viernes, 16 de agosto de 2013

Capitulo veintitrés.









• Capitulo veintitrés. – Pain.

Debería de estar acostumbrada a ser más fuerte, después de todo lo que he pasado no sé cómo sin más dejo que el temor me venza. Quizás la presión es mucha, el nudo en el pecho, esas ganas de gritarle al mundo que no estás bien, de decirles a todos aquellos que te ven sonreír que no siempre es real, que no siempre estoy feliz y que sobretodo no soy lo que aparento se
r; fuerte.

— No tendrías que haber hecho eso Ashley, dime tú qué hubiese pasado si Erin no hubiera entrado en ese preciso instante. —Me reprocha Jeremy, su mirada es fría, se le nota lo muy preocupado que está y lo mucho que siente el que yo haya hecho eso.

— Lo sé, sólo… —Suspiro, cierro los ojos, vamos, por muy jodida que esté no tengo que perjudicar la vida de los demás. — Lo siento.

Él deja ver sus dientes, está sonriendo, no lo ha dicho pero con esa sonrisa y mirada de preocupación ya basta para saber que quiere decirme; Todo está bien.

Jeremy es un hombre noble, sobretodo familiar, y si alguien de su entorno está mal él se encarga rápidamente de solucionarlo ya sea dando consejos o echando un cable como sea. Agradezco su “ayuda”, realmente que alguien en estos momentos me trate así es de agradecer, porque realmente no me he llegado a sentir bien desde que marché de Stratford. Sólo creía estar bien cuando llegué a Florencia, pero realmente no lo estaba, son paranoias que tú misma te haces cuando supuestamente estás enamorada, películas que tu subconsciente crea.

— Sólo… No entiendo porqué lo hiciste. —Juguetea con un bolígrafo, pulsa el botoncito de este haciendo “click” varias veces.

— Cosas del pasado, ya sabes, hacen que se van pero realmente se refugian por ahí adentro. —Señalo mi pecho, él asiente seriamente.

— ¿Aún sigue durmiendo Justin? —Yo asiento, recuerdo exactamente el momento en el que esa rubia de gran trasero rodeaba su cintura, el momento en el que por poco las paredes se caen a causa del sexo que estos estaban teniendo. — Vaya, que raro, normalmente no duerme tanto, es de sueño ligero. —Ríe, hace una graciosa mueca.

— Debe de estar muy cansado el chico. —Una sonrisa amarga adorna mi rostro haciéndome parecer de lo más rara e bipolar, Jeremy frunce el ceño esperando alguna que otra respuesta, pero sinceramente no tengo porqué soltar nada, de eso ya se encargará su querido hijo.

— Si me disculpas Ashley, tengo que hacer unas llamadas. —Saca un móvil de entre su americana color gris, lo muestra.

— Sí claro, no hay problema. —Sonrío levantándome de esos acolchados sillones, camino hacia la puerta que da al inmenso y perfecto jardín de película.

El olor a césped mojado inunda mis fosas nasales junto a otro olor, el de los arboles. Me siento en el césped aún no dándole importancia a el agua, me gusta salir aquí a meditar, realmente reflexionar aquí es tan perfecto. Las ideas se vuelven más claras, las preocupaciones logran esfumarse en cierta parte y eso es magnífico.

La venda que está sobre mi muñeca izquierda empieza a hacer estorbo, el calor hace que esta me incomode, los cortes me escuecen, todo es tan desagradable…

— ¡Cuidado! —Grita una voz grave pero adolescente, abro los ojos, allí veo parado a un chico de bastante buen ver, ojos azules verdosos, muy intensos, estos me miran con sorpresa.

— Lo siento. —Se disculpa el apuesto.

— No ha pasado nada. —Frunzo el ceño, medio sonrío.

— Pero si yo no hubiese avisado te la comes. —Gruñe un chico de mismo aspecto que el que me observa, al parecer gemelos.

— Wow, ¿cuál de vosotros es el malo? —Río, realmente en las películas las cuales salen gemelos uno de los dos es el fiel aliado de Satanás y el otro simplemente es todo un ángel caído del cielo.

— ¿Malo? Por dios, aquí todos tenemos algo oscuro, incluso tú si estás aquí. —Reprocha el chico que por poco acaba sobre mí.

