miércoles, 24 de julio de 2013

Capitulo quince.









•Capitulo quince – Come with me.

{Ashley}

“Brbrbrbrbr…”, el móvil vibra dentro de mis jeans produciendo un cosquilleo en mi muslo.

Deslizo mi mano hasta el interior de los ajustados bolsillos agarrando el móvil y liberándolo del pequeño lugar.

Miro la pantalla de este, desbloqueo el patrón, izquierda, derecha, abajo y arriba, listo. Miro el mensaje, es de Justin, clico sobre el pequeño sobre que se muestra en la pantalla para ver el contenido. “Cuando puedas ven a verme, tengo que hablar contigo, es muy importante y solo tengo un maldito día para convencerte de algo.”

Miro extrañada el mensaje. ¿De qué quiere convencerme?

Miro a Cara y a su amiga Chanel, estas bromean entre ellas, pero al ver mi cara de confusión dejan de sonreír para mirarme serías con aires de preocupación.

— ¿Ocurre algo? —Pregunta Cara.
— No lo sé. —Encojo mis hombros mientras bloqueo y desbloqueo el móvil una y otra vez.
— Pero desde que has mirado tu móvil estás rara, fíjate, no dejas de desbloquear el móvil, pareces nerviosa. —Frunce el ceño.
— Es Justin. —Digo mirándola con algo de preocupación.
— ¿Y?
— Dice que tiene que hablar conmigo, quiere convencerme de algo al parecer.
— ¿Y no piensas contestarle?
— Sí, claro. —Asiento mientras bajo la mirada a mi móvil, vuelvo a desbloquearlo “Izquierda derecha, abajo y arriba” repito en mi cabeza.

Quedo pensativa mirando su mensaje. Algo de lo de “Muy importante” queda en mi cabeza, ronda una y otra vez paseándose por esta.

Pienso en qué responderle simplemente podría teclear “Enseguida voy” pero cuando el miedo se apodera de mi  me es imposible ser aún que sea un poco valiente.

Deslizo mis dedos sobre el pequeño teclado “¿Tan importante es?” pulso el botón enviar hasta que un pequeño mensaje aparece en el centro de la pantalla “Enviado”.

Paso una mano por mi cara, suspiro, miro a Cara al notar mi móvil vibrar  al instante. Trago saliva y miro el mensaje que acabo de recibir obviamente de Justin.

“Sí, maldita sea, ¿dónde estás? Necesito hablar contigo ya, por favor ven a mi casa.”

Muero mi labio inferior, demasiado fuerte diría ya que un escozor recorre todo este provocando en mi rostro una mueca.

Me despido de las chicas mientras camino apresurada hasta la casa de Justin, cuando estoy a unas dos calles suspiro. Me tiene preocupada, quien sabe con qué me va a salir esta vez.

Me encuentro parada en el porche de Justin. Agarro mi móvil y le envío un mensaje. “Estoy afuera”, no sé porqué simplemente no llamo al timbre, en realidad sería lo más normal pero como soy rara y los nervios se apoderan fácilmente de mi lo hago mediante un mensaje.

Noto el “clac” de la puerta al abrirse.

Es Justin, me mira con preocupación y algo de miedo, lo puedo notar en sus ojos miel. Estos me miran fijamente, él lentamente se acerca hasta quedar enfrente de mí, entonces me abraza. Me rodea con sus fuertes brazos haciendo que me preocupe aún más.

— Me estás asustando. —Susurro.
— Yo también estoy asustado.
— ¿Porqué? —Digo con un hilo de voz.

Se sienta en uno de los escalones del porche, palmea a su lado haciendo que vaya hacia él y me siente a su lado. Mira el suelo, yo acaricio su brazo, intentando animarle a que me diga de una vez lo que ocurre.

— Tengo miedo a perderte Ashley. —Susurra haciendo que me estremezca.
— ¿Cómo?
— Sé que vas a mandarme a la mierda en cuando te diga de que debo convencerte. —Suspira, yo trago saliva. —Ven conmigo a Italia.
— ¿Cómo? ¿Italia? —Él asiente.
— Tengo que contarte muchas cosas Ashley, el porqué de todo esto, pero necesito que aceptes, por favor… —Murmura lo último.
— No puedo hacer eso Justin…

Veo como su mirada es dura, como si contuviese sus ganas de romper en llanto. Mira fijamente el suelo, aprieta su mandíbula.

