•Capitulo quince – Come
with me.
{Ashley}
“Brbrbrbrbr…”, el móvil
vibra dentro de mis jeans produciendo un cosquilleo en mi muslo.
Deslizo mi mano hasta el
interior de los ajustados bolsillos agarrando el móvil y liberándolo del
pequeño lugar.
Miro la pantalla de este,
desbloqueo el patrón, izquierda, derecha, abajo y arriba, listo. Miro el
mensaje, es de Justin, clico sobre el pequeño sobre que se muestra en la
pantalla para ver el contenido. “Cuando puedas ven a verme, tengo que hablar
contigo, es muy importante y solo tengo un maldito día para convencerte de
algo.”
Miro extrañada el
mensaje. ¿De qué quiere convencerme?
Miro a Cara y a su amiga
Chanel, estas bromean entre ellas, pero al ver mi cara de confusión dejan de
sonreír para mirarme serías con aires de preocupación.
— ¿Ocurre algo? —Pregunta
Cara.
— No lo sé. —Encojo mis
hombros mientras bloqueo y desbloqueo el móvil una y otra vez.
— Pero desde que has
mirado tu móvil estás rara, fíjate, no dejas de desbloquear el móvil, pareces
nerviosa. —Frunce el ceño.
— Es Justin. —Digo
mirándola con algo de preocupación.
— ¿Y?
— Dice que tiene que
hablar conmigo, quiere convencerme de algo al parecer.
— ¿Y no piensas
contestarle?
— Sí, claro. —Asiento
mientras bajo la mirada a mi móvil, vuelvo a desbloquearlo “Izquierda derecha,
abajo y arriba” repito en mi cabeza.
Quedo pensativa mirando
su mensaje. Algo de lo de “Muy importante” queda en mi cabeza, ronda una y otra
vez paseándose por esta.
Pienso en qué responderle
simplemente podría teclear “Enseguida voy” pero cuando el miedo se apodera de
mi me es imposible ser aún que sea un
poco valiente.
Deslizo mis dedos sobre
el pequeño teclado “¿Tan importante es?” pulso el botón enviar hasta que un
pequeño mensaje aparece en el centro de la pantalla “Enviado”.
Paso una mano por mi
cara, suspiro, miro a Cara al notar mi móvil vibrar al instante. Trago saliva y miro el mensaje
que acabo de recibir obviamente de Justin.
“Sí, maldita sea, ¿dónde
estás? Necesito hablar contigo ya, por favor ven a mi casa.”
Muero mi labio inferior,
demasiado fuerte diría ya que un escozor recorre todo este provocando en mi
rostro una mueca.
Me despido de las chicas
mientras camino apresurada hasta la casa de Justin, cuando estoy a unas dos
calles suspiro. Me tiene preocupada, quien sabe con qué me va a salir esta vez.
Me encuentro parada en el
porche de Justin. Agarro mi móvil y le envío un mensaje. “Estoy afuera”, no sé
porqué simplemente no llamo al timbre, en realidad sería lo más normal pero
como soy rara y los nervios se apoderan fácilmente de mi lo hago mediante un
mensaje.
Noto el “clac” de la
puerta al abrirse.
Es Justin, me mira con
preocupación y algo de miedo, lo puedo notar en sus ojos miel. Estos me miran
fijamente, él lentamente se acerca hasta quedar enfrente de mí, entonces me
abraza. Me rodea con sus fuertes brazos haciendo que me preocupe aún más.
— Me estás asustando. —Susurro.
— Yo también estoy
asustado.
— ¿Porqué? —Digo con un
hilo de voz.
Se sienta en uno de los
escalones del porche, palmea a su lado haciendo que vaya hacia él y me siente a
su lado. Mira el suelo, yo acaricio su brazo, intentando animarle a que me diga
de una vez lo que ocurre.
— Tengo miedo a perderte
Ashley. —Susurra haciendo que me estremezca.
— ¿Cómo?
— Sé que vas a mandarme a
la mierda en cuando te diga de que debo convencerte. —Suspira, yo trago saliva.
—Ven conmigo a Italia.
— ¿Cómo? ¿Italia? —Él
asiente.
— Tengo que contarte
muchas cosas Ashley, el porqué de todo esto, pero necesito que aceptes, por
favor… —Murmura lo último.
— No puedo hacer eso
Justin…
Veo como su mirada es
dura, como si contuviese sus ganas de romper en llanto. Mira fijamente el
suelo, aprieta su mandíbula.
— Por favor. —Susurra.
— ¿Pero porqué?
— La mafia Rusa me busca.