— Bah, Zac. —Extiende la mano el más agradable. — Él es Nelson, olvida todo lo que pueda llegar a decir, es un descerebrado. —Ríe palmeando su espalda, este se queja.

— Ashley Johnson. —Me presento, acepto la mano de Zac, el chico agradable, en cambio quien había captado mi atención era todo un borde.

— Ah, supongo que eres la amiga de Bieber. —Dice el gruñón.

— Sí bueno, se supone. —Digo no muy segura, realmente ya no sé ni si él merece mi amistad.

+

{Justin}


Pasamos toda la mañana entrenando en el gimnasio de la casa, boxeo, armas en lo más alejado del jardín y demás, Jeremy estaba muy serio, incluso algo furioso y sólo conmigo lo más patético por su parte es el no decirme que tan así lo tenía.

Los chicos pelean entre ellos, yo me uno.

Ataco a Ryan golpeando su mandíbula, este ríe y va directo hacia mi estomago, lo que él no espera es que yo pare el golpe y lo que él me iba a dar lo acabe recibiendo por supuesto él mismo.

— Nenaza. —Murmuro, él lo escucha y ríe entre dientes.

— No dirás lo mismo el próximo día que patee tus huevos maricón. —Escupe.

— Callaos. —Ordena Zac sentándose en el suelo, yo hago lo mismo, puede que sea fuerte, pero el cansancio no me lo quita nadie.

— A sus órdenes. —Me burlo, él rueda los ojos.

— A sí que hay nueva chica en la casa ¿eh Bieber? —Dice el mismo.

— ¿Nueva? —Me paro a pensar. — ¿Ashley? —Digo, ellos asienten, Ryan nos mira confundidos.

— Eyeyeyey… Esperad, ¿Quién? —Dice él.

— Ashley, la “amiguita” de Justin. —Hace comillas con sus dedos Zac, yo ruedo los ojos.

— Te la has tirado fijo. —Asegura Ryan.

— No, ella sólo es una amiga, cuando éramos críos éramos mejores amigos, como hermanos y bueno, ella es como mi hermana. —Explico, los chicos sonríen cómplices.

— Decirme que está buena. —Dirige una mirada divertida a los gemelos, Zac va a hablar pero Nelson se adelanta, como siempre.

— Lo está. —Hace una pausa. — Mucho. —Sonríe divertido, yo lo fulmino con la mirada, que no quiera tener nada con ella por el peligro que pueda correr no significa que no me guste.

— Quiero conocerla, ya. —Dice Ryan.

— No, no la conocerás. —Digo tajante, ellos me miran confundidos, Zac mueve sus cejas.

— ¿Celoso? ¿No quieres que te la quiten? —Ríe él.

— No, a mi me da igual los líos que tenga, pero no con vosotros. —Advierto apuntándoles con el dedo.

— Sólo un celoso actuaría así. —Hace una pausa Ryan. — Y si está celoso es que le gusta. —Ríe.

— No me gusta, no soy de enamorarme yo nunca me he enamorado, sólo tengo sexo.

— Ya, pues eso precisamente que sientes no explica lo que sueles hacer. —Salta Nelson.

— ¿Si me gustara me hubiese follado a Michelle ayer? —Presumo, ellos boquiabiertos me observan, río.

— Eres un putón. —Murmura Nelson, yo lo dejo estar.

— Sólo os aclaro con eso que no voy por nadie. —Suspiro levantándome del suelo.

— Pues entonces deja que al menos me la presenten. —Insiste Ryan también levantándose.

— No insistas.

— Vamos…

— No y punto.

— ¿Qué función tiene ella aquí? En la casa. —Pregunta Nelson.

— Nada, sólo la traje por seguridad, ¿porqué?

— No, nada, sólo me pareció verle alguna parte del brazo vendada, supuse que sería de alguna pelea, pero debí equivocarme. —Hace una mueca, yo lo miro curioso esperando saber más.

— ¿Vendado? —Pregunto incrédulo.

— Sí, ¿tan raro es?

— Viniendo de ella es algo raro, puede que se haya caído o algo así. —Digo sin más, lo cierto es que el pensar en eso ya me preocupa y joder, no quiero preocuparme por alguien del que no tengo porque hacerlo. — ¿Sabéis que le ocurría a Jeremy? Parecía cabreado, al menos conmigo.