— Por favor. —Susurra.
— ¿Pero porqué?
— La mafia Rusa me busca. —Aclara, entonces su mirada se fija en la mía. — Tampoco dudarán en matar a los que quiero, Jeremy me ha dicho que mi familia y amigos estáis también en peligro y no quiero que te pase nada Ashley. —Humedece sus labios.

La mafia Rusa lo busca, como si fuese un criminal u algo así. Como en las películas de acción que siempre veíamos cuando éramos críos.

Simplemente no se qué está ocurriendo, pero lo abrazo, él se refugia en ellos hundiendo su cabeza entre mi cabello, aspirando el aroma como siempre suele hacer cuando me abraza

— Estaré bien.
— No, Ashley, ven conmigo, no pienso perderte otra vez. Ya lo hice una vez, no quiero que eso vuelva a pasar. —Susurra muy cerca de mi oreja haciendo que me estremezca.
— Justin… Igualmente después del verano volvería a California… —Me separo de él, miro el suelo.
— Joder, no me hagas secuestrarte o algo así.
— Tampoco puedo dejar sola a mi abuela Justin.
— Ella estará bien si sabe que tú lo estás.
— Te prometo que estaré bien. —Acaricio su espalda dándole tranquilidad.
— Parece que no entiendes lo que es una mafia, más la Rusa. —Ríe sarcástico.
— Lo sé perfectamente.
— No lo parece, de lo contrario vendrías conmigo.

Suspiro, paso una de mis manos por mi cabello llevando uno de los mechones caído detrás de la oreja, apartándolo.

— ¿Porqué te buscan?
— Vendo droga, y les llegó mal. —Su mirada ya no está sobre mí.

“Crack”  prácticamente escucho como una parte de mi corazón quiebra.

Siento el miedo correr por mis venas, por mi cuerpo. Haciendo que un escalofrío recorra toda mi columna vertebral.

Acabo de enterarme de que él se esposa al peligro, a ser herido por un ser despreciable, por alguien sin corazón por un simple error, porque él esté lleno de mierda hasta arriba.

Siento ganas de hundir mi puño en su mejilla. No quiero que él esté en semejante cosa, en semejante gilipollez, una gilipollez que puede llevarlo al abismo de la muerte en unos dos segundos.

— Porqué. —Logro decir con un mísero hilo de voz.
— No lo sé, me gusta lo que hago. —Hace una pausa. — El peligro, y si quieres pensar que soy un monstruo adelante, estás en tu derecho.

“Monstruo” mi mente por unos segundos piensa en que él quizás pueda ser algo parecido a eso.

Rápidamente sacudo mi cabeza evitando ese tipo de pensamientos, de pensar que él es un sin corazón, un monstruo. Lo conozco perfectamente y puedo asegurarme de que él no es eso, al menos antes no lo era, en cierta forma no estoy segura de que no lo sea. Él ha cambiado, mucho, y ha habido una etapa en su vida en la que no he estado a su lado para saber lo que realmente es.

“Tampoco es un asesino” pienso para mí.

— Estás jodidamente loco. —Susurro levantado de ese frío escalón dejándolo ahí parado mirándome.
— Ahora ya sabes algo más que no sabias de mí, felicidades, acabas de descubrir que soy un monstruo. —Sonríe amargamente.

Doy unos dos pasos hacia adelante caminando fuera del porche, cuando lo abandono giro, a unos metros sigue él ahí mirándome con dolor. Entonces siento un gran vacío en mí, como si me sintiese la peor persona del mundo, como si ahora yo me sintiese como un horrible monstruo.

— Y no eres un monstruo. —Aclaro mirándolo a distancia.

A pesar de tenerlo a metros veo como sus comisuras se arquean como si intentara sonreír.

Volteo dándole la espalda, al llegar a casa subo a mi habitación, me dejo caer sobre la acolchada cama. Después me desvisto, pongo mi pijama vuelvo a tumbarme y miro el móvil.

“Sólo piénsalo.”

Su mirada triste y su sonrisa amarga vienen a mi cabeza al recordar el momento en el que su mirada se volvió dura y su mandíbula se tensó como nunca antes.

+

Debí de quedarme dormida pensando, el reloj rosa pastel marca las 11:50.

Me levanto algo desganada, camino hacia el armario y busco algo que ponerme. http://www.polyvore.com/flower_love/set?id=71926781

Desenredo mi cabello, lo dejo tal cual, ondulado y bajo abajo.

Mi sorpresa es ver a la abuela preparando Crepes con jarabe de caramelo, el rico olor inunda mis fosas nasales.