—Aclara, entonces su mirada se fija en la mía. — Tampoco dudarán en matar a los
que quiero, Jeremy me ha dicho que mi familia y amigos estáis también en
peligro y no quiero que te pase nada Ashley. —Humedece sus labios.
La mafia Rusa lo busca,
como si fuese un criminal u algo así. Como en las películas de acción que
siempre veíamos cuando éramos críos.
Simplemente
no se qué está ocurriendo, pero lo abrazo, él se refugia en ellos hundiendo su
cabeza entre mi cabello, aspirando el aroma como siempre suele hacer cuando me
abraza
— Estaré bien.
— No, Ashley, ven
conmigo, no pienso perderte otra vez. Ya lo hice una vez, no quiero que eso
vuelva a pasar. —Susurra muy cerca de mi oreja haciendo que me estremezca.
— Justin… Igualmente
después del verano volvería a California… —Me separo de él, miro el suelo.
— Joder, no me hagas
secuestrarte o algo así.
— Tampoco puedo dejar
sola a mi abuela Justin.
— Ella estará bien si
sabe que tú lo estás.
— Te prometo que estaré
bien. —Acaricio su espalda dándole tranquilidad.
— Parece que no entiendes
lo que es una mafia, más la Rusa. —Ríe sarcástico.
— Lo sé perfectamente.
— No lo parece, de lo
contrario vendrías conmigo.
Suspiro, paso una de mis
manos por mi cabello llevando uno de los mechones caído detrás de la oreja,
apartándolo.
— ¿Porqué te buscan?
— Vendo droga, y les
llegó mal. —Su mirada ya no está sobre mí.
“Crack” prácticamente escucho como una parte de mi
corazón quiebra.
Siento el miedo correr
por mis venas, por mi cuerpo. Haciendo que un escalofrío recorra toda mi
columna vertebral.
Acabo de enterarme de que
él se esposa al peligro, a ser herido por un ser despreciable, por alguien sin
corazón por un simple error, porque él esté lleno de mierda hasta arriba.
Siento ganas de hundir mi
puño en su mejilla. No quiero que él esté en semejante cosa, en semejante
gilipollez, una gilipollez que puede llevarlo al abismo de la muerte en unos
dos segundos.
— Porqué. —Logro decir
con un mísero hilo de voz.
— No lo sé, me gusta lo
que hago. —Hace una pausa. — El peligro, y si quieres pensar que soy un
monstruo adelante, estás en tu derecho.
“Monstruo” mi mente por
unos segundos piensa en que él quizás pueda ser algo parecido a eso.
Rápidamente sacudo mi
cabeza evitando ese tipo de pensamientos, de pensar que él es un sin corazón,
un monstruo. Lo conozco perfectamente y puedo asegurarme de que él no es eso,
al menos antes no lo era, en cierta forma no estoy segura de que no lo sea. Él
ha cambiado, mucho, y ha habido una etapa en su vida en la que no he estado a
su lado para saber lo que realmente es.
“Tampoco es un asesino”
pienso para mí.
— Estás jodidamente loco.
—Susurro levantado de ese frío escalón dejándolo ahí parado mirándome.
— Ahora ya sabes algo más
que no sabias de mí, felicidades, acabas de descubrir que soy un monstruo.
—Sonríe amargamente.
Doy unos dos pasos hacia
adelante caminando fuera del porche, cuando lo abandono giro, a unos metros
sigue él ahí mirándome con dolor. Entonces siento un gran vacío en mí, como si
me sintiese la peor persona del mundo, como si ahora yo me sintiese como un
horrible monstruo.
— Y no eres un monstruo.
—Aclaro mirándolo a distancia.
A pesar de tenerlo a
metros veo como sus comisuras se arquean como si intentara sonreír.
Volteo dándole la
espalda, al llegar a casa subo a mi habitación, me dejo caer sobre la acolchada
cama. Después me desvisto, pongo mi pijama vuelvo a tumbarme y miro el móvil.
“Sólo piénsalo.”
Su mirada triste y su
sonrisa amarga vienen a mi cabeza al recordar el momento en el que su mirada se
volvió dura y su mandíbula se tensó como nunca antes.
+
Debí de quedarme dormida
pensando, el reloj rosa pastel marca las 11:50.
Me levanto algo
desganada, camino hacia el armario y busco algo que ponerme. http://www.polyvore.com/flower_love/set?id=71926781
Desenredo mi
cabello, lo dejo tal cual, ondulado y bajo abajo.
Mi sorpresa
es ver a la abuela preparando Crepes con jarabe de caramelo, el rico olor
inunda mis fosas nasales.
— Buenos días. —Digo
abrazándola por detrás, ella pega un pequeño brinco por la sorpresa.