— Tendrá un mal día, eso es todo. —Suspira Ryan.

Camino de vuelta a casa, necesito encontrar a Ashley simplemente saber que está bien, no me parece que ella esté herida, realmente eso ya me preocupa así que no puedo pensar en si algo grave le pasara.

Busco en el salón, la cocina, incluso el lavabo sin aún plantearme el que ella esté en su habitación, eso es raro, ella nunca suele estar de día en su habitación y maldita sea me preocupa.

“Toc,toc” golpeo dos veces su puerta esperando oír un “adelante” o un simple “pasa” pero nada. Sin importarme el que ella pueda estar cambiándose de ropa o simplemente desnuda paso.

El ruido del agua caer retumba en la habitación, ella está en la ducha, su habitación es una de las pocas que consta de baño, supongo que es como es la “invitada” se la cedieron a ella y no a mí.

Pasan unos minutos, yo jugueteo con las sabanas de su cama, me siento en el filo de esta a esperar que ella salga, el tan relajante ruido deja de sonar, la puerta se abre y ahí está ella, con una pequeña toalla color blanco envolviendo su delicado cuerpo. Gotas de agua caen sobre sus desnudos hombros haciendo todo un recorrido hasta llegar al nacimiento de sus pechos y así perderse.

Su cara se vuelve entre algo de vergüenza, sorpresa y enfado al verme, rápidamente aprieta más esa minúscula toalla contra su pecho haciendo que estos se marquen aún más.

Carraspeo a la vez que salgo de su cama, camino hacia ella, intento visualizar esa venda, pero ni rastro, debe de haberla retirado al ducharse como es muy normal.

— ¿Qué demonios haces aquí? —Grita con enfado ella al lograr reaccionar.

— Sólo quería verte, ¿acaso no puedo? —Resoplo, ella niega, unas pequeñas arrugas adornan su frente, adoro cuando se ve tan ella, tan refunfuñona.

— ¿Y qué ocurre si yo no quiero verte?

— ¿No quieres? —Digo algo sorprendido.

— No, ahora ahí está la puerta. —La señala sin dejar de sostener su toalla con miedo de que esta la traicione.

— Sé muy bien donde está, pero no me pienso ir. —Ella frunce el ceño, yo intento contener la risa, se ve tan divertida y adorable enfadada.

— ¿No pretenderás que me cambie en tus narices no?

— Podrías, yo no me negaría a eso, tenlo por seguro. —Admito, ella golpea mi pecho haciendo que me aparte, camina hasta su cama y se sienta, esperando a que yo deje la habitación, pero realmente está muy equivocada.

— ¿Qué pasa contigo? —Dice molesta.

— ¿Conmigo? Estoy como siempre. —Frunzo el ceño confuso.

— No, de eso nada, ahora aún eres más repugnante. —Sujeta con más firmeza su toalla al yo acercarme a ella, me arrodillo, ella acomoda uno de los mechones que caen sobre su rostro tas la oreja, diviso unos arañazos bastante profundos en sus muñecas, un escalofrío recorre todo mi cuerpo.

Podrían ser varias opciones, pero siempre lo peor viene a mi mente. Ella es fuerte y por supuesto no será lo que creo que es, eso sólo lo hace gente débil y niñitas con complejo u algo así, así que por completo queda descartada esa opción.

— Que es eso. —Señalo su muñeca, ella rápidamente dobla su brazo escondiendo los terribles arañazos.

— Nada que justamente a ti te importe.

— Me preocupo por ti. —Agarro su brazo haciendo que esta me muestre los cortes.

— ¿Aún no te enteraste Bieber? —Sonríe amargamente negando con la cabeza, yo frunzo el ceño muy confuso.

— ¿Qué ha pasado Ashley? —Digo preocupado, esto empieza a darme algo de miedo, joder.

— Claro, estabas muy ocupado con la rubia como para enterarte ¿cierto? —Vuelve a sonreír de esa forma que destruye por completo algo de mí.

¿Cómo ella sabe eso? Joder, no me hace ni puta gracia, todo parece un maldito juego, sus preguntas con sarcasmo y sus respuestas.

No debo de sentirme mal joder, ella no es nada mío ni yo de ella, ambos estamos en el derecho de hacer lo que queramos sin un “pero” o “no” del otro.

— ¿Cómo sabes eso? —El temor se apodera de mí.