— Buenos días. —Digo abrazándola por detrás, ella pega un pequeño brinco por la sorpresa.
— A buenas horas te despiertas. —Ríe mientras coloca las crepes en un plato azulado.

Me dejo caer en una de las sillas, empiezo a desayunar, bebo del zumo de naranja y sigo comiendo crepes.

— Cielo, me ha comentado Pattie algo.

La miro interrogante esperando a que diga algo, ella ojea una de esas revistas de cotilleo que tanto le gustan.

— ¿El qué?
— ¿Qué te parecería la idea de vivir en Italia?

“Justin” pienso.

— ¿Justin verdad? Te ha soltado eso de que estoy en peligro. —Escupo.
— Sí, pero Ashley, tu sueño es ser modelo ¿cierto? —Asiento, ella sonríe. — Pues tendrías esa oportunidad allí, al parecer la hija de Jeremy es diseñadora allí en Italia y bueno, podrías modelar.

Ser modelo. Mi sueño. Sueño con eso desde que era una enana de 5 años. Solía ver los desfiles en la televisión y presumía diciendo que yo de mayor sería mejor que esas chicas y que llevaría la mejor ropa.

O cuando cogía los tacones rojos de mamá y me vestía con su ropa que en ese entonces me iba enorme para hacer un desfile exclusivo para papá.

Río al recordar semejante escena.


— ¿Enserio? —Ella asiente sonriente.
— Y Justin de veras quiere que vayas con él… —Sonríe de lado.
— No sonrías de esa forma. —Río nerviosa.
— No quiere perderte otra vez cariño.
— Lo sé, yo tampoco pero abuela no te quiero dejar aquí… Y… Me da miedo convivir con mafiosos, tampoco sé hablar Italiano y creo que él tampoco. —Frunzo el ceño.
— El idioma no es preocupante, de seguro que lo aprendes en un par de días. —Hace una pausa. — Y sí, él sí sabe hablar Italiano, de pequeño su madre le enseñó a hablarlo.
— Oh, nunca me lo había dicho, es más nunca lo escuché hablar en otro idioma.

Justin hablando Italiano, oh, debe de ser condenadamente sexy hablando ese idioma que ya de por si es sexy cuando lo habla cualquiera, entonces él debe ser como un dios griego o algo así por el estilo.

Él podría ser mi profesor de Italiano entonces sería como de esas películas en la que el profesor es condenadamente sexy, la alumna queda loca por sus huesos y después tienen una noche de sexo desenfrenada para seguidamente vivir una apasionada historia de amor por las calles de Venecia.

Río al ver lo que estoy pensando, niego con la cabeza. Eso sería tan gracioso pero a la vez tan asqueroso…


— Seguro que se ve sexy hablándolo. —Dice como si leyese mis más profundos pensamientos a la vez que ríe.
— ¡Abuela!
— No puedes negar eso Ashley.
— Acaban de venirme unas ganas enormes de vomitar porque acabas de comportarte como una adolescente de 16 años loca. —Afirmo, ella ríe.
— Pero en realidad es cierto, si él tuviese unos 65 años yo estaría loca por él. —Ríe provocando que otro escalofrío recorra mi columna.
— En realidad cualquiera se ve sexy hablando Italiano.
— Bueno, depende, imagina a tu profesor de literatura de unos 56 años hablando Italiano mientras su barriga rechoncha bota al compás de su respiración. —No puedo evitar estallar en carcajadas.

Eso es asquerosamente repugnante, definitivamente no todo el mundo que hable Italiano ha de ser sexy, mi abuela acaba de hacer que eso que pensaba se esfume por completo.


— Voy a ir a ver a Justin.

Digo a la vez que subo por las escaleras, la abuela me mira extrañada como si hiciera algo raro.

— ¿Vas a verlo y subes a la habitación?
— Sí. —Río.

Al llegar a la habitación miro la ventana, si cayese como mucho podría sufrir algún esguince, nada más grave que eso.

Me abalanzo  al árbol agarrándome a una de sus fuertes ramas a la vez que me impulso hacia la ventana de él cayendo dentro de su habitación.

Lo veo tumbado en su gran cama, río al recordar la última vez que estuve aquí.

Me acerco a él, ahora es como un bello durmiente. Río.

Acaricio su cabello dorado, me pongo a cuclillas para estar a su altura, acerco mi cara a su oído y susurro “Dormilón” mientras una leve risilla se escapa de entre mis labios.