— A buenas horas te
despiertas. —Ríe mientras coloca las crepes en un plato azulado.
Me dejo caer en una de
las sillas, empiezo a desayunar, bebo del zumo de naranja y sigo comiendo
crepes.
— Cielo, me ha comentado
Pattie algo.
La miro interrogante
esperando a que diga algo, ella ojea una de esas revistas de cotilleo que tanto
le gustan.
— ¿El qué?
— ¿Qué te parecería la
idea de vivir en Italia?
“Justin” pienso.
— ¿Justin verdad? Te ha
soltado eso de que estoy en peligro. —Escupo.
— Sí, pero Ashley, tu
sueño es ser modelo ¿cierto? —Asiento, ella sonríe. — Pues tendrías esa oportunidad
allí, al parecer la hija de Jeremy es diseñadora allí en Italia y bueno,
podrías modelar.
Ser modelo. Mi sueño.
Sueño con eso desde que era una enana de 5 años. Solía ver los desfiles en la
televisión y presumía diciendo que yo de mayor sería mejor que esas chicas y
que llevaría la mejor ropa.
O cuando cogía los
tacones rojos de mamá y me vestía con su ropa que en ese entonces me iba enorme
para hacer un desfile exclusivo para papá.
Río al recordar semejante
escena.
— ¿Enserio? —Ella asiente
sonriente.
— Y Justin de veras
quiere que vayas con él… —Sonríe de lado.
— No sonrías de esa
forma. —Río nerviosa.
— No quiere perderte otra
vez cariño.
— Lo sé, yo tampoco pero
abuela no te quiero dejar aquí… Y… Me da miedo convivir con mafiosos, tampoco
sé hablar Italiano y creo que él tampoco. —Frunzo el ceño.
— El idioma no es preocupante,
de seguro que lo aprendes en un par de días. —Hace una pausa. — Y sí, él sí
sabe hablar Italiano, de pequeño su madre le enseñó a hablarlo.
— Oh, nunca me lo había
dicho, es más nunca lo escuché hablar en otro idioma.
Justin hablando Italiano,
oh, debe de ser condenadamente sexy hablando ese idioma que ya de por si es
sexy cuando lo habla cualquiera, entonces él debe ser como un dios griego o
algo así por el estilo.
Él podría ser mi profesor
de Italiano entonces sería como de esas películas en la que el profesor es condenadamente
sexy, la alumna queda loca por sus huesos y después tienen una noche de sexo
desenfrenada para seguidamente vivir una apasionada historia de amor por las
calles de Venecia.
Río al ver lo que estoy
pensando, niego con la cabeza. Eso sería tan gracioso pero a la vez tan
asqueroso…
— Seguro que se ve sexy
hablándolo. —Dice como si leyese mis más profundos pensamientos a la vez que
ríe.
— ¡Abuela!
— No puedes negar eso
Ashley.
— Acaban de venirme unas
ganas enormes de vomitar porque acabas de comportarte como una adolescente de
16 años loca. —Afirmo, ella ríe.
— Pero en realidad es
cierto, si él tuviese unos 65 años yo estaría loca por él. —Ríe provocando que
otro escalofrío recorra mi columna.
— En realidad cualquiera
se ve sexy hablando Italiano.
— Bueno, depende, imagina
a tu profesor de literatura de unos 56 años hablando Italiano mientras su
barriga rechoncha bota al compás de su respiración. —No puedo evitar estallar
en carcajadas.
Eso es asquerosamente
repugnante, definitivamente no todo el mundo que hable Italiano ha de ser sexy,
mi abuela acaba de hacer que eso que pensaba se esfume por completo.
— Voy a ir a ver a Justin.
Digo a la vez que subo
por las escaleras, la abuela me mira extrañada como si hiciera algo raro.
— ¿Vas a verlo y subes a
la habitación?
— Sí. —Río.
Al llegar a la habitación
miro la ventana, si cayese como mucho podría sufrir algún esguince, nada más
grave que eso.
Me abalanzo al árbol agarrándome a una de sus fuertes ramas
a la vez que me impulso hacia la ventana de él cayendo dentro de su habitación.
Lo veo tumbado en su gran
cama, río al recordar la última vez que estuve aquí.
Me acerco a él, ahora es
como un bello durmiente. Río.
Acaricio su cabello
dorado, me pongo a cuclillas para estar a su altura, acerco mi cara a su oído y
susurro “Dormilón” mientras una leve risilla se escapa de entre mis labios.