— Por dios —Hace una pausa, su mirada es fría, diría que me puedo congelas si sigo mirando sus ojos. — Estás en la habitación de al lado.

— Dime de una puta vez como te has hecho eso Ashley. —Me altero, la sangre empieza a correr demasiado rápido por mis venas, siento que en cualquier momento me explotarán.

— ¿Ahora te interesa?

— ¿Quién coño crees que soy? ¡Tengo corazón maldita sea! —Grito, la furia me domina al cada vez estar más cierto en lo que pensaba; ella misma se ha hecho esos jodidos cortes.

— ¿Qué quieres que haga? Llevo mucho tiempo con esta mierda encima, no sé como librarme de esto joder, mi vida es una completa basura desde el segundo cero. —Dice gritando al borde del llanto.

— ¿Pero por qué haces eso? No soluciona nada. —Acaricio su brazo lentamente, sus heridas, sus cortes.

— No ha sido la primera vez, en primaria lo hacía. —Trago saliva, pues la sequedad se apodera totalmente de mi garganta haciendo que hasta la saliva se vuelva espesa.

“BUM” y como una bomba eso impacta contra mi corazón haciendo que me sienta más mal de lo que antes ya me sentía porque maldita sea por mucho que logre intentar convencer a mi corazón de que no me gusta es imposible. Cuando ayer me follaba a Michelle por unos momentos me imaginé a Ashley y maldita sea, puede que sea asqueroso o lo que sea, pero esta terrible sensación me está matando por momentos y es horrible el sentirse así, de esta forma.

— Tú eres fuerte. —Murmuro acariciando lentamente sus heridas, la miro a los ojos, los que antes estaban llenos de rabia ahora son más de tristeza, ¿Por qué me siento tan mal tratándose de ella?

— No lo soy, eso es lo que todos creéis. —Sonríe triste apartando mi mano de ella. — Y lo que más daño me hace en estos momentos es ver cómo te follas a una cualquiera en mis narices, porque no lo vi pero prácticamente lo presencié. —Dice con apenas un hilo de voz, eso hace que mi corazón se encoja pero a la vez bombee más sangre de lo habitual al pensar que ella siente algo por muy pequeño que sea ese sentimiento.

— ¿Cómo? —Digo incrédulo sin aún creer lo que ella acaba de decir.

— Es una tortura ver eso ¿sabes? Porque yo no quiero admitir esto, es más es jodidamente repugnante el pensar que hace prácticamente unos años te veía como un hermano y ahora otro tipo de sentimientos se han despertado. —Ríe llorando.

— Ashley…

— No, yo ya sé que tu no sientes lo que yo, eso no es lo que más me duele, lo que más daño me hace es que me trates de esa forma, como una mierda. —Susurra llorando, necesito abrazarla y decirle que todo es mentira que la quiero y que nada fue una apuesta que todo fue real, pero es imposible, todo está bien de este modo, sé que si se enteran de que tengo algo con ella no dudarán en matarla y joder, no.

— Lo siento, pero… Es que esto es mejor así. —Murmuro sentándome a su lado.

— Lo sé, lo entiendo sólo quiero que sepas lo que me molesta eso. —Sus ojos se cruzan con los míos.

— Lo cierto es que ayer me dejaste caliente y tuve que calmar mis ganas de semanas sin hacer nada con esa puta. —Río intentando sacarle una de esas bonitas sonrisas que sólo ella sabe crear.

— ¿Te puse? —Una risita escapa de entre sus labios, eso en cierta forma me hace sentir bien.

— Sí, pero es que fuiste mala. —Hago un puchero ella ríe, yo seco sus lagrimas.

— Parte del papel. —Encoje sus hombros, yo enarco una ceja, la miro divertido.

— ¿Realmente fue todo papel o sólo algo?

— Bueno, no lo sé. —Hace una mueca. — Dejémoslo con que era teatro. —Sonríe de lado, yo niego riendo.

— Lo siento. —Me disculpo mirándola fijamente a esos cristalinos ojos.

— Dejémoslo ¿Si?

— Vale, ¿bajamos a comer? La comida está ya lista creo y Erin tiene algo importante que decir, no quiero perderme eso. —Estiro la mano para que ella se agarre y así poder levantarla de la cama, así hace, con un ágil movimiento ya está arriba.

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