Justin al escuchar un ruido, él ha despertado, intenta escapar del agarre de las fuertes cuerdas que presionan sus muñecas y tobillos, pero nada.

— Justin. —Susurro, no quiero que esos locos se enteren de que él ha despertado, si no vete a saber qué hacen.

— Ashley. —Me mira sorprendido como si no supiera que estoy donde él. — ¿E- Estás bien? —Logra decir.

— Bueno las cuerdas me dañan las muñecas. —Hago una mueca, lo miro, él parece preocupado.  — ¿Cómo te sientes? —Murmuro.

— Bien.

— Debiste avisar a alguien y no venir tu solo a buscarme. —Hago una pausa, él me mira serio. — ¿Cómo lo supiste?

— Digamos que vi un vehículo algo sospechoso salir disparado de aquel lugar y tú no estabas… —Susurra. — Al principio creí que me dejaste plantado, pero lo dudé después del día de hoy. —Suspira, roza sus muñecas intentando librarse de nuevo.

Este chico parece tonto, ya lo he intentado durante media hora el escapar de estas cuerdas pero hacen rasguños y no sirve de nada.

— No sirve de nada hacer eso. —Digo refiriéndome a sus muñecas.

— Lo sé pero debemos salir de aquí cuanto antes. —Dice entre dientes.

— ¿Cómo?

— Tengo una arma entre mi bañador, si esos tipos no se dieron cuenta la debería de tener aún. —Resopla haciendo movimientos para notar la pistola.

— ¿Llevas una pistola encima? —Abro los ojos sorprendida.

— No sé de qué te sorprendes, mi padre es un mafioso por si lo has olvidado. —Encoje sus hombros, pero algo falla, gime, le duele un costado.

— ¿Estás bien?

— Sí, y mi novia está a salvo. —Susurra mirándome directamente a los ojos.

“Mi novia” ¿Cómo diablos me ha llamado? Creo que he muerto y estoy en el cielo, digo, este lugar es mugriento y no se parece para nada al paraíso pero por lo que acaba de decir debo de haber muerto.

Sin poder evitarlo hago una mueca de sorpresa, siento que mi corazón va a mil por hora y joder.

— ¿Cómo? —Frunzo el ceño incrédula.

— Ashley, digo que la pistola está a salvo. —Arquea una de sus cejas, yo suspiro.

Lo suponía no podía ser cierto de todos modos sería raro porque sólo somos amigos, por desgracia.

— ¿Puedes alcanzarla? —Muerdo mi labio algo nerviosa, quiero salir de aquí.

— Estos tipos no son muy profesionales, Lavrov no escogió sus mejores hombres, fíjate en mis manos. —Las mueve, los cerdos se olvidaron de ponerlas tras su espalda.

Sonrío aliviada, él con sus dedos intenta sacarla, pero esta no sale.

— Joder. —Bufa.

— Debe de haber alguna forma…

— Ven. —Murmura. —Ayúdame.

— ¿Enserio pretendes que meta mis manos bajo tu bañador? —Río sarcástica, él rueda los ojos.

— Es cuestión de vida o muerte, por favor, en estos momentos no estoy para pensar en eso. —Hace una mueca, como puedo me arrastro por el suelo hasta quedar a su lado, él abre su bañador como puede, yo con mis dedos saco el arma.

Aún que él lleva bóxers bajo su bañador siento como me avergüenzo, como mis mejillas arden.

— Zorra espero que estés preparada junto a tu novio. —Escupe el moreno mientras baja por las escaleras, yo rápidamente me alejo de Justin.

Fijo mi mirada en mi héroe, él guarda la pistola bajo su trasero, se hace el inconsciente.

— No es mi novio, siquiera me gusta. —Miento, el moreno me mira divertido a la vez que se deshace de las terribles cuerdas, yo muevo mis manos al sentirme libre. — ¿A dónde vamos? —Le miro.

— No es de tu incumbencia. —Escupe.

— ¿Y el otro donde está? —Miro a Justin rápidamente.

— Fue afuera, aquí no hay apenas cobertura. —Dice desatando los pies y manos de Justin, yo sonrío.

— Escucha. —Lo distraigo intentando darle tiempo a Justin, él voltea.

— ¿Qué demonios quieres? —Escupe mirándome con el ceño fruncido.

— Mo… ¿Moriré? —Susurro.

En ese preciso momento un fuerte ruido retumba en toda la sala, cubro mi boca con mis dos manos, me cuesta respirar, mis ojos me pinchan, me dejo caer en el suelo.

El moreno tapa su estomago  con sus manos, cae retorciéndose en el suelo mientras un gran charco de liquido rojo se forma a su alrededor; sangre.

Miro a Justin, él esquiva su mirada de la mía, muerdo mi labio, los nervios me traicionan junto al miedo maldita sea, él acaba de matar a un hombre.

Para mí eso es terrible, pero ¿para él? Debe de sentirse como uno de ellos, como un loco u asesino.

Rápidamente el calvo aparece en la escena, otro disparo, esta vez justo en el corazón, Justin sostiene su arma fuertemente, lo miro incrédula, mi cuerpo tiembla no tengo fuerzas para levantarme.

Al ver mi reacción él tira el arma al suelo, rápidamente se acerca a mí, se arrodilla y acaricia mis mejillas.

— ¿Estás bien? —Susurra mirándome directamente a los ojos, su mirada miel taladra los míos azules.

— E-E-Están muertos. —Logro decir entrecortadamente, mi respiración es acelerada, él asiente.

— Iban a matarnos. —Murmura.

— Acabas de matar. —Suspiro, algunas lágrimas logran escapar mientras corren por mi mejilla.

— No… No es la primera vez. —Acepta él mirando el suelo, lo miro aún más sorprendida que antes, aterrorizada.

— ¿Cuándo?

— Apenas al llegar a Italia. —Vuelve a posar su mirada en mí. — Por favor no me tengas miedo. —Logra decir con apenas un hilo de voz, trago saliva.

— No… No… Lo siento. —Murmuro.

— Dime que no me tienes miedo por favor, no sería capaz de hacerte daño Ashley, jamás. —Acaricia una de mis mejillas limpiando mis lágrimas.

— Yo… No sé eso.

— Por favor confía en mí.

— Lo voy a intentar, pero eso no significa que no tenga miedo. —Rompo a llorar, él rápidamente me abraza.

— Shhh… Estás a salvo… —Besa mi cabeza. — Conmigo.

— Sentí unas ganas terribles de ser tú al ver lo que te hacían, no tenías que haber hecho eso por mí. —Sollozo.

— No digas eso. —Hace una pausa, acaricia mi hombro dándome confianza, tranquilidad. — En realidad por primera vez en mi vida tuve miedo. —Susurra, su mirada es algo de preocupación. — Cuando sentía que mis ojos se cerraban… —Hace una pausa. — Tenía miedo de perderte, de no volver a verte.

Trago saliva, mi corazón se acelera, mis ojos se cristalizan, siento unas enormes ganas de volver a llorar, pero de emoción, de saber que le importo.

Lentamente va acercándose, su mirada esta puesta en mis ojos pero rápidamente bajan a mis labios, en un abrir y cerrar de ojos sus labios están pegados a los míos, es un beso dulce, de miedo.

— Dime que esta vez no me dirás que simplemente fue un insignificante beso. —Murmuro, me separo, miro alguna parte de la habitación.

— No pienso hacerlo ¿sabes por qué? —Hace una pausa, agarra mi barbilla haciéndome mirarle. — Te amo.

Vuelve a juntar sus labios con los míos, pero ya no es un beso de miedo, esa sensación se va esfumando a la vez que nuestros labios danzan en una perfecta sincronización.

Pasa su húmeda lengua por mis labios, muerdo su labio inferior, él hace una mueca a la vez que suelta un leve gemido.

— Lo siento. —Digo contra sus labios al darme cuenta de que está herido.

Nuestras lenguas se unen, juegan entre ellas, prácticamente parece que van al mismo compás.

Nos separamos por falta de aire, lo miro aún sin creer lo que acaba de pasar, me quiere.

— Vamos, tenemos que salir de aquí. —Mira hacia los cadáveres.

Me había olvidado de ellos en cuanto él me dijo que tenía miedo de perderme.

Salimos de ahí, agarro la mano de Justin, no dejo de mirarle, algo ha cambiado entre nosotros, cuando entramos a este sitio yo me sentía totalmente esclava por su amor, él lo sabía. Ahora salimos de esta oscura casa con la única diferencia de que él siente lo mismo.



No tengo ninguna duda, él es mi príncipe, mi héroe.

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