{Justin}
“Nunca había sentido algo
así” decía la chica de cara distorsionada. “Yo tampoco, sinceramente nunca me
había enamorado de esta forma, me siento como un súper héroe cuando se trata de
ti.” Susurro acariciando su rostro borroso. Lo hago porque el corazón me lo
pide, esa voz envuelve toda mi alma, una voz dulce, una voz que da mucha paz.
Un cosquilleo en mi
barriga hace que despierte, pestañeo unas cuantas veces, veo un mechón de un
cabello claro caído por mi rostro, sonrío al notar cómo me susurra al oído.
Giro pudiendo tener una
visión completa de quien se trata aun que su voz le delate al verla sonrío aun
más.
Acaricio sus suaves y
rosadas mejillas, sus ojos claros perforan los míos.
— ¿Ashley? —Susurro.
Veo como ella sonríe, la
luz cae sobre ella haciendo que parezca un completo ángel.
Creo que he muerto y
estoy en el cielo.
— Buenos días princeso. —Ríe.
Lo que daría por
despertar todos los días así, de verdad, se siente jodidamente bien
— ¿Princeso? —Río, ella
asiente. — ¿Por dónde has entrado? Pattie no está en casa a estas horas.
Me incorporo y acaricio
su cabello, es sedoso, brilla y huele genial.
— Por la ventana.
¿Ella por la ventana?
Wow, eso era gracioso, no me la imagino saltando de un extremo a otro, más que
nada sé lo cagueta que és.
— ¿Tú solita hiciste todo
eso? Aww, ya eres toda una mujercita. —Pongo voz de chica pero al momento río.
— Eres idiota. —Ríe
también.
— ¿Cómo que has venido?
— Solo quería preguntarte
a qué hora nos vamos mañana. —Sonríe dulce.
No, no puede ser cierto.
¿Ella viene conmigo a Italia? Joder, debe de ser un maldito sueño, más que nada
porque todo esto es jodidamente irreal. Primero aparece ella como un condenado ángel
en mi habitación acariciándome y susurrándome al oído y después me dice que
vendrá conmigo.
Me abalanzo sobre ella,
la abrazo tan fuerte que hago que caiga encima mío.
Ella sonríe tímida al ver
que está encima, que estoy sin camiseta y en el mismo sitio de aquella noche
tan… Caliente.
Sus mejillas pasan de ser
rosadas a adaptar un color rojo vivo. Las acaricio, siento como arden, ella
sonríe. Está muy cerca de mis labios, tanto que siento su respiración entrecortada
chocar contra mi boca.
— Adoro cuando haces eso.
—Río tierno.
— ¿El qué?
— Tus mejillas.
Ella abre los ojos por
unos segundos y cierra los ojos como si estuviese avergonzada, yo aparto un
mechón de pelo que cae sobre su rostro, lo llevo tras su oreja, ella solo sonríe
como tonta al igual que yo.
Suspira y se levanta
poniéndose de pie y acomodando su camiseta ya que esta había quedado algo
levantada al caer sobre mí.
La miro y rasco mi nuca
buscando alguna excusa para interrumpir ese incomodo silencio.
— ¿Porqué ese cambio de
idea?
— No lo sé la verdad.
— Hm… Yo no creo que no lo sepas.
— Bueno, ya sabes que mi
sueño siempre ha sido ser modelo. —Hace una pausa. — Tu madre le comentó a mi
abuela que podría intentarlo, tu hermanastra al parecer es diseñadora. —Logro
notar algo de emoción en su voz. — Tampoco quería no volver a verte. —Susurra.
— Ya… Claro, ahora no
intentes arreglarlo. —Sonrío.
— No intento arreglar
nada Bieber, solo digo la verdad. —Hace pucheros.
— Está bien… —La miro a
los ojos. — Pues el vuelo sale a las 7:30 así que vas a tener que madrugar. —Digo
respondiéndole a lo que había venido a preguntar.
— Jo. —Vuelve a hacer
pucheros.
Miro sus labios, son rosados,
adoro sus labios, son muy besables. Ellos como que de alguna forma te incitan a
besarlos.
Ella carraspea haciendo
que aparte la mirada de esos rosados y deseables labios. La miro a los ojos y
sonríe.
— Bueno…
— ¿Ya te vas?
— Tengo que preparar la
maleta.
— ¿Tienes toda la tarde
no crees?
— Sí, pero así ya me
olvido, además tú también has de hacerlas.
— Ya, pero yo prefiero
estar contigo a que te vayas y hacerlas.
Queda callada, mirándome
sorprendida por lo que acabo de decir.
En realidad a veces soy
demasiado bocazas y suelto lo que pienso sin pensar en las consecuencias.

No hay comentarios:
Publicar un comentario