{Justin}

“Nunca había sentido algo así” decía la chica de cara distorsionada. “Yo tampoco, sinceramente nunca me había enamorado de esta forma, me siento como un súper héroe cuando se trata de ti.” Susurro acariciando su rostro borroso. Lo hago porque el corazón me lo pide, esa voz envuelve toda mi alma, una voz dulce, una voz que da mucha paz.

Un cosquilleo en mi barriga hace que despierte, pestañeo unas cuantas veces, veo un mechón de un cabello claro caído por mi rostro, sonrío al notar cómo me susurra al oído.

Giro pudiendo tener una visión completa de quien se trata aun que su voz le delate al verla sonrío aun más.

Acaricio sus suaves y rosadas mejillas, sus ojos claros perforan los míos.

— ¿Ashley? —Susurro.

Veo como ella sonríe, la luz cae sobre ella haciendo que parezca un completo ángel.

Creo que he muerto y estoy en el cielo.

— Buenos días princeso. —Ríe.

Lo que daría por despertar todos los días así, de verdad, se siente jodidamente bien

— ¿Princeso? —Río, ella asiente. — ¿Por dónde has entrado? Pattie no está en casa a estas horas.

Me incorporo y acaricio su cabello, es sedoso, brilla y huele genial.

— Por la ventana.

¿Ella por la ventana? Wow, eso era gracioso, no me la imagino saltando de un extremo a otro, más que nada sé lo cagueta que és.

— ¿Tú solita hiciste todo eso? Aww, ya eres toda una mujercita. —Pongo voz de chica pero al momento río.
— Eres idiota. —Ríe también.
— ¿Cómo que has venido?
— Solo quería preguntarte a qué hora nos vamos mañana. —Sonríe dulce.

No, no puede ser cierto. ¿Ella viene conmigo a Italia? Joder, debe de ser un maldito sueño, más que nada porque todo esto es jodidamente irreal. Primero aparece ella como un condenado ángel en mi habitación acariciándome y susurrándome al oído y después me dice que vendrá conmigo.

Me abalanzo sobre ella, la abrazo tan fuerte que hago que caiga encima mío.

Ella sonríe tímida al ver que está encima, que estoy sin camiseta y en el mismo sitio de aquella noche tan… Caliente.

Sus mejillas pasan de ser rosadas a adaptar un color rojo vivo. Las acaricio, siento como arden, ella sonríe. Está muy cerca de mis labios, tanto que siento su respiración entrecortada chocar contra mi boca.

— Adoro cuando haces eso. —Río tierno.
— ¿El qué?
— Tus mejillas.

Ella abre los ojos por unos segundos y cierra los ojos como si estuviese avergonzada, yo aparto un mechón de pelo que cae sobre su rostro, lo llevo tras su oreja, ella solo sonríe como tonta al igual que yo.

Suspira y se levanta poniéndose de pie y acomodando su camiseta ya que esta había quedado algo levantada al caer sobre mí.

La miro y rasco mi nuca buscando alguna excusa para interrumpir ese incomodo silencio.

— ¿Porqué ese cambio de idea?
— No lo sé la verdad.
  Hm… Yo no creo que no lo sepas.
— Bueno, ya sabes que mi sueño siempre ha sido ser modelo. —Hace una pausa. — Tu madre le comentó a mi abuela que podría intentarlo, tu hermanastra al parecer es diseñadora. —Logro notar algo de emoción en su voz. — Tampoco quería no volver a verte. —Susurra.
— Ya… Claro, ahora no intentes arreglarlo. —Sonrío.
— No intento arreglar nada Bieber, solo digo la verdad. —Hace pucheros.
— Está bien… —La miro a los ojos. — Pues el vuelo sale a las 7:30 así que vas a tener que madrugar. —Digo respondiéndole a lo que había venido a preguntar.
— Jo. —Vuelve a hacer pucheros.

Miro sus labios, son rosados, adoro sus labios, son muy besables. Ellos como que de alguna forma te incitan a besarlos.

Ella carraspea haciendo que aparte la mirada de esos rosados y deseables labios. La miro a los ojos y sonríe.

— Bueno…
— ¿Ya te vas?
— Tengo que preparar la maleta.
— ¿Tienes toda la tarde no crees?
— Sí, pero así ya me olvido, además tú también has de hacerlas.
— Ya, pero yo prefiero estar contigo a que te vayas y hacerlas.

Queda callada, mirándome sorprendida por lo que acabo de decir.

En realidad a veces soy demasiado bocazas y suelto lo que pienso sin pensar en las consecuencias